La experiencia latinoamericana ha sido trágica a la luz de su desempeño económico. Durante muchos años se aplicaron en la región modelos populistas de corte socialista que produjeron resultados desastrosos, los cuales fueron sustituidos por las recetas neoliberales del consenso de Washington. Estas recetas, que se decían orientadas a modernizar y corregir los desequilibrios de las economías en nuestras naciones, se aplicaron dejando intactos muchos de los males precedentes y vicios institucionales del pasado. El Estatismo y el neoliberalismo, dos caras de una misma moneda, constituyeron un maridaje terrible.
En tal sentido podemos identificar con gran claridad los 5 grandes males que explican el fracaso económico de América Latina, a saber: 1) Corporativismo, tratamiento dado a la persona, no como individuo, sino en tanto miembro de una casta, grupo, categoría o asociación.2) Privilegios discriminatorios, repartidos o negados, según se pertenezca o no a una corporación. 3) Mercantilismo de Estado, repartidor y árbitro supremo que da y quita.4) Transferencia de riqueza ascendente, desde los sectores más bajos y humildes de la población a la cúspide privilegiada.5) Finalmente, la Ley como herramienta política al servicio de las corporaciones privilegiadas y su parasitismo, del cual el Estado es instrumento.
En cada uno de estos 5 males se nos muestra una interrelación de factores culturales, por un lado, e institucionales por otro, que impiden la creación y distribución de riqueza del modo más justo y equitativo a través de los mercados libres. Estas son sin duda las causas de nuestro subdesarrollo y la razón que impide superar consistentemente la pobreza.
¿Cómo salir adelante?
Identificados los 5 principios del atraso y la opresión económicas, podemos entonces enunciar los 5 principios básicos de la liberación para superar estos males y salir adelante , es decir, los opuestos a los anteriores antes enumerados, a saber:
1) Garantías individuales, concebidas de modo general o universal y no como inherentes al hecho de pertenecer a una determinada casta o grupo social..
2) Igualdad de derechos en ausencia de privilegios discriminatorios.
3) Ley justa y no política lo cual consiste en legislación como principio de conducta justa, tal y como ella es efectivamente practicada voluntariamente y en paz .
4) Circulación de la riqueza según los mismos medios y canales según los cuales esta se crea, que son los factores productivos y empresas en abierta competencia de mercado.
5) Finalmente, y quizás lo más importante, (o sin el quizás) capitalismo popular y de mercados en lugar de capitalismo de Estado.
El socialismo, sobre todo en su versión más perniciosa y destructiva, ya sea soviético, cubano y ahora venezolano, es básicamente capitalismo de Estado.
El sector estatal se hace dueño y propietario de los medios productivos, lo que constituye una grave deformación. Los medios de producción deben estar en manos de los ciudadanos, de los emprendedores, quienes se regirán por unas reglas de juego y un orden institucional, garantizado por el Estado, que apunte a preservar tres cosas fundamentales: La vida, la libertad y la propiedad de las personas.
Otra de las cosas claves que hay que entender es que el motor del capitalismo popular no es la deuda o el crédito, como se nos dice, sino el ahorro, ya que sin ahorro o capitalización no hay préstamo sano, sino una antieconómica expansión artificial del crédito “barato”, con fines políticos que nos mantiene a todos permanentemente endeudados.
Es importante entender este fenómeno ya que de no hacerlo se producirán consecuencias nefastas y deformaciones del modelo de libertad económica, tal y como sucede en este momento en EE.UU y la Unión Europea, sociedades que atraviesan una grave crisis ya que se pusieron a gastar más de lo que les ingresa.
El capitalismo popular nos presenta una alternativa al socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez, un programa a futuro, una solución.
De esta forma propone derogar las leyes malas y contradictorias (que son muchas); una reforma judicial que nos brinde tribunales no politizados, idóneos e imparciales y un vasto programa de venta de empresas estatales ineficientes, regresando algunas de ellas a los antiguos dueños que deseen recuperarlas, todo con el objeto de ponerlas en manos privadas.
Esta iniciativa no debe realizarse con fines fiscalistas, es decir para recabar fondos y destinarlos a gasto público improductivo, ni tampoco debe ser de carácter monopólico, como ocurrió con las llamadas privatizaciones que promovió en los años 90 del siglo pasado las recetas neoliberales del consenso de Washington. Con los fondos obtenidos como consecuencia de la venta de activos mercantiles estatales, se debe cancelar la enorme deuda pública contraída durante la última década.
Una transición
El capitalismo popular tiene una muy definida dimensión solidaria. Por eso, para el paso de una sociedad estatista, económicamente ineficiente, poco competitivita, que obliga a sus ciudadanos a bajar los brazos y los resigna a consumir sin producir, a otra de carácter liberal, con una economía eficiente y competitiva, a fin de generar masivamente los bienes y servicios que demanda nuestra nación, se propone una transición, una suerte de aterrizaje amable destinado a auxiliar a las víctimas depauperadas por la sobredosis de medidas socialistas y estatistas que se pusieron en marcha durante las últimas décadas en Venezuela( las ideas socialistas no llegaron al poder con Chávez, tenían tiempo siendo aplicadas).
Básicamente lo que hay que hacer en este sentido es: transferencia de poder económico del Estado hacia la gente, titularización de las tierras urbanas en donde habitan los más pobres, formalización de los trabajadores no dependientes( buhoneros) y una extensa política de desregulación para abaratar y facilitar la iniciativa empresarial por parte de los sectores populares.
La Asociación Civil Petróleo para el Pueblo, la cual presido, tiene 8 años promoviendo los valores asociados al capitalismo popular. Para hacer realidad en nuestro país una idea como esta es indispensable adelantar un cambio radical en la relación Estado, petróleo y sociedad a objeto de hacer posible que Venezuela pueda salir de la pobreza y convertirla en una nación de oportunidades, próspera y productiva. En tal sentido hemos propuesto el Sistema de Capitalización Popular de la Renta Petrolera.
Hay que saludar con entusiasmo la iniciativa de María Corina Machado de presentar un programa de gobierno y un modelo de sociedad que apunte al desarrollo de un tipo de capitalismo popular, ya que es la mejor y tal vez la única alternativa frente al programa socialista del presidente Hugo Chávez. Ya no estamos solos.
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA