La mentira parece ser la política comunicacional
que ha dado soporte al régimen castro-comunista del Teniente coronel Chávez,
durante estos terribles 13 años de autocracia personalista en Venezuela,
devaluada política con la que ha subsumido a sus compatriotas y a todo el que
se le acerca. Se trata de una perversa
actitud, que con evidentes visos de fascismo, desarrolla para envolver con su
retórica al desprevenido interlocutor, que no se imagina que una persona
investida con la Presidencia de una Nación pueda mentir como lo hace, con
descaro y aparente éxito, este Idi Amín del Caribe.
Habría que preguntarse ¿Por qué la mentira le
funciona tan bien al Teniente coronel Chávez? ¿Qué hace de la mentira algo tan
creíble, a pesar de las evidencias en contrario? Una respuesta la encontramos en la “Teoría
del Caos Social[1]”: Junto al miedo y al
odio, la mentira se constituye en una de las herramientas más poderosas para la
reducción de las entropías sociales, porque la mentira cohesiona a las
poblaciones alrededor de un auto de fe, en torno a las esperanzas manifiestas o
tácitas que promueve un líder o la institucionalidad, y porque las masas
siempre estarán más dispuestas a probar una y otra vez la miel empalagosa de
una mentira que a tragarse el bocado seco de una verdad dolorosa.
Vista en este contexto social, la mentira se
convierte en un recurso imaginativo del lenguaje político, una circunstancia
que Nietzsche aborda en varios pasajes de sus obras, pero sobre todo, en su
pequeño escrito “Sobre Verdad y Mentira En Sentido Extramoral” un texto póstumo
que vio la luz en 1903. Allí aclara Nietzsche que la fuente original del
lenguaje y del conocimiento no está en la lógica sino en la imaginación, en la
capacidad radical e innovadora que tiene la mente humana para crear metáforas,
enigmas y modelos y de esa manera el edificio de las promesas y las ofertas
proselitistas se levantan sobre las arenas movedizas de la imaginación y de la
esperanza colectivas.
Pero para dar con la raíz de un referente
filosófico sobre la mentira y el engaño, habría que remontarse hasta La
paradoja de Epiménides para luego dar un salto hasta Gödel y su Teorema de la
Incomplenitud. Epiménides fue un legendario poeta filósofo del siglo VI a. C. a
quien se le atribuye haber estado dormido durante cincuenta y siete años aunque
Plutarco afirma que sólo fueron cincuenta. Se atribuye a Epiménides haber
afirmado:
“Todos los cretenses son unos mentirosos”.
Sabiendo que él mismo era cretense, ¿Decía
Epiménides la verdad? La paradoja de Epiménides, también puede sintetizarse en
“Miento. Hablo” Así lo propone Foucault, en "El pensamiento del
afuera".
El resultado más revolucionario de la lógica del
siglo XX, por el que Kurt Gödel es especialmente famoso, es el teorema de
incompletitud, publicado en 1931. El teorema de incompletitud de Gödel es
bastante sencillo de entender una vez que hemos introducido la paradoja del
mentiroso. Gödel hizo manipulaciones para trasladar el lenguaje natural del
mentiroso al lenguaje de las matemáticas. Lo que probó es comparable (isomorfo)
a la afirmación "Este teorema no tiene demostración". ¡Lo
sorprendente es que él probó el teorema! Diseñó su propio lenguaje lógico para
esto, y en definitiva descubrió que existían afirmaciones verdaderas que no
podían ser probadas dentro del sistema.
Pero volvamos a la mentira y su rol y sus efectos
en la comunicación política. La política viene, genealógicamente, de la guerra,
de ahí que una política sin antagonismos de ideas o intereses es absolutamente
impensable. La política fue inventada, precisamente, para dar formato
argumental al antagonismo violento. La política, en consecuencia, debe ser
construida, paso a paso, a partir de las condiciones pre-políticas que no sólo
la preceden, sino que además, la rodean. Esta es una tesis central de quien
fuera uno de los primeros filósofos políticos de la modernidad: Emmanuel Kant.
En su texto La Paz Perpetua, desarrolla Kant ideas relativas, no sólo para
terminar con las guerras y alcanzar la paz, sino que además, y sobre todo, para
construir relaciones políticas desde el fondo mismo de la guerra.
