domingo, 22 de enero de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: PIDO LA PALABRA / LA DESVERGÜENZA COMO HECHO

Hoy el país tiene la inflación más alta del mundo. Así como los peores índices de transparencia administrativa del continente. El régimen busca modificar todo sin que, en verdad, lo puedan hacer de manera sensata. Hacer ver a Cuba como el 'mar de la felicidad', es patético, cuando en realidad es el país más usurero y desarrapado de América.
No hay duda alguna de que Venezuela vive momentos profundamente críticos. Es tal el nivel de criticidad, que la incertidumbre pasó a convertirse en el mejor aliado, no sólo a las ejecutorias del Ejecutivo Nacional. Igualmente, a las decisiones que escasamente toma quien más pueda atreverse a salirle al paso al difícil devenir que constituirá los días por venir. Particularmente, tratándose de un año marcado por el complicado proceso electoral que se avecina. En todo caso, es innegable reconocer que los problemas que afectan al país, son culpa del (des)gobierno que azota los procesos de conducción social que definen la movilidad política nacional.

Esta situación tiende a magnificarse. Más, cuando se sabe en manos de quien están las altas decisiones del régimen que no por altas no dejan de ser rastreras en cuanto a calidad e intención.  Cabe referir, especialmente, la relacionada con el nombramiento del Henry Rangel Silva como ministro de la Defensa la cual deja mucho que desear dado la picardía que marca su hoja de vida. Por ejemplo, se sabe de su presunta implicación en el escándalo de la valija contentiva de los ochocientos mil dólares enviados a la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner por el gobierno venezolano. En 2008, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ordenó congelar cualquier cuenta bancaria o bienes que Rangel Silva pudiese tener bajo jurisdicción estadounidense, bajo el argumento de que existían evidencias de que el militar había apoyado materialmente a las FARC en sus actividades de narcotráfico. En 2010 declaró a un periódico que los militares estaban “casados” con el proyecto político del presidente, a quien juraban “lealtad completa”. Fue tan obsceno, que se atrevió a decir que “la llegada de un gobierno diferente al chavismo a Venezuela sería inaceptable”.

Poco después, su genuflexión fue recompensada. Es ascendido a general en jefe, el máximo grado militar. Ahora, sin abandonar la jefatura del Comando Estratégico Operacional, Chávez le encarga la conducción del ministerio más influyente. No sólo por los recursos financieros que maneja. Asimismo por los compromisos que sobre él recaen. Así que con este cuadro de realidades, no puede negarse lo mal que está Venezuela. Aún cuando muchos de los afectos al régimen no quieran entenderlo por ignorancia, o aceptarlo por temor a ser despedidos o imputados ante el menor error cometido.

Es insólito lo sucedido durante estos últimos trece años en los que el fisco nacional recibió casi un billón doscientos mil millones de dólares. Y a pesar de tan multimillonarios ingresos, el régimen dejó perder la infraestructura con la cual contaba el país. Peor aún, no construyó alguna nueva por lo que pudiera arrogarse algún mérito. Contrario a esta ola de desmanes, el régimen se ha endeudado hasta los tuétanos. Encima de esto, pretende arriesgar la estabilidad de las ya precarias reservas internacionales. Ha destruido buena parte de su industria y su producción agropecuaria. Volvió añicos a PDVSA.

Hoy el país tiene la inflación más alta del mundo. Así como los peores índices de transparencia administrativa del continente. El régimen busca modificar todo sin que, en verdad, lo puedan hacer de manera sensata. Hacer ver a Cuba como el “mar de la felicidad”, es patético, cuando en realidad es el país más usurero y desarrapado de América. Entonces, la pregunta, ciertamente es preocupante por cuanto no deberían existir razones ni empachos para que hoy Venezuela haya relegado la posibilidad de ser un país desarrollado económica, social y políticamente con la potencialidad física y espiritual que ha demostrado. Entonces, ¿qué está pasándole? ¿Qué está pasando? Pudiera ser que muchas respuestas contesten esta pregunta. Pero en todo caso, hay que salirle al paso a las dificultades más rápido que temprano. De otra manera, la ruina nacional será inminente. Sobre todo, si persiste en mantenerse la desvergüenza como hecho.

