jueves, 23 de febrero de 2012

ADOLFO R. TAYLHARDAT: CAPRILES LO VOLVIÓ LOCO

Definitivamente los más de tres millones de votos, de los cuales el candidato únitario de la oposición obtuvo las dos terceras partes, generó una crisis de esquizofrenia generalizada en  el oficialismo. El más afectado fue el propio führer, que no lograba entender cómo era posible que de pronto el país dejara de ser un objeto inerme del cual él podía disponer como le viniera en ganas.
Primero optaron por ignorar los resultados de las primarias.
Luego intentaron desestimarlas diciendo que había habido “poca participación”.
Después, ante las cifras apabullantes de la participación, optaron por tratar de introducir dudas afirmando que era imposible que más de tres millones de votantes pudieran haber tenido tiempo para votar en el tiempo disponible para ello. Sacaron argumentos matemáticos ridículos y el presidente de la Asamblea Nacional afirmó que la cifra de votantes no aguantaba una revisión matemática. Al parecer este personaje desconocía que la totalización de los resultados de las primarias se llevó a cabo empleando los recursos técnicos del Consejo Nacional Electoral, órgano sufragáneo (hasta ahora) del régimen.
Luego se dedicaron a atacar las primarias porque no se emplearon las máquinas captahuellas, se dejó al arbitrio de cada quien impregnarse el meñique con tinta indeleble  y porque, tal como estaba previsto y anunciado,  transcurridas 48 horas desde el escrutinio, se procederó a destruir los cuadernos de votación. Definitivamente, estas sabias medidas tuvieron un efecto positivo porque contribuyueron a vencer el temor de que el oficialismo pudiera identificar quienes, de sus filas, había votado el domingo 12 de febrero. Fueron un factor determinante en el nivel de la participación.
Luego vino la barrabasada del tribunal supremo de justicia de dictar en tiempo asombrosamente record una sentencia prohibiendo la destrucción de los cuadernos electorales. Tamaña estupidez puso una vez más en evidencia la falta de autonomía e independencia de la más alta autoridad judicial del pais. Además de incurrir en ultra petita al extender erga ommnes los alcances de una demanda originalmente limitada a una pequeña cirucnscripción electoral, constituyó una instromisión abusiva e insconstitucional en un proceso comicial de carácter no oficial en el cual las autoridades no tenían ni arte ni parte. La órden impartida por el TSJ al Ministro de la Defensa para que hiciera cumplir la prohibición de destruir los cuadernos electorales tuvo, entre otras, la consecuencia trágica de la muerte de un joven atropellado por una grúa de la policía que trataba de robarse, si, de robarse, un vehículoen el cual supuestamente se encontraban los cuadernos electorales de una pequeña circunscripciópn electoral de uno de los barrios suburbanos de la ciudad de Maracay. Pero como dice el refrán el TSJ pió demasiado tarde. Para el momento en que sale publicada la sentencia todos, o al menos prácticamente todos, los cuadernos electorales habían sido destruidos.
Luego vino la arremetida de insultos, injurias, vituperios, agresiones verbales, burlas, mofas, y cuanto dispuso en su repertorio, del propio jefe del Estado contra Henrique Capriles. ¡Qué tristeza y qué vergüenza produjo ver al führer bajarse de su condición de jefe de Estado para convertirse en un vulgar camorrista pendenciero tratando de provocar a Herique Capriles!  Y ese es el personaje que ha tenido en sus manos hasta ahora las riendas del poder y pretender eternizarse en él.
Y por supuesto, no podían faltar las acciones de guerra sucia que comenzó con la publicación, nada menos que en el sitio Web de la Radio Nacional de Venezuela (la emisora oficial del gobierno), de un asqueroso artículo en el cual se recurre al origen judío de los antepasados del candidato de la unidad para tratar de desprestigiarlo. Todo ello a pesar de que es públicamente conocido que Capriles es católico.
Por último, el chivo expiatorio parece que será la presidenta del CNE por haber aceptado que no se usaran las captahuella ni la tinta y que se destruyeran los cuadernos electorales. “Debe haber alguna ley que prohiba esto.” No sería extraño que con los poderes extraordinarios que le permiten legislar por decretos invente una ley prohibiendo “eso” con efecto retroactivo y mande a poner presos a todos los que intervinimos en la primarias.
Al führer le enardece  que Henrique Capriles no se ha rebaje respondiendo sus insultos y que, por el contrario, haya asumido la sabia estrategia de no caer en sus provocaciones. “El majunche tiene unos asesores que le han dicho que no confronte conmmigo”. “Bueno majunche eso va no va ser posible porque conmigo es la cosa, vas a tener que confrontar majunche, o salir corriendo”. “¡Te vamos a pulverizar el 7 de octubre!” A todas estas Capriles, como debe ser, permanece sereno, impávido, lo que exaspera, encoleriza y cabrea todavía más al führer.
En todo caso, la confrontación, no será verbal sino de votos el 7 de octubre. Ese día, estoy seguro, marcará el fin de la dictadura y el regreso a la democracia. 
adolfotaylhardat@gmail.com
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