Informador Público - 22-Mar-12 - Política Económica
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Las delicias del un estatismo descontrolado
por Rodolfo C. Rossi
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Las delicias del un estatismo descontrolado
por Rodolfo C. Rossi
La presidente del BCRA (en comisión) ha manifestado recientemente, que la reforma de la CO, que en tiempo record de tratamiento legislativo se está gestando, “hará historia”. ¿Qué quiso decir? Indudablemente, hay historias felices y otras desgraciadas. Por su premura, por la necesidad de la utilizar las “Reservas Internacionales” disponibles (que reconoció incumplidas legalmente), por la amplitud dispendiosa del financiamiento fiscal que se propone, por la utilización estatal de los efectivos mínimos de los Bancos, por la nueva política de orientación del crédito, entre otras cosas, pareciera que la historia o el relato, va a ser más bien desgraciado para el país.
Desconcertadamente, manifestó que el “financiamiento al Tesoro por el Banco Central (emisión monetaria), lisa y llanamente, no genera inflación”. Entonces, atento a sus conceptos, financiemos todo lo posible al Gobierno, para eliminar la pobreza en forma total y lograr, con más feriados que los existentes, el bienestar para Todos, creando moneda de la “nada”.
Probablemente, ignoraba la funcionaria (por lo menos, dijo que no se acordaba) que desde el año 2007 hasta el año 2011, la salida de capitales privados al exterior (compra de US$) superó los US$ 78.000 millones. Esos ahorros -que debieron haberse transformado en inversión y trabajo, en nuestro país- se fueron por falta de “confianza”, atento la inflación y envilecimiento real de la moneda argentina, por el dispendio en la creación monetaria.
Ahora las reservas son escasas (informadas US$ 47.277 millones; reales US$ 36.276 millones Balance del BCRA al 9/3/12) y representan solo el 53% de las importaciones del país); y menos de la mitad de las Declaraciones de Importación (DJAI), presentadas al Gobierno son aprobadas (Información CIRA).
Nuestro Canciller, recientemente, manifestó que “nuestro país ha importado más que nunca durante el 2011”. Gran verdad; pero omitió decir, que casi el 13% de las importaciones fueron Combustibles (en este año alcanzarán al 20% de las importaciones,) por lo que los bienes de capital y sus piezas y accesorios y los bienes intermedios no fueron, comparativamente, tan extraordinarios como él supone. Nuevamente, aquí reaparece la mala gestión, realizada en años, de la política energética nacional. Y para peor, con el diferimiento de las importaciones de capital y de insumos, que se está produciendo, “sufre la industria argentina” y, ciertamente también, se afectará el trabajo. Simultáneamente, su desacierto declarativo se acentuó, cuando manifestó: “Quienes perciben “trabas en la importaciones”, están detrás de intereses que no son los del país” (sic.) ¿No es ello acaso, un fiel concepto del “pensamiento único”?
A las opiniones aludidas, hay que señalar, que el crecimiento e intervencionismo del Estado, está en la firme tendencia de “Dar Trabajo para Todos”.
En total, el Sector Público emplea, actualmente a 3.281.000 personas, en tanto en el año 2002, la planilla estatal era de 2.183.000 personas. Años atrás (1994), el 94% del empleo registrado, era de índole privado, mientras que el 6% restante, era público. En 2011, se registra un 81% trabajando en la esfera privada mientras que ascendió a 19%, el trabajo en el sector público (Fuente: Instituto Argentino de Análisis Fiscal). Es de hacer notar, que el Estado argentino se está caracterizando por salarios pagados y demás condiciones laborales más atractivas, que las del sector privado productivo. También porque sus criterios de selección y promoción son mucho más discrecionales.
Todas estas “condiciones” son propicias para que los funcionarios usen el empleo público para otorgar favores personales y también electorales. Adicionalmente, en el Estado se encuentra una alta cantidad de empleados contratados y otros, que adicionan un buen número de personas, a la cifra citada bajo dependencia del Sector Público.
Pero todo ello se paga. El Gobierno -que es fiscalmente injusto con los trabajadores, que piden, racionalmente, elevar los Mínimos no Imponibles a los valores compatibles con la inflación real sufrida, y también con las Empresas productoras de Bienes y Servicios, que claman por la carencia de “Ajuste por Inflación” en sus balances, con la respectiva descapitalización que sufren- necesita imperiosamente financiarse. A la Recaudación tributaria nacional, que en el año 2011, señaló una presión fiscal del 29,0%, que se incrementa al 30,2%, según el Presupuesto de Administración Pública nacional del año 2012, hay que agregarle la presión tributaria de las finanzas públicas subnacionales (Provincias), que es del 7,2%. Total 37,4%; pero ello no alcanza. Adicionalmente, tenemos la inflación, (impuesto que surge de la emisión monetaria para el financiamiento fiscal), que en precios implícitos del BCRA es del 17,3%. En definitiva, más del 54% de nuestro trabajo se los lleva el Estado “creciente”, descontrolado y -por qué no- atolondrado.
