viernes, 23 de marzo de 2012

EMILIO NOUEL V: LOS INTERMINABLES DESENCUENTROS MERCOSURIANOS

Como quiera que nos han metido en el berenjenal que es Mercosur sin consultar a los venezolanos, y  sabemos que no por razones económico-comerciales de interés para nuestro país, sino por motivos políticos o geopolíticos del gobierno de turno, no está de más recordar de vez en cuando cómo están marchando las cosas allí, para saber a qué nos someteríamos en la eventualidad de un ingreso definitivo.
Está claro que aún no somos miembros de pleno derecho de ese bloque de integración hasta tanto el senado paraguayo no ratifique el Protocolo de Adhesión, lo que esperamos no haga hasta que el nuevo gobierno venezolano resuelva lo conducente a una renegociación de aquel instrumento mientras ponemos la casa en orden. Es lo menos que podemos pedir a los parlamentarios de aquel país que han mantenido en suspenso ese ingreso, alegando motivos justificados que agradecemos los demócratas venezolanos.
Las dificultades que experimenta nuestra economía, el estado lamentable del aparato productivo público y privado ocasionado por políticas económicas desastrosas, nos obliga a caminar con pies de plomo en lo que a compromisos comerciales internacionales se refiere, sobre todo, en un entorno político y social nacional que después de las elecciones de Octubre próximo será agitado por el calado de las cambios que habrán de ponerse en práctica.
Pero que no se interprete que ese caminar cauteloso y provisional de la nueva administración significa recaer en políticas proteccionistas anacrónicas, ni mucho menos cerrarnos al mundo.
En ése experimento integracionista suramericano de relevancia hemisférica denominado Mercosur, no es oro todo lo que allí brilla. El incremento de las corrientes comerciales entre sus miembros es un gran avance respecto de la situación anterior al Tratado de Asunción, sin dejar de mencionar otros logros también significativos en otros campos.
Sin embargo, aunque son de esperarse como naturales los desencuentros en todo proceso de este tipo, las reiteradas controversias por los mismos temas, las crónicas quejas de los pequeños y los lamentos por la precariedad institucional presentes en este régimen comercial, no parecen aminorar sino aumentar con el tiempo. Estas divergencias crecientes que deterioran las relaciones internas, amenazan con neutralizar o suprimir los logros obtenidos.
En efecto, los retrocesos respecto de los compromisos jurídicos de integración de las 4 economías que fundaron Mercosur, son cada vez más frecuentes.
Un mecanismo esencial, sine qua non, en todo proyecto que pretenda crear un espacio económico único, lo constituye la eliminación progresiva de los obstáculos al comercio recíproco con base en unas reglas que se cumplan.
Reinstalar las barreras comerciales eliminadas, subir aranceles consolidados, imponer de nuevo licencias de importación, cupos o establecer nuevas trabas, representan acciones de retorno de cara los logros de liberación comercial alcanzados en fases anteriores.
Eso no tiene otro nombre sino proteccionismo redivivo.
Y no es que planteemos un desdén por los cambios de circunstancias o situaciones excepcionales, o seamos dogmáticos sobre ciertos principios, pero hay algunos de éstos que no pueden abandonarse y/o relegarse sin dañar la naturaleza misma del sistema al cual sirven. Si hay un principio que ha demostrado su utilidad y eficacia en materia de integración –y que lo digan los europeos- es el de la irreversibilidad de ciertos compromisos sustantivos, aunque -es verdad- en los últimos tiempos estemos presenciando intentos de derivas contrarias.
Un bloque comercial en el que se produzcan reculadas contumaces como las que vemos en Mercosur, dice mucho de las inconsistencias del proceso integrador y de la débil voluntad y convencimiento integracionista de los gobiernos de los países que participan.
En recientes días, nuevamente es el gobierno argentino el que pone la nota discordante con sus medias proteccionistas. Se está acusando a ese país, con razón, de “avasallar contra la letra y el espíritu de la integración regional”. Se habla de una situación de “extrema gravedad” y hasta se dice que Mercosur está en su peor momento. 
Paraguayos y uruguayos echan el grito al cielo por enésima vez. La Unión Industrial Paraguaya (UIP) denuncia  que las exportaciones a Argentina cayeron en un 70% en lo que va del año como consecuencia de las medidas ilegales tomadas por este país.
Por su parte, Danilo Astori, Vicepresidente de Uruguay, señala que “Hasta ahora Argentina ha desconocido por completo el Tratado de Asunción y Uruguay lo ha cumplido fielmente (…) Hay una contradicción flagrante entre tener una zona de libre comercio y medidas que dificultan el acceso de los bienes y servicios al mercado ampliado. La carencia de coordinación en políticas económicas nos lleva a que haya países como Argentina que elijan permanentemente instrumentos que dificultan los accesos".  
Asimismo, el  ministro de Agricultura brasileño, Jorge Mendes Ribeiro, ha declarado que la mayores restricciones impuestas por Argentina “están incomodando mucho y de forma visible” a los países que integran a Mercosur, y pide acabar con las rivalidades. Los exportadores brasileños de carne piden a la Presidente Rouseff que actúe con firmeza para reanudar el flujo exportador. 
No debe olvidarse que hace un tiempo Brasil violaba normas mercosurianas y de la OMC al imponer restricciones a los lácteos procedentes de Uruguay.
En el caso más reciente de Argentina, estas trabas están afectando incluso al consumidor argentino que se ve privado de encontrar en su mercado autopartes, electrónicos, ropa, electrodomésticos, alimentos, grifería, neumáticos o lozas importadas.
¿De qué integración estamos hablando entonces en Mercosur? ¿Es la política poco seria del “como vaya viniendo vamos viendo”? ¿Este es el ejemplo que se pretende  proyectar a UNASUR o CELAC?
Si la integración de la “Patria grande latinoamericana” va a depender de estos líderes que hacen todo lo contrario de lo que deben hacer, no nos extrañe que aquella no se haya podido dar y que difícilmente se concrete algún día.
Y ésta apreciación ya se hace desde fuera del hemisferio.
“Ilusión óptica, pura vocinglería, nula eficacia”, apunta un banquero desde Europa en relación con Mercosur.
Y no es sólo desde el otro lado del charco que se dicen estas cosas. El ex presidente de Uruguay, Julio M. Sanguinetti, hace tiempo ha llamado la atención sobre lo mismo, y recientemente dijo: "No podemos seguir mendigando lo que ya está escrito en el Mercosur (…) ¿Por qué tenemos que estar reclamando la posibilidad de exportación dentro de la región? "
Especialistas y observadores hemos subrayado el papel preponderante de la retórica sobre los resultados efectivos de la integración; sin olvidar las inconsecuencias o infracciones con las reglas de juego establecidas.
¿Cómo se puede ser optimista con la integración de nuestras naciones cuando vemos estas conductas incongruentes que conducen a situaciones que se creían solventadas?
Pues bien, que pongan las bardas en remojo los que tienen ojos y oídos. Razón tienen algunos chilenos al decir, a la chita callando, que Mercosur no es serio, y que a Chile con ser miembro asociado de ese tratado le basta.
¿Es una opción conveniente para Venezuela ese bloque comercial?
Por ahora, sin duda que no.
emilio.nouel@gmail.com

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