Hoy me levanté pensando que los venezolanos habían
cambiado su actitud y los políticos se mostraron satisfechos después de una
campaña de concientización que hizo reflexionar a la gente sobre la necesidad
de cooperar y aceptarnos para lograr un
país más equilibrado. Sin embargo, fue la secuela de un sueño que terminó con
el despertar del mismo país por el suelo y con los problemas más graves que
hemos tenido a lo largo de la historia.
El sueño fue a propósito de leer la frase que declaró
el Cónsul de Chile en Maracaibo: “La inseguridad
está matando a los venezolanos”. A todo evento, esta odiosa verdad provocó que
las mejillas estuvieran invadidas por
las lágrimas y el estado de
tristeza, por no poder solucionar lo que nos golpea a todos día a día. Y se
recuerda al mismo tiempo la sentencia de traición que repiten los políticos
para justificar sus errores y fallas recurrentes, pero aquí tienen la costumbre
de lavarse las manos y desatender el problema de la inseguridad porque más
importante es la campaña electoral.
El disparate sigue en aumento en Venezuela, hace meses
fue el secuestro del Embajador de México, hoy la muerte de la hija del Cónsul
en el estado Zulia, mientras tanto los ciudadanos venezolanos peligran en las
calles y hasta en las puertas de sus casas como ocurre en Margarita; pero al
mismo tiempo se anuncia la apertura de más morgues porque ya no se dan abasto
con los cadáveres. El país petrolero tiene una tasa de asesinatos de un poco
más de 48 muertes por cada 100 mil personas. Y la verdad es tal, como dice un
amigo, que “sólo mediante el compromiso
colectivo y organizado podremos sacudirnos las telarañas. Nuestra inacción es
su mejor arma. Estar de espaldas al problema de la inseguridad también es una
traición”.
Estamos ubicados en un país desgastado y desfasado de
la realidad y todos estamos cansados de ataques religiosos, censura, el lavado
de cerebro a los niños, los asesinatos y la mutilación de los derechos
inherente al ser humano, sumado al doble discurso de la paz y compra de armas.
De todo esto dan cuenta los voceros. Somos un desprestigio de país en el ámbito
internacional. Y lo más triste es que a modo de humor negro se comenta que
gobiernos del mundo amenazan a sus funcionarios corruptos nombrarlos
diplomáticos en Venezuela pa' que aprendan... Nos merecemos esto?
La moral como país ha quedado aplastada por los
desafueros de un régimen que está extremadamente patológico por un sistema
desahuciado, inequívoco. Queda entonces abandonar el miedo, enfrentar el
descaro y no aceptar más ofensas y reivindicar la condena y rechazo que hacen a
Venezuela desde Chile.
susana.morffe@gmail.com
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