Todas
nuestras acciones y omisiones, nuestras palabras y silencios, decisiones y
elecciones tienen efectos. Siempre, sin excepción. La responsabilidad nos hace
conscientes de ellos y nos permite crear una vida responsable, una vida
trascendente y con sentido.
La
talidomida, droga elaborada en 1947 y vendida hasta 1960 como tratamiento
seguro del insomnio, la ansiedad y los vómitos matutinos del embarazo se recetó
por primera vez en la década ´50. En Venezuela, la droga fue presentada a
registro en 1959; debido a sospechas sobre trastornos metabólicos en animales
de experimentación, la Junta Revisora de Especialidades Farmacéuticas (JREF),
un equipo estelar que hubiera sido odiado por Chávez, constituido entre otros
por los doctores por Marcel Granier-Doyeux, Alfredo Planchart y los esposos Siegbert
y Elly Holz, recomendó solicitar estudios adicionales y el producto se mantuvo
en retenido durante dos años y medio. En vista de no encontrarse nuevos datos
desfavorables sobre la seguridad de la droga, fue aprobada en agosto de 1961.
Dos meses después se supo de un estudio donde se describían malformaciones
congénitas, especialmente focomelia –ausencia o malformación de extremidades
que da al niño el aspecto de una foca-. De inmediato, se prohibió la
importación y comercialización del producto y se canceló el registro
correspondiente. Debido al profesionalismo y la responsabilidad de esa Junta,
la talidomida nunca se consumió en el país y no se vieron niños focomélicos.
Creciente
pánico ha surgido entre las poseedoras de prótesis mamarias francesas PIP. La
ministra de salud, en forma irresponsable ha hecho un mezquino ofrecimiento,
retirarlas gratuitamente y condenar a las poseedoras a someterse por su cuenta
y de propio peculio a una segunda intervención para reemplazarlas. Se regalan
10 millones de dólares a un hospital uruguayo y no hay dinero para afrontar la
responsabilidad total de las sufrientes. Achacan a las comercializadoras la
culpa. Me pregunto, ¿Es que el Estado venezolano no debe, primariamente,
garantizar la seguridad de todo aquello concerniente a registros sanitarios?
Desde 2000, la FDA de EE.UU. había denunciado el peligro de las PIP. ¿Dónde
estaban los rojitos responsables? Es bien sabido que las vacunas que proceden
de Cuba no son confiables ni aceptadas por la OMS, y que las medicinas con que
tratan a nuestros pacientes en un CDI no dicen de qué laboratorio farmacéutico
provienen, no tienen registro sanitario ni tienen fecha de vencimiento.
Se habla de
prótesis chimbas, yo creo que debe más bien hablarse de indiferencia e
irresponsabilidad de la chimborria que nos gobierna…
rafael@muci.com
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