domingo, 8 de enero de 2012

ANALITICA PREMIUM: EL DELFÍN (EDITORIAL)

Ahora bien ese no es necesariamente el verdadero delfín. En efecto, parece que en esta Venezuela bolivariana el tema es más complejo: por lo vista existía un tapado y que se ha venido destapando poco a poco.
En las monarquías el delfín era el primogénito de sexo masculino, en aquello reinos en los que se aplicaba la ley sálica. En los regímenes comunistas aún vigentes, nos referimos a Corea del Norte y Cuba, el ungido es un miembro de la familia.
DELFIN AMAESTRADO
En la Venezuela revolucionaria actual parecía que el delfín era aquél a quien  Hugo Chávez le había otorgado su bendición designándolo vicepresidente de la República; como tal, en caso de que hubiese una falta absoluta, asumiría la presidencia por el resto del período constitucional.
Ahora bien ese no es necesariamente el verdadero delfín. En efecto, parece que en esta Venezuela bolivariana el tema es más complejo: por lo vista existía un tapado y que se ha venido destapando poco a poco. Nos referimos al primer vicepresidente del PSUV Y ahora recién encumbrado Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. A él se le considera como el jefe de la fracción militar, mientras que el actual vicepresidente, Elías Jaua lo era del ala izquierda. Y ¿dónde quedó Maduro?.
Sean cuales fueran los designios finales del poder supremo lo que salta a la vista es que aparentemente el poder de las bayonetas  es más poderoso que el de la ideología. No importa cuán duro cacaree el gallo siempre seguirá siendo gallo y no otro animal. Por los vientos que soplan, el militarismo sigue siendo el factor esencial del poder en Venezuela y los civiles que se creían con derecho se irán dando cuenta más temprano que tarde que sólo eran la comparsa.
La democracia no consiste en obedecer al jefe como en los cuarteles sino en  opinar, debatir, discutir y por último lograr consenso. Eso es anatema en el orden militar en el que todo está subordinado a la jerarquía. Algo parecido ocurre en algunos credos religiosos y en los partidos comunistas regidos por el llamado centralismo democrático, extraña expresión de lo que en realidad no ha sido otra cosa que la voluntad única y exclusiva del gran líder.
Ahora en Venezuela la cosas se están viendo más claras: quienes mandan son los que controlan el poder de fuego. No hay por qué sorprenderse porque esa fue siempre la regla histórica salvo en la era democrática. Por eso es tan importante lograr el 12 de febrero la unidad civil para recuperar la democracia en nuestro país.
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