¿Vendrán por todo?
Desconcertadamente, manifestó que el “financiamiento al Tesoro por el Banco Central (emisión monetaria), lisa y llanamente, no genera inflación”. Entonces, atento a sus conceptos, financiemos todo lo posible al Gobierno, para eliminar la pobreza en forma total y lograr, con más feriados que los existentes, el bienestar para Todos, creando moneda de la “nada”.
Probablemente, ignoraba la funcionaria (por lo menos, dijo que no se acordaba) que desde el año 2007 hasta el año 2011, la salida de capitales privados al exterior (compra de US$) superó los US$ 78.000 millones. Esos ahorros -que debieron haberse transformado en inversión y trabajo, en nuestro país- se fueron por falta de “confianza”, atento la inflación y envilecimiento real de la moneda argentina, por el dispendio en la creación monetaria.
Ahora las reservas son escasas (informadas US$ 47.277 millones; reales US$ 36.276 millones Balance del BCRA al 9/3/12) y representan solo el 53% de las importaciones del país); y menos de la mitad de las Declaraciones de Importación (DJAI), presentadas al Gobierno son aprobadas (Información CIRA).
Nuestro Canciller, recientemente, manifestó que “nuestro país ha importado más que nunca durante el 2011”. Gran verdad; pero omitió decir, que casi el 13% de las importaciones fueron Combustibles (en este año alcanzarán al 20% de las importaciones,) por lo que los bienes de capital y sus piezas y accesorios y los bienes intermedios no fueron, comparativamente, tan extraordinarios como él supone. Nuevamente, aquí reaparece la mala gestión, realizada en años, de la política energética nacional. Y para peor, con el diferimiento de las importaciones de capital y de insumos, que se está produciendo, “sufre la industria argentina” y, ciertamente también, se afectará el trabajo. Simultáneamente, su desacierto declarativo se acentuó, cuando manifestó: “Quienes perciben “trabas en la importaciones”, están detrás de intereses que no son los del país” (sic.) ¿No es ello acaso, un fiel concepto del “pensamiento único”?
A las opiniones aludidas, hay que señalar, que el crecimiento e intervencionismo del Estado, está en la firme tendencia de “Dar Trabajo para Todos”.
En total, el Sector Público emplea, actualmente a 3.281.000 personas, en tanto en el año 2002, la planilla estatal era de 2.183.000 personas. Años atrás (1994), el 94% del empleo registrado, era de índole privado, mientras que el 6% restante, era público. En 2011, se registra un 81% trabajando en la esfera privada mientras que ascendió a 19%, el trabajo en el sector público (Fuente: Instituto Argentino de Análisis Fiscal). Es de hacer notar, que el Estado argentino se está caracterizando por salarios pagados y demás condiciones laborales más atractivas, que las del sector privado productivo. También porque sus criterios de selección y promoción son mucho más discrecionales.
Todas estas “condiciones” son propicias para que los funcionarios usen el empleo público para otorgar favores personales y también electorales. Adicionalmente, en el Estado se encuentra una alta cantidad de empleados contratados y otros, que adicionan un buen número de personas, a la cifra citada bajo dependencia del Sector Público.
Pero todo ello se paga. El Gobierno -que es fiscalmente injusto con los trabajadores, que piden, racionalmente, elevar los Mínimos no Imponibles a los valores compatibles con la inflación real sufrida, y también con las Empresas productoras de Bienes y Servicios, que claman por la carencia de “Ajuste por Inflación” en sus balances, con la respectiva descapitalización que sufren- necesita imperiosamente financiarse. A la Recaudación tributaria nacional, que en el año 2011, señaló una presión fiscal del 29,0%, que se incrementa al 30,2%, según el Presupuesto de Administración Pública nacional del año 2012, hay que agregarle la presión tributaria de las finanzas públicas subnacionales (Provincias), que es del 7,2%. Total 37,4%; pero ello no alcanza. Adicionalmente, tenemos la inflación, (impuesto que surge de la emisión monetaria para el financiamiento fiscal), que en precios implícitos del BCRA es del 17,3%. En definitiva, más del 54% de nuestro trabajo se los lleva el Estado “creciente”, descontrolado y -por qué no- atolondrado.
¿Vendrán por todo?
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