viernes, 3 de febrero de 2012

GERMÁN CARRERA DAMAS: A PROPÓSITO DE MARÍA CORINA MACHADO PRESIDENTE

GERMÁN CARRERA DAMAS
          Ver surgir, formarse y crecer una personalidad representativa de una de las más nobles y promisorias tendencias de nuestra historia republicana contemporánea, es, para un historiador, un privilegio. Consciente de esta posibilidad y oportunidad, puse atención al desenvolvimiento de María Corina  desde su patriótica y eficaz actuación en Súmate. Tuve la oportunidad de colaborar con esa organización, que consideré y considero necesaria, para estimular y orientar al pueblo venezolano, en su tenaz marcha hacia su definitiva conformación como una sociedad genuinamente democrática. La entereza demostrada por María Corina en medio de las agresiones de todo tipo contra su persona; unida a la lucidez con que en su carácter de representante de ese equipo, guardián de la Soberanía popular, supo recomendar la tarea que realizaban, me dispuso para cumplir mi deber social de historiador con ocasión del lanzamiento de María Corina como candidata a una diputación, lo que hice enviándole el siguiente mensaje público de respaldo:

“Tu candidatura es la natural culminación de un prolongado y fructífero servicio a la causa del restablecimiento pleno de la Democracia en la sociedad venezolana. Tu has contribuido, ejemplarmente, a mantener viva y activa nuestra democracia, aportándole estímulo informado, ejemplo de organización, y orientación sociopolítica; todo en defensa de la soberanía popular. Tu presencia en el bloque democrático del parlamento, que habrá de surgir de las próximas elecciones, gracias a la masiva votación de quienes vivimos activamente la Democracia, significará que todos nosotros, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, que votaremos por ti, en las primarias y en la elección final, estaremos representados por quien ha ganado y merece nuestra confianza.”

          El jueves 12 de enero participé en el acto de instalación de un movimiento denominado Compromiso de Venezuela, cuyo fin es auspiciar y apoyar la candidatura de María Corina en las elecciones primarias programadas acertadamente por la Mesa de la Unidad Democrática, a efectuarse el próximo 12 de febrero. Al intervenir, brevemente, en este acto comencé por declarar que mi presencia y participación se explicaban por verse así satisfecho un pedido mío a María Corina; y enuncié las razones que, desarrolladas, componen el fundamento del presente mensaje histórico. Dije en aquella reunión que a esas razones, tres, les seguiría una breve anécdota que creo pertinente.

          La primera razón: He seguido la trayectoria de María Corina como observadora-participante de la cuestión política venezolana, desde su actuación, muy destacada, en la organización de vigilancia ciudadana denominada Súmate. En reuniones con sus activistas, y en conversaciones directas con algunos de ellos, incluida la propia María Corina, pude catar la patriótica determinación que les animaba a cumplir su deber de contribuir a salvaguardar la Soberanía popular, en el curso de su expresión electoral. Pude así apreciar cómo quienes esta tarea adelantaban tenían una idea clara e informada de la importancia decisiva que reviste, en el sistema sociopolítico republicano, el proceso de formación del Poder público, entendido como una instancia más amplia y compleja que el acto de votación. Veía de esta manera corroborada la aseveración, reiterada de mi parte, de que es en el proceso de formación del Poder público donde radica la fuente no sólo de la legalidad de ese Poder, sino también la fuente de su legitimidad. María Corina y sus compañeros de labores montaban así guardia, velando por la salud de la República.

La segunda razón: He observado y analizado el desempeño de María Corina, como candidata a Diputado, como Diputado y como candidata a la nominación presidencial. De esa observación y análisis ha quedado en claro la propiedad con que ha sabido María Corina correlacionar su prolongado estudio de la formación del Poder público, con su desempeño como candidata en procesos electorales de diversa naturaleza. Creo que la base de este logro ha consistido en la asimilación del principio básico de la Soberanía popular, que consiste en una combinación de respeto y amor respecto del pueblo venezolano. Respeto, porque la conducta de ese pueblo ha motivado el altamente informado juicio de María Corina sobre su hacer la Democracia. Amor, porque le sabe capaz de  perseverar en el empeño de erradicar el despotismo y de realizarse como una sociedad genuinamente democrática.

La tercera razón: Consiste en que esa prolongada observación y el trato personal me han permitido apreciar en María Corina cualidades nada comunes. En sus intervenciones en los medios ha demostrado lucidez expositiva, al revelar estar bien informada y haber reflexionado sobre las materias y cuestiones planteadas a la sociedad venezolana, al igual que consistencia conceptual respecto de problemas y soluciones. Ha dado prueba de pertinencia en la elección de oportunidades de presencia y acción; y de honestidad discursiva nacida de genuina convicción. En suma, cualidades que reunidas en su femineidad han despertado mi admiración.

Vayamos a la anécdota: Vi, y ayudé, a la mujer votando, cuando, en 1946, la democracia que se instauraba le reconoció sus derechos políticos. ¡NO SE LOS OTORGÓ, SE LOS RECONOCIÓ!  Hoy me mueve ver que la hija que una mujer llevaba en brazos, -como consta en una fotografía-, y que votó por primera vez en 1946, simbólicamente representada por María Corina, se postula para servir al pueblo desempeñando el más alto cargo de la República. Es más, lo hace basada únicamente en su trayectoria personal, en su preparación política y en su probado patriotismo; y enfrenta el reto con el coraje intelectual y personal de una mujer.

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          El domingo 15 de enero tuve el honor, en compañía de varios distinguidos invitados, de ocupar  la tribuna, durante el acto de presentación, por María Corina, de su Programa de Gobierno. Lo mostró al público, pero ni siquiera lo abrió. Dedicó alrededor de media hora a exponer, de manera puntual y sistemática, las que definió como las alianzas sociales necesarias para poner orden y paz en nuestra devastada patria. Lo hizo en correcto lenguaje puntual, sobrio y libre de excesos electoreros. Unió la precisión conceptual a la discreción en la valoración de las dificultades que será necesario superar. Fue convincente; y así lo apreció con sus aplausos la muy numerosa audiencia.

          No puedo terminar sin dejar constancia de que no rehúyo la responsabilidad de que mi testimonio parezca cargado de simpatía. Asumiré ese eventual reparo y alego un agravante: muchas veces he declarado, por escrito y verbalmente, que por haber comprendido algo de la evolución histórica de mi sociedad, he llegado a la conclusión de que el acontecimiento de mayor proyección en esa evolución ha sido el que un pequeño grupo de hombres tomara la decisión de reconocerle sus derechos políticos a la mujer, completando así la sociedad de ciudadanos que debe ser una República, y multiplicando las fuerzas de esa sociedad; y así ha sido. Me felicito, como historiador, de ver en vísperas de su culminación esa expectativa de desarrollo social y de definitiva instauración de la Democracia en nuestra patria.

Germán Carrera Damas
Escuela d Historia
Facultad de Humanidades y Educación
Universidad Central de Venezuela

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