VENTANA DE PAPEL

UNA HERENCIA DESPRECIADA

Venir de un maestro universitario, compromete una vida. Alcanzar el éxito suficiente como para que los demás puedan considerarlo a uno digno hijo de un padre meritorio, no es fácil. Sin embargo, es posible. Más aún, es un deber de quien mantiene el apellido y de ello pueda enorgullecerse. Pero no todos los hijos de hombres magnánimos, logran tan altruista propósito. En algunos casos, son consumidos por apetencias propias de coyunturas políticas o económicas.

Este preámbulo cabe para referir las decisiones tomadas por algunos funcionarios del actual régimen quienes pudiendo actuar apegado del lado justiciero de situaciones tan críticas como el representado por las expropiaciones de importantes espacios académicos decretado por el alto gobierno en contra de la Universidad de Los Andes, olvidan el esfuerzo de sus padres quienes en vida defendieron el blasón universitario emplazado desde la autonomía y las libertades que le imprimen sentido a la Universidad venezolana.

Particularmente, resulta contraproducente que quienes viniendo de un maestro universitario, sólo por acomodaticios intereses populistas, aludidos en nombre de una mentirosa revolución, además montada sobre un socialismo de pasquín, se atrevan a confinar el significado y accionamiento de la Universidad autónoma negándole sus derechos de desarrollo a favor del afianzamiento de una ciencia nacional. En otras palabras, es como renunciar  o abandonar un inmenso y espléndido legado de valores y de ejemplos. Es como vivir con una herencia despreciada.

DESORDEN AUTORIZADO

Con la venia del régimen, la ciudad turística y estudiantil de Venezuela, Mérida, es  ahora escenario de los llamados moto-taxis. Aunque su presencia fue regulada por un reglamento aparecido en Gaceta Oficial a los fines de oficializar su aplicación, el desorden generado a causa de ellos es propio de estos cambios revolucionarios que han venido desatándose para complacer los gustos del “pueblo”.

El problema tiene distintas lecturas, aunque todas llevan a un común denominador relacionado con dos aspectos que han contribuido a afear la ciudad.

El primero, referido a los puntos de concentración pues ocupan áreas peatonales así como de estacionamiento vehicular a pesar de la escasez que hay de los mismos en medio de las estrechas vías que configuran la red vial merideña. El segundo, está enlazado con el comportamiento anárquico y desaforado de estos motorizados que no respetan normas. Mucho menos, peatones o vehículos en movimiento puesto que su desconsideración pone en riesgo la vida del cliente quien hace de “parrillero” en motos sin mayores agregados de resguardo. Apenas, un semi-casco que sumado a la velocidad que desarrollan en medio del apretujado tráfico automotor, no constituye garantía alguna de seguridad para ninguna de las partes comprometidas.

Y no podía ser de otra forma, porque todo se corresponde con un desorden autorizado. Así es como se gobierna. Dejando que las realidades se vean dominadas por un desbarajuste integral.

“GANAR-COBRAR-GOBERNAR”

Esta es la ecuación que, según Rafael Simón Jiménez, debe resolverse sin vicisitudes ni tampoco dudas o miedos. En su opinión, la relación entre estas tres condiciones, debe primar las realidades políticas que definirán las circunstancias electorales durante 2012 pues bajo las mismas se verá sometido el esfuerzo y voluntad democrática de aquella población que vive desesperada por los abusos cometidos no sólo por funcionarios del régimen. Sino mucho peor, por el propio presidente de la República.

El verbo “ganar” compromete el propósito de alcanzar la victoria el 7 de Octubre de forma contundente para lo cual habrá que demostrarle al país que igualmente el próximo 12 de Febrero la oposición democrática sabrá demostrar su fuerza de convocatoria mediante la votación que deberá y podrá contarse.

El verbo “cobrar” refiere la decisión de conseguir el triunfo electoral con la ventaja suficiente y necesaria para convalidar ante los ojos del mundo nacional e internacional la legitimidad del cambio logrado. Para ello, habrá de ponerse en marcha una transición que entienda el sentido de la alternabilidad como principio constitucional y razón de la democracia moderna.
Y el verbo “gobernar” alude al proceso de conducción social que se implantará en el país con justicia, equilibrio y determinación de objetivos de desarrollo económico sin atropellar políticamente a nadie. He ahí la razón para “ganar-cobrar-gobernar”.

antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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