Desaparecer es la meta de los programas sociales; desaparecer lo más pronto posible, luego de servir de paliativo, de solución urgente ante debilidades o problemas que agobian a determinados sectores. Los programas sociales deben desaparecer después de lograr que los ciudadanos puedan -por sí mismos y de manera satisfactoria, acorde con su dignidad humana- avanzar en calidad de vida.
La obligación del Estado promotor es crear condiciones para que todos tengamos trabajos dignos y bien remunerados, que nos permitan atender nuestros propios requerimientos. No quiero un Estado propietario y ciudadanos indigentes y débiles; queremos venezolanos propietarios y emprendedores, forjadores de su propio destino, con un Estado estimulador de la iniciativa privada y garante de la justicia y la constitucionalidad, de la igualdad ante la ley y las oportunidades.
De lo antes dicho, ¿Mercal y Pdval deben desaparecer? Si, y lo más pronto posible. No quiero más “PUDREVAL” para mi país. No queremos al Estado ocupándose de vender verduras y pollos, espaguetis y frutas, por lo demás importadas y pagadas en dólares, generando corrupción y pobreza en Venezuela, y riqueza para quienes nos venden el pan nuestro de cada día.
Hoy, Mercal y Pdval lucen como una bondad, como programa necesario, y lo es en el corto plazo, pero el objetivo es cambiar. Que haya suficiente estímulo al productor nacional, buenos empleos para los venezolanos, mejores salarios para todos, y que las verduras las vendan los abastos y supermercados libremente, mientras que los consumidores -todos con poder real de compra- los adquiramos a nuestro antojo y gusto, sin hacer colas indignantes e innecesarias. El Estado cumplirá su rol de promotor y, simultáneamente, su papel de legislador y supervisor para que impere la justicia.
Para muestra un botón. Recientemente en Informe del Departamento de Agroprocesados de Bicentenario, Terrazas del Ávila -el no hace mucho tiempo Éxito expropiado- registra una pérdida mensual de más de 20 millones en mercancía que al final debe ser botada. Solo el pasado mes de septiembre desecharon 861 kilos de pollo e innumerables kilogramos de cochino, pavo, “novillo empacado nacional” y otros productos. La ineficiencia y la corrupción oficial en marcha. El viejo Éxito, ahora es fracaso.
¿La Misión Barrio Adentro debe eliminarse? Si, debe transformarse y ser una actividad prioritaria en el Despacho Ministerial encargado de la salud pública. Es un programa fundamental de atención primaria cercano a la gente, una buena idea pésimamente implementada, llevada de manera ineficiente y corrupta. La Misión de la medicina familiar, próxima a la comunidad, no puede manejarse como un operativo, sino como programa permanente y eficiente.
¿Y la Gran Misión Vivienda? Es parte de la propaganda electoral y de la demagogia que promete lo que no está en condiciones de cumplir. La vivienda social es, en cualquier país, producto del empeño mancomunado del Estado y la empresa privada. ¿Quién construye viviendas con una guillotina en el cuello? El afectado es el pueblo. La tarea del gobierno no es construir vivienda, es promover su construcción con sentido social.
Son insuficientes estas líneas para echar un vistazo a todas las misiones, la mayoría de ellas fracasadas, pero con aspiración a eternizarse. La misión es otra: hacer válido el esfuerzo ciudadano y que el Estado promueva, no que se haga propietario. Estado totalitario no lo quiero, no lo queremos.
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