domingo, 4 de marzo de 2012

GABRIEL BORAGINA: COLECTIVISMO E INDIVIDUALISMO COMPARADOS. (I PARTE)

Cuando me refiero al individuo sin más, necesariamente me estoy refiriendo a todos los individuos y no solamente a uno. Si quisiera referirme sólo a un individuo no tengo necesidad de (ni debo) hacerlo así, sino que directamente lo identificaré por su nombre propio (Pedro, Juan, Adolfo, María, etc.) o, si es una cosa, por su nombre común (una roca, un zapato, un florero, etc.). Pero si no identifico al individuo en cuestión, la palabra individuo se entiende que alude a todos los individuos. Cosa semejante sucede con el término individualismo, se refiere a una doctrina que representa y  tiene como objeto a todos los individuos y no a algunos y -menos aun -a uno en particular. 
Una persona individualista, entonces, es aquella que piensa y vive en función de todos los individuos y no solamente en la de sí mismo. Se ama a sí mismo y vive para sí mismo, es verdad, pero ello no se contrapone con que también lo haga para todos los demás individuos. Y si no llega a amarlos, como mínimo los respeta y los considera.  Si no lo hiciera así, sería un colectivista y no un individualista. Ninguna persona desconoce que, además de sí misma, existen otras personas en el mundo. Lo que diferencia el actuar y hablar de un individualista al de un colectivista no es este hecho, sino la postura y actitud mental que asuma respecto de sus semejantes. Es decir, si los considera individuos o los considera formando parte de  grupos (que pueden ser el suyo propio o ajenos).  Por ejemplo, si Juan es negro y cuando pienso en Juan lo pienso como Juan, lo estoy pensando como individuo. Si en cambio, cuando pienso en Juan no lo hago como Juan sino como "negro" lo estoy pensando no como individuo sino como parte de un colectivo, en este caso, un colectivo racial : el de los negros. Lo mismo se me aplica a mí mismo. Si en lugar de pensarme como Gabriel me pienso como rubio no me estoy pensando como individuo, sino como parte de un grupo colectivo (en este caso el de los rubios). Lo mismo sucede con muchas etiquetas tales como judíos, católicos, obreros, arios, negros, flacos, gordos, nipones, alemanes, norteamericanos, inteligentes, idiotas, etc. se tratan -en todos los casos- de etiquetas de colectivos que denotan un pensar, un decir (y en muchos casos un sentir) colectivista.
El colectivista concibe al mundo "naturalmente" como un "colectivo". No piensa en términos de individuos, sino como partes de un ente "colectivo" mayor. Para un colectivista un individuo sólo es una pieza de un mecanismo mayor y su "función" sólo se limita exclusivamente a hacer "funcionar" dicho mecanismo. Lo ve pues, como un simple engranaje de una cadena de trasmisión. La "cadena de transmisión" viene a ser el grupo o colectivo, y el individuo solamente su engranaje. Por consiguiente, cuando piensa en términos de "derechos" y "obligaciones" lo hace respecto de algún "colectivo" y nunca respecto de otros individuos.
El colectivista se debe y debe a grupos. Inversamente, entiende que tiene derechos respecto de grupos. No a ni de individuos.
Veamos algunas aplicaciones prácticas de estos conceptos.
Cuando un conductor estaciona en un lugar prohibido para tal efecto en la calle, lo hace -precisamente- porque entiende que él forma parte de un conjunto que tiene "derechos" que ejercer sobre otro conjunto que tiene "obligaciones" para con el conjunto al que el sujeto en cuestión pertenece.  Un colectivo llamado el estado-nación le ha otorgado "derechos" sobre determinados bienes que le ha dado en llamar bienes públicos. Es decir, que forma parte de un colectivo que, puede denominarse indistintamente "el público, la sociedad, el estado, la ciudadanía, etc." y que ese colectivo tiene una "propiedad pública" que es -por ejemplo- la calle. De modo tal que, actúa coherentemente con tales premisas cuando estaciona donde quiere, por cuanto lo está haciendo en un lugar que le han dicho que le pertenece tanto a él como a todos los que forman parte de ese colectivo.  Lo malo pues no está en lo que hace, o sea, en su conducta, sino en la noción de "público" que es un concepto típicamente colectivo y no individual. Por eso se trata de una conducta colectivista y no individualista.
