jueves, 2 de febrero de 2012

ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA: EL DÍA DESPUÉS. MAGNANIMIDAD Y GRANDEZA

           A una semana de la celebración de nuestras Primarias, un hecho de trascendencia histórica en la tradición democrática de América Latina, crece la expectativa por sus resultados. Mientras partidos, grupos de electores y personalidades acicatean a sus seguidores para responder masivamente al llamado de la Mesa de Unidad Democrática, los tartufos y esbirros del régimen hacen cuanto está a su alcance por minimizar su efecto o desprestigiar sus consecuencias. Tratando de tapar el sol democrático con el sucio mega dedo presidencial. Lo cierto es que nuestras Primarias, contrariamente a lo que sucede en los territorios del régimen y sus pantanosos aledaños, reafirman nuestra vocación democrática e imponen el discurso de la libertad, de la igualdad y de la justicia en una sociedad que resiste valientemente a la corrupción, el malandraje y la represión totalitaria. Un régimen comandado por un ladrón, como bien lo señalara con su habitual lucidez, oportunidad y coraje nuestra diputada y precandidata María Corina Machado. Democracia de Primarias contra Dedocracia monárquica. Más claro, imposible.

            Nos preocupan dos fenómenos, concomitantes con los procesos de Primarias donde quiera tengan lugar: la reacción de los derrotados y la respuesta de los vencedores. Asunto tanto más crucial cuanto que al día siguiente de celebradas, las Primarias deben dar paso a la conformación de un frente unido, cuya fortaleza, coherencia y capacidad de combate en su marcha hacia el enfrentamiento verdadero y definitivo, que tendrá lugar el 7 de octubre frente a un sólido, inescrupuloso y poderoso adversario, dependen de la generosidad del vencedor y la grandeza de los vencidos. Pues un elemental ejercicio de matemática electoral señala que sólo unidos, férreamente unidos, los votantes de vencedores y vencidos podrán alcanzar y fortalecer el poder necesario para derrotar a quienes disponen de la omnipotencia del Estado, los bienes de todos los venezolanos, la disposición sobre las instituciones, las fuerzas armadas e incluso de un árbitro electoral quye actúa como virtual ministerio al servicio del presidente de la república.
  
            A esa necesaria sumatoria de voluntades y esfuerzos debe agregarse un factor de extraordinaria importancia: cada precandidato aporta un aspecto singularr, una determinada sabiduría, una fuerza específica de ideas y propuestas. Un paquete de anhelos ciudadanos. Todos los cuales son indispensables. Conjugarlos sin mezquindad, sin absurdos resquemores y prejuicios, sin prepotencia ni soberbia es la primera obra del talento del candidato electo. De su éxito en esta tarea depende la victoria final.

            El triunfo del vencedor puede convertirse en pírrica victoria si no abre su corazón a todas las fuerzas y tendencias opositoras. Debe, en primerísimo lugar, despartidizarse: a partir del 13F deberá dejar de ser el candidato de un partido o de una alianza de partidos para convertirse en el candidato de TODOS los venezolanos. Tarea de apertura y grandeza que debe ser asumida no sólo por el candidato, sino por sus partidos. Los cuales deberán dejarlo en absoluta libertad de acción para que pueda conectarse con el corazón de cada venezolano. Lo cual vale no sólo para los partidos del vencedor, sino también y principalmente para los partidos de los vencidos.

            Desde que la cultura política ha superado la horda y el canibalismo tribal, se recomienda magnanimidad en el triunfo y grandeza en la derrota. El 13 de febrero, deberemos ser capaces de cumplir con ambos mandatos. Que la sabiduría de Dios y de los hombres nos ayuden a resolverlos a cabalidad.

sanchezgarciacaracas@gmail.com


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