lunes, 5 de marzo de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: PIDO LA PALABRA / EL IMPERIO DE LA CURSILERÍA

Apegada a la vanguardia tecnológica, ahora la cursilería, como el populismo, ha adoptado nuevas formas. Sobre todo, cuando el mercado político exige condiciones que no siempre se corresponden con las que azuzan quienes se aferran a saturar los espacios públicos con pretensiones que no tienen la menor posibilidad de incitar cambios. 
Todo lo que cabe bajo el significado de cursilería, puede entenderse como equivalente de ridiculez, presunción, extravagancia, chabacanería y ordinariez. Es lo contrario de sencillez, elegancia y naturalidad. Aunque sus efectos vulgarizan realidades, esa palabra no deja de ser difícil. Los sinónimos que normalmente se dan para explicarla, se refieren solamente a sus síntomas, no a su condición, causa o contexto subyacente. Aún así, pudiera comprenderse que la cursilería es toda actitud que, por frívola, cae en el lodazal del desaliento. Por esta razón, lo cursi evoca la idea del mal gusto. Aunque es un concepto con más implicaciones.
La cursilería ha sido un fenómeno cultural bastante difundido desde siglos atrás. Particularmente, desde el siglo XIX cuando la pretensión de resistirse a la modernización económica hace que muchas sociedades buscaran envolverse en una nostalgia de jerarquía social que se veía desplazada por la aparición de una nueva clase media. Ante esta situación, se adquieren visos rimbombantes o falsamente refinados. Al extremo de mostrar una apariencia magníficamente falsa que generaba la extraña sensación de lo sentimentalmente incongruente u obsoleto.
Apegada a la vanguardia tecnológica, ahora la cursilería, como el populismo, ha adoptado nuevas formas. Sobre todo, cuando el mercado político exige condiciones que no siempre se corresponden con las que azuzan quienes se aferran a saturar los espacios públicos con pretensiones que no tienen la menor posibilidad de incitar cambios. O transformaciones que vayan de la mano con el clamor de necesidades determinadas por la movilidad económica y social. Es ahí cuando quienes usurpan el poder político, buscan aprovecharse de las circunstancias para exagerar la actitud gubernamental sin importar las incongruencias o rarezas que ocasionen en el desarrollo de las decisiones a tomar.
En Venezuela, las reacciones del gobierno central reflejan el hartazgo de medidas asumidas con el propósito de exaltar la figura del presidente de la República más allá de lo humano. Demasiada cursilería para un gobierno militarista. Tanto que lucen repulsivas los repetidos manifiestos de “amor” con el único fin de ganar prosélitos mediante artilugios y adornos que al día siguiente pueden encontrarse en la basura.
Es fácil reconocer la cursilería gubernamental: las vallas que aclaman la revolución bolivariana y la presentan como el bálsamo contra los agravios del imperialismo. Cada discurso, cada frase, cada movilización del presidente Chávez, cada propuesta declarada en nombre del socialismo, representa un asombroso realismo ilusionista con alusiones petulantes. También la dramatización televisada con los trucos del realismo mediático, presumiendo de veraz y oportuna sin serlo, es fehaciente demostración de la ridiculez y de mal gusto de los personajes que hablan por conspicuos sentimientos populares.
Un recorrido por instituciones públicas, deja ver un remedo de impresionismo barato. Así como exageradas apelaciones a un falso nacionalismo, como si se tratara de exhibir caballos de pelaje brillante, perros de caza o graciosos perros domésticos, desnudos pintados con la irreverencia del artista ostentoso. Todo en el marco de un seudo surrealismo inducido a fuerza de campañas de marketing político. Todo eso y más, forma parte de la cursilería montada por el régimen criollo con la ilusa idea de mantenerse en el poder reivindicando aburridos cuentos de camino donde las palabras no tienen razón pues las promesas palidecen de mengua. Lo cierto es que por tanto absurdo que adelanta Miraflores, el país se convirtió en el imperio de la cursilería.
VENTANA DE PAPEL
VIVIENDO DE CHANCHULLOS
El oficialismo sigue sin reponerse del golpe popular que le propinó la oposición democrática con sus elecciones primarias. Ni siquiera contaba con alguna estrategia que le permitiera, al menos, no enredarse en sus propias marañas como en efecto se ha visto. Así, al presidente Chávez y a su séquito de frenéticos seguidores les dio por caer en una de insultos contra Henrique Carriles. Sólo por el hecho de haber alcanzado una votación que nadie se esperaba lo cual es significativo de la avalancha de votos que conseguirá el próximo 7 Octubre. Y es lo que tiene al gobierno y a su partido, profundamente asustados.
