En este mismo momento, mientras escribo estas líneas, Colombia
convulsiona. Parece mentira que hace tan sólo un par de años todos estábamos
seguros de triunfar finalmente contra la amenaza de las FARC, los paramilitares
y la violencia en general. Ahora mismo, en el Chocó, se registra un secuestro
masivo propiciado por cuenta de un paro armado en el cual las FARC prohíben la
movilidad de millones de habitantes. En el Cauca no han podido respirar
tranquilos hace mucho tiempo, con todas las grandes ciudades del departamento
asediadas frecuentemente por este grupo criminal, que ha cobrado muertos y
heridos civiles, y miembros de nuestra fuerza pública. La infraestructura
petrolera está amenazada y ya se reporta baja de producción. Por cualquier
ciudad en la que he preguntado hay múltiples historias sobre la perdida de
inversiones debido al creciente temor de un regreso a una situación de
inseguridad anterior.
Incluso a pesar de que ya es un secreto a voces, una negociación política
parece estar en la agenda de todo el mundo, casi como si de alguna manera
alguien le hubiera puesto pausa a las clases gobernantes colombianas, mientras
Uribe llevaba a cabo la política de seguridad democrática. En este contexto
voces de todos los sabores y colores tienen a todo el mundo con la agenda de la
paz a flor de boca, mientras el mismo Santos no ha hecho ni siquiera alguna
referencia al particular. Samper, Pastrana, Córdoba, Cepeda, los
“intelectuales”, los “columnistas”, los asesores del presidente, sus ministros,
incluso el mismo Timochenko, el Coce, etc. Por otro lado la clara persecución
al uribismo que tiene dos claras líneas: la venganza criminal, y la del ataque
preventivo de Santos no mengua, y ha dejado de competencia a todos los posibles
candidatos de esta corriente de pensamiento al margen de la contienda electoral
del 2014.
Todo esto es llover sobre mojado. Sin embargo, el ritmo al que se movía
la infamia presagiaba un largo trecho para el desenvolvimiento de los oscuros
planes de Santos, pues tenía que atravesar por lentas fases de desarrollo:
1. Lento resurgir de la criminalidad para convencer a las personas de que
se precisa un acuerdo político con las FARC.
2. Lento resurgir de los sectores del periodismo que encauzarían las
acciones criminales hacia el objetivo de asustar a la comunidad para imponer la
agenda de la negociación política.
3. Un lento pero firme proceso de calumnia al uribismo con el fin de
generar rechazo popular a la seguridad democrática y al mismo tiempo asegurar
el camino electoral del 2014.
Todo avanzaba según el plan, pero las cuentas para el Señor Santos y sus
amigos cambiaron de un momento a otro. La enfermedad de Chávez resultó una
variable que no contemplaron. En consecuencia, los planes han ido perdiendo
coordinación e impacto. Las FARC y Santos entendieron que en caso de una
ausencia de Chávez sus planes tendrían un revés completamente irreversible.
Para hacer un acuerdo político con las FARC es vital el tirano tropical
venezolano, pues es el que va a garantizar las rentas de todos los que
intervienen en el proceso. Por otro lado, un proceso de paz con las FARC
utilizaría una constituyente del mismo modo que con el M19, para lo cual el
modelo chavista de influencia regional es vital. Sin la chequera petrolera
ninguna democracia aguantará los abusos de Correa, Ortega, o Juan Manuel
Santos. Ésta es entonces la razón del evidente apuro. Sin embargo, es
importante señalar, que existe la posibilidad de que en la ausencia de Chávez,
las FARC, que han podido subsistir sin oxigeno político durante décadas y
tienen el monopolio casi total del 95% de la cocaína que se consume en Estados
Unidos, tengan un plan del todo por el todo en el caso completo de una ausencia
de Chávez.
Me refiero por su puesto a que todos hemos asumido como dado el éxito de
la acuerdo con las FARC. Quisiera preguntarme, en aras de la reflexión, ¿qué
pasa si no funciona? En caso tal pasarían varias cosas.
1. Juan Manuel Santos perdería absolutamente toda la gobernabilidad: Su
gobierno se empeñó en despreciar a la mayoría que tiene a la seguridad como
primer tema de la agenda política, basado en una superflua minoría de
socialistas-arribistas interesados en un asistir a las FARC. Si un proceso de
negociación política fracasa, no tendrá más remedio que apelar a la fuerza
política de base que lo eligió, fuerza que ya no le dará su apoyo. Por otro
lado, la Unidad Nacional se basa en la capacidad de entregar cargos
burocráticos y asegurar rentas a los clanes políticos, en el momento en el cual
personajes como Roy Barreras o Armando Benedetti, representantes del lagartismo
mas vil y repulsivo, perciban que una agenda antisantista puede generar mejores
réditos políticos y económicos, no dudaran en darle la espalda y fraccionar la
Unidad Nacional.
2. Las Farc habrán obtenido oxigeno militar y político, y debido al vacío
de poder que el fracaso de Santos habrá generado, lo cual sin duda alguna hará
retroceder al país a una situación estratégica parecida a la de la década
pasada. Sin embargo, esta vez contarán con una red de apoyo construida en
Venezuela por más de doce años, lo cual les permitirá tener algunas ventajas
estratégicas.
3. La institucionalidad del país se vería afectada, pues existen cientos
de normas y cambios que deben hacerse para siquiera pensar en una negociación
política: Constituyentes, leyes, marcos, etc., todas ellas destinadas a
complacer aliados externos e internos, habrán generado, una situación incluso
más grave que la que genera la constitución del 91, impuesta a punta de bombas
por Pablo Escobar y el M19.
Sin duda alguna, la jugada del Juan Manuel Santos, tiene dos escenarios:
uno en el que hace una negociación, gana el Nobel y la presidencia de Naciones
Unidas, mientras el pueblo colombiano pierde una senda de crecimiento y
desarrollo a cambio de complacer a un grupo criminal. El segundo es en el que
pierde, no logra la “paz”, pierde el capital político y pasa a los anales de la
historia como un personaje insignificante; mientras el pueblo colombiano
pierde, por las razones descritas arriba. Como el lector se podrá dar cuenta,
el pueblo colombiano no logra ganar en la apuesta de Santos.
Como ya lo he dicho en reiteradas ocasiones: solo nos queda oposición
firme, contamos con una de las mejores herramientas que tenemos a nuestra
disposición: la lucha democrática y las herramientas que nos ofrece la era de
la información. ¿O es acaso usted de los que piensa que uno solo no puede
lograr nada? Reaccionamos y luchamos con todas las herramientas de la
democracia, o todos perdemos. Que el lector decida.
Fuente: Atrabilioso (Colombia)
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