Su mentalidad es pues colectivista, por cuanto considera que él forma parte de un "colectivo" al que puede denominar "pueblo, comunidad, etc." o -en su caso puntual- el "colectivo" de los "conductores de automóviles" que "tiene derechos" como parte de ese "colectivo" a utilizar a su antojo los espacios públicos, porque son de propiedad del público, y como él forma parte de ese público tiene "derecho" a usarlos.  En consecuencia, no se siente infringiendo ninguna disposición, ni ningún derecho cuando estaciona su automóvil en espacios públicos prohibidos a tal efecto.
La persona que fuma en un lugar público -poniendo otro ejemplo- no es individualista sino colectivista. Si fuera individualista no fumaria en lugares públicos, sino que lo haría en privados (individuales o pertenecientes a individuos). Si lo hace en un lugar público es porque es colectivista y, al serlo, puede pensar que el resto de los presentes están allí porque también son colectivistas (aunque no fumen), ergo, considera que no les molesta ni les debe molestar que el sujeto en cuestión fume. Si no fueran colectivistas no estarían allí. O bien puede pensar que si les molesta, son ellos (los molestados) los que no deberían estar allí. ¿Por qué si es un lugar público (y por lo tanto parte de él mismo) no debería hacer allí lo que le venga en gana? Este es el razonar de un colectivista.  En consecuencia, si fuma en ese lugar, su conducta es producto de su ser y "razonar" colectivista. No individualista.  Y además "coherente" con su colectivismo. Lo mismo puede decirse para otras tantas acciones que se verifican en la vía pública (es decir colectiva) como tirar basura, cruzar semáforos en rojo, adelantase en la fila, etc.
La forma pues como se comporta la gente en espacios públicos -es decir, en espacios colectivos-nunca es ni puede ser individualista sino colectivista.
En los espacios públicos nunca resultará posible ver conductas individualistas, porque al ser espacios colectivos, necesariamente la gente que se mueve y se comporta en ellos, lo hará de modo colectivista. Si hay tres (o 10 o 30) asientos en una plaza pública y todos están ocupados, los que están sentados no tienen un derecho exclusivo ni mejor a ocuparlos que otros, por lo que si llegan otras personas que se quieren sentar y los que ocupan se resisten, los recién llegados no harán más que ejercer su derecho público y colectivo si desplazan por la violencia a los que estaban sentados primero. En el colectivismo nadie tiene exclusivos ni mejores derechos que otros.  De idéntico modo, si el hecho de violencia se produce, y los que se quieren sentar echan a los golpes a los que ya estaban sentados, lo hacen en nombre de sus "derechos públicos" o colectivos y no en virtud de ningún derecho "individualista".
Esta es la razón por la cual se necesita de la policía en los espacios públicos y no en los privados.  Sólo se requiere de la policía en espacios privados cuando algún colectivista desea ejercer su colectivismo en un reducto privado. O en otros términos, cuando una o muchas personas de mentalidad y conducta colectivista quiere/n violar el derecho de otra u otras personas, por ejemplo, cuando el ladrón quiere entrar en la casa u otra posesión del vecino o de la del lector.
La conducta del ladrón es típicamente colectivista. Cuando roba lo hace porque entiende que los bienes que roba son públicos y que él tiene algún "derecho" sobre ellos o parte de ellos. Como "el ladrón ve a todos conforme a su condición", contempla a todos sus "prójimos" como potenciales o efectivos ladrones, de modo tal que, al ser un colectivista consecuente con su colectivismo, no siente al robar encontrarse infringiendo "derecho individual" alguno, ya que no considera estarse apoderando de ninguna "propiedad privada" (la que para él no existe). Ergo, no es un individualista, sino un colectivista.
gabriel.boragina@gmail.com

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