Kant nos despeja dos incógnitas relacionadas al
por qué Chávez miente. La primera interrogante ¿De dónde proviene la mentira de
un mentiroso? Respuesta: La mentira, o la no veracidad, devienen de una actitud
pre-moral, corresponde a un estadio no-natural que es la asunción del individuo
de permanecer en un estado de guerra constante. Éticamente, cuando las
relaciones se llevan en paz no está permitido mentir, del mismo modo que sí lo
está cuando las relaciones se asumen dentro de un contexto de guerra. Esto no
lo dice Kant, pero se deduce del contenido, una deducción que es, precisamente,
uno de los motivos por los cuales Kant rechaza tan abiertamente toda
posibilidad que lleve a introducir la lógica militar en materias morales o
políticas, pues en la guerra no sólo está permitido matar, sino que además, la
mentira forma parte de la lógica del exterminio. Quien quiere aniquilar a un
enemigo tiene necesariamente que mentir. La estratagema, la emboscada, el
asalto por sorpresa, la difusión de falsas noticias, son partes inseparables
del dudoso arte de la guerra. Un buen general, en tiempos de guerra, debe ser
un gran mentiroso. Al enemigo siempre está permitido traicionarlo si es que se
desea vencer, porque la guerra no sólo no es política. Es, para Kant, la
negación de la política; o el retroceso del ser humano a la era salvaje, cuando
la única virtud posible era la violencia.
Allí está la explicación, la desiderata final del
por qué Chávez no puede concebir una interacción razonada con quien oponga
objeciones a sus ideas, menos aún a sus instrucciones, porque Chávez usa y
abusa del engaño social como proceso de sugestión, un proceso comunicacional
que apela al lenguaje oral y corporal para generar un tipo particular de
sugestión, la sugestión conceptual auto-inducida, para obtener el
desencadenamiento de los reflejos y comportamientos conductuales. Las mentiras
de Chávez se convierten en una forma de sugestión masiva basada en la autoridad
con fines de persuasión proselitista.
La segunda interrogante que nos despeja Kant, es
cómo operan las mentiras de Chávez cuando éste asume al pueblo, de la misma
manera que Hitler asumió a los alemanes como ‘su volk’: La mentira disipa las
incongruencias cognitivas del sujeto frente al comportamiento que se le
solicita y coadyuva en el avance desestructurado de los procesos de
moldeamiento social. Así, la conducta operante se analiza y se modifica de
acuerdo con ciertas condiciones antecedentes y consecuentes de las que es
función. Acaso entre las condiciones antecedentes figuren instrucciones
verbales, lo que no haría sino apuntar a las consecuencias. Estamos entonces en
presencia de un proceso conjugado de conducta moldeada por las contingencias y
gobernada por reglas previamente establecidas por ‘el moldeador’.
Este proceso ha sido altamente efectivo para
Chávez cuando lo ha aplicado sobre colectivos con grandes carencias sociales y
personales, capturables con facilidad a partir de la satisfacción momentánea de
sus necesidades económicas y alimentarias. Se trata de un proceso más bien
simple en el que los asesores de Chávez han especificado la conducta final
deseada en esos colectivos, que por supuesto son relevantes para los intereses
del líder, y han dividido la conducta de las masas en pasos sucesivos y
periódicos, tomando en cuenta el repertorio de respuesta, acciones y actitudes
disponibles en los sujetos que integran el grupo-meta. A esto se le denomina ‘desarrollo próximo’ y
consiste en re-enseñar y reforzar positivamente las aproximaciones sucesivas
conforme se avanza en cada sub-etapa del comportamiento grupal esperado, para
extinguir los aprendizajes, los valores y la cultura social precedente.
El desmontaje de las mentiras y su correlato, la
reafirmación de las políticas comunicacionales sustentadas en la transparencia
y la verdad, tendrá que ser una de las tareas prioritarias de la próxima
administración demócrata y liberal en Venezuela. No será una actividad simple,
pues como lo afirmó Erich Fromm el sentimiento de separación de esas mentiras
que experimentarán los conglomerados sociales les generará una gran ansiedad,
pues la regresión a los rituales primitivos, violentos e incluso orgiásticos
que se manifiestan en el autoritarismo de Chávez y en su dictadura como forma
de gobierno les ha conducido a un falso consuelo y a una reducción ficticia de
sus ansiedades sociales, que es lo único que le queda al ciudadano cuando se le
miente insistentemente, como política comunicacional de Estado.
andresmorenoarreche@gmail.com
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