Estupefactos
escuchamos la entrevista al ex magistrado y general Aponte Aponte. Aquí
pareciera que lo que está ocurriendo es el inicio de un ajuste de cuentas. Es
de temer que veamos muchos más trapos sucios lavados en público a menos que
Chávez imponga que se laven en casa
En
la obra de Shakespeare un preocupado Hamlet afirma: "¡El mundo está
desquiciado! ¡Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo!" y
continua diciendo "La virtud no puede injertarse en nuestro viejo tronco
sin que nos quede de él algún mal resabio".
Estas frases vienen a nuestra
mente cuando estupefactos escuchamos la entrevista al ex magistrado y general
Aponte Aponte. Qué muchos supusiéramos que la justicia en Venezuela estaba
podrida era algo que formaba parte de una realidad por todos conocida.
Pero que
uno de los actores de ese desaguisado confesara ante las cámaras su propia
responsabilidad en la manipulación de la justicia y que además acusara a otros
altos funcionarios no solo de manejar según sus intereses políticos a los
jueces sino de proteger, o peor aún, de ser parte activa en el tráfico de
estupefacientes, es algo escandaloso que debería hacer reaccionar la fibra
moral de nuestro país.
No
podemos sentir ninguna simpatía por ese personaje que fue políticamente
encumbrado por el régimen a los más altos niveles de la magistratura y que es
cómplice activo, pero tampoco podemos aceptar que estas tenebrosas acusaciones
se escondan debajo de la alfombra.
Las
declaraciones de los ministros de relaciones exteriores e interiores no
desmienten las acusaciones sino se limitan a descalificar al personaje y decir
algo, que es falso, que se trata de un prófugo de la justicia, ya que en una
entrevista de CNN con el viceministro de relaciones interiores de Costa Rica y
jefe de inteligencia de ese país, éste comentó que en Cartagena le había informado al canciller Maduro de la
presencia en territorio costarricense del ex magistrado y en ningún momento el
canciller venezolano le dijo que era prófugo de la justicia.
Aquí
pareciera que lo que está ocurriendo es el inicio de un ajuste de cuentas. Es
de temer que veamos muchos más trapos sucios lavados en público a menos que
Chávez imponga que se laven en casa.
En
todo caso hay algo podrido y no sólo en Dinamarca.
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