La visión de la educación,
en horizonte sobre la dinámica económica y un modelo de desarrollo, se orienta
al análisis de la situación del capital humano alcanzado como consecuencia del
apuntalamiento ejercido por el sistema educativo (incluida la instrucción, la
capacitación, el entrenamiento y el adiestramiento); lo cual es condicionante
para elevar la productividad del trabajo hasta convertirla en motor del
crecimiento y acelerador del desarrollo en su accionar hacia una acumulación
del capital humano, como requerimiento que posibilita la elevación de los
niveles del producto nacional; tal como se establece en el Artículo 15 de la
Ley Orgánica de Educación (LOE), en lo que se refiere a los fines de la
educación: “Desarrollar el potencial creativo de cada ser humano para el pleno
ejercicio de su personalidad y ciudadanía, en una sociedad democrática basada
en la valoración ética y social del trabajo liberador……”.
Puede afirmarse entonces, que el crecimiento y
posterior desarrollo ha de sustentarse en la calidad y acumulación del capital
humano, en complemento con la capitalización económica-financiera y la
elevación de las tasas de escolaridad, las cuales no son resultado del
desarrollo sino su antecedente y condición. En este sentido, el Artículo 102
constitucional señala: “La educación es un servicio público y está fundamentada
en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de
desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su
personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del
trabajo.”
Es por demás evidente, que
la educación es un instrumento clave en el proceso de construcción y cambio del
orden social, ocupando el espacio de vanguardia para hacer posibles dichos
cambios, desempeñando un papel preponderante en el marco de una sociedad del
conocimiento. De igual modo, y dado que la planificación del desarrollo implica
detectar necesidades, tiene que configurarse un modelo de desarrollo a efectos
de enfrentar variados problemas, tales como: (1) la polarización del ingreso;
(2) la pobreza; (3) la descomposición social; (4) la demanda de servicios
sociales; etc. Tal modelo debe asumirse como principio rector de la
sociedad, apoyado sobre la participación del Estado, de la sociedad civil, del
sector público y privado, en interrelación colectiva e intersectorial con otros
actores. La LOE, al referirse a las Competencias del Estado docente señala en
su Artículo 6 su compromiso de planificar, ejecutar, coordinar políticas y
programas para la inserción productiva de egresados universitarios y egresadas
universitarias en correspondencia con las prioridades del Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación.
Complementariamente, la
educación ejerce un rol determinante en cualquier acción que procure alcanzar
mayores niveles de equidad, justicia social y reducción de la pobreza
(observada como una falta de dominios por parte del individuo para poder
insertarse en sociedad). En razón de ello, se hace necesario que los
conocimientos y aptitudes adquiridos y elevadas por intermedio de la educación
(en sus distintos Niveles y Modalidades), se correspondan con los
requerimientos de un Plan Nacional de Desarrollo en lo que respecta a la
demanda potencial del mercado por una fuerza de trabajo capaz de responder a
las exigencias del cambio; hecho determinante para acelerar el ritmo de aumento
del crecimiento económico impulsado por el capital humano. Resulta oportuno
citar el Artículo 58 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes (LOPNA), cuando se refiere al vínculo entre la educación y el
trabajo: “El sistema educativo nacional estimulará la vinculación entre el
estudio y el trabajo. Para ello, el Estado promoverá la orientación vocacional
de los y las adolescentes y propiciará la incorporación de actividades de
formación para el trabajo en la programación educativa regular, de forma tal
que armonicen la elección de la profesión u oficio con el sistema de enseñanza
y con las necesidades del desarrollo económico y social del país”.
Vale la pena reafirmar,
que la inversión en educación, por sí misma, no es suficiente para apalancar un
crecimiento económico; el cual será sólo posible si esa inversión se enmarca
dentro de una estrategia de desarrollo, donde la política educativa se
corresponda con una política general de desarrollo que refleje una clara
política económica (de múltiples entradas), a la luz de una visión de un
proyecto de país: ¿hacia dónde queremos ir?
Una sociedad comienza a
adquirir una conducta democrática sustentada en el trabajo, cuando aprende a
deliberar en la búsqueda de acuerdos que convenga y comprometa a las partes, y
muy especialmente en lo que a un Plan Educativo se refiere. Esta verdad, se
sustenta en un principio que se remonta al nacimiento mismo de la democracia en
la Grecia Antigua (año 540 a.c.): “El orden de los hombres no depende de los
dioses, depende de los hombres”, principio que permite afirmar que las
relaciones que se dan en sociedad no son naturales, pues este orden y estas
relaciones es construido para personas y por lo tanto se pueden transformar, ya
que tal orden se rige por principios y no por reglas o fórmulas. La
instrumentación de cualquier modelo económico –social ha de estar supeditado a
la existencia de un sistema democrático, en un escenario que propicie equidad e
igualdad de oportunidades en un contexto de libertad, con un Estado moderno, un
gobierno eficiente e instituciones sólidas al servicio del ciudadano (entendido
como la persona que es capaz, en cooperación con otros, de construir o
transformar las leyes y normas donde el mismo quiere vivir y quiere cumplir), y
donde no se haga presente la incertidumbre relacionada con un indefinido modelo
de Nación y de sociedad.
El Artículo 299
constitucional señala: “El Estado, conjuntamente con la iniciativa privada,
promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar
fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la
población y fortalecer la soberanía económica del país…..”. L os modos de
producción, son la forma como los hombres se organizan para producir,
distribuir y consumir los bienes que satisfacen sus necesidades, siendo que en
una economía de mercado puede conferírsele a la producción un carácter social
(sin que ello implique la presencia de una dirección centralizada).
A tenor de lo anterior,
puede expresarse que en la Venezuela actual, donde el gasto público está más
orientado a fines políticos que económicos, en rechazo pleno a consideraciones sobre economía política, se
generan contradicciones jurídicas en materia de planificación, cuando no se
cumple cabalmente con lo establecido en el mismo Artículo 299 constitucional,
que al hacer referencia a la soberanía económica del país, indica:
“…….garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad,
permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa
distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática,
participativa y de consulta abierta.” Todo ello, por una parte, altera el rol de la educación
como factor de crecimiento y desarrollo económico social, en correspondencia
con la imposibilidad de alcanzar la calidad del sector educativo, y por la
otra, induce una muy baja eficiencia en el uso de los cuantiosos ingresos
petroleros, que para el período 1999-2011 se situaron en unos 640.000 millones
de dólares USA (sin incluir la deuda interna y externa, la deuda del Banco
Central y los pasivos laborales).
Tal cantidad de recursos,
propició el establecimiento de un tamaño de Estado en la economía, donde el
gasto total del gobierno como porcentaje del PIB representó para 2011 un 39% (a manera de referencia en China
fue de un 23%), hecho que ha configurado un evidente capitalismo de Estado, con
pretensiones por alcanzar un indefinido socialismo petrolero.
De la conclusión anterior,
emerge una interrogante: ¿habiendo recibido el país tantos recursos
(fundamentalmente en los últimos 12 años), cual es el motivo para que no se
observe una elevación del bienestar
general del venezolano?
Jesús Alexis González
observatorio2012@gmail.com
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