Esta situación pretenden superarla asumiendo la equivocada estrategia del secretismo para entonces aducir el drama personal que padece el Jefe de Estado como un problema nacional. De esa forma, se manipula un primitivismo casi religioso que busca provocar la compasión y la solidaridad del pueblo sectario por lo cual ha logrado un éxito provisional al colocarse nuevamente en los titulares  de prensa desplazando todo lo demás.
En consecuencia, está viéndose una revolución desarticulada, sin programa y con el mismo candidato de siempre mientras que la oposición se luce con un candidato que exhala juventud y gallardía, Pero además con un mensaje de progreso e inclusivo capaz de resolver los problemas que se acrecentaron durante trece años que pasaron viviendo de chanchullos.
MÁS ENDEUDAMIENTO PESA SOBRE EL PAÍS
MAR DE DEUDAS
A pesar de que este gobierno ha tenido los mayores ingresos de la historia, el nivel de endeudamiento ha sido exagerado sin que para ello graviten causas extremas que lo justifiquen. A decir del economista Francisco Farazo, “este gobierno se endeuda porque es adicto al dinero” lo cual deja ver el inmenso problema que por tan grave razón ha venido fraguándose. No obstante, los indicadores del Banco Central de Venezuela son engañosos a los ojos de cualquier neófito o fogoso-cegato seguidor del gobierno central. Sobre todo, cuando no resulta difícil descubrir que tanto encantamiento tiene otro objetivo diferente del hecho que significa dar cuenta de las crudas verdades que circundan la economía nacional.
La crisis por la que atraviesa el país, a causa de los dolosos manejos de los ingresos nacionales por parte del alto gobierno, tienden a enrarecer la dinámica económica. A juicio de Faraco, “la economía venezolana crece como una dama cuando se pone tacones”. Múltiples son la razones que lo explican todo. Pero entre las más inmediatas, puede notarse el descarnado incremento del gasto público. Igualmente, el obtuso control cambiario, las decrépitas políticas monetarias y la inflación mal contenida. Esto viene conduciendo a un profundo fracaso económico que costará demasiado superar.
De continuar tan pesada situación, la economía llegará a ser mucho peor pues antes que todo será muy difícil que la inversión privada pueda vislumbrar un incremento pues no tiene confianza en el modelo trazado por el régimen. Particularmente, porque más endeudamiento pesa sobre el país.
¿DÓNDE ESTÁN LOS CULPABLES?
El derrame de flujo de petróleo sobre el río Guarapiche que surte de agua a más de la mitad de la población de Maturín, capital del Estado Monagas, es la “gota que derramó el vaso” por la desidia gubernamental ante los múltiples problemas que vienen dándose en todas las esferas del devenir industrial. No sólo son las asfixiadas y abandonadas empresas públicas radicadas en el Estado Bolívar, muchas de ellas adscritas a la Corporación Venezolana de Guayana. Igualmente, son las que pertenecen a la empresa estatal Petróleos de Venezuela, PDVSA.
Para muchos conocedores de estas situaciones, lo que ocurrió en Monagas es el resultado de equivocadas decisiones tomadas por el gobierno central en los últimos 10 años. Aunque de las mismas, la más grave consistió en la desincorporación de los miembros la gerencia activa de esta empresa. Asimismo, la falta de mantenimiento de la industria petrolera puede anotarse entre las causas. Hay quienes afirman que la producción diferida en Venezuela, por deficiencia en su labor de mantenimiento, sobrepasa los 400 mil barriles diarios lo que evidencia que ahora está produciéndose menos que en 1998.
Entre sus consecuencias, está la posibilidad de incitar mayores problemas hacia adentro y hacia afuera de la susodicha industria. Algunos, pueden convertirse en verdaderas “bombas de tiempo”. El impresionante número de accidentes sucedidos desde que el alto gobierno decide botar a más de 18 mil empleados, todos con importante experiencia en PDVSA, se incrementó a una tasa inusual. Frente a estos desbarros, ¿dónde están los culpables?
amonagas@cantv.net       
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