Habíamos tomado la decisión de no tratar más el tema del CNE, de su tan vitoreado sistema automatizado smartmatic y de su ampuloso REP, más que todo por que queremos alejarnos de cualquier práctica que induzca a la abstención a los electores encapsulados en la fórmula oficial. También por lo que concierne a la sospecha de que especiales situaciones imprevistas, surgidas a última hora, son presagios nada favorables que apuntan hacia un cambio drástico en la agenda política del momento. Aún cuando creemos que la historia no “vuelve a repetirse”, nos atormenta el recuerdo de épocas pasadas, cuando fuimos testigos de acontecimientos nefastos para la anécdota republicana. Y es que 1948 inscribió en nuestra conciencia un perfil indeleble: no se pueden ver en vano, tras las rejas, personajes y espíritus tan ejemplares, como el de de nuestro primer novelista, Don Rómulo Gallegos y el de nuestro gran poeta popular, Andrés Eloy Blanco, sin hacer un esfuerzo facial para que se mantengan en su cauce unas lágrimas que no deben mojar nuestras mejillas, si queremos escribir del y para el ahora.
No deseábamos hablar más sobre el tema, pero la irrupción precipitada de la Presidente del CNE, en rueda de prensa y ante la opinión pública, al anunciar las fechas de los próximos comicios y pedir a los venezolanos que, por favor, creyeran en sus palabras y respetaran los resultados que diera el árbitro electoral, para no hacer caso a las injustas descalificaciones procuradas por unos “grupúsculos de alborotadores”, nos obligó a reconsiderar nuestra decisión y volver a plantear que la debilidad fundamental de nuestra democracia está consagrada en la composición y el abrupto historial de nuestro “destacado” tribunal electoral, transformado en un empedernido legitimador de arbitrariedades inconstitucionales.
Y a tal efecto, como nos sentimos aludidos por el señalamiento de la Rectora principal –somos “alborotadores” desde hace tiempo-- se nos ocurre plasmar a continuación lo que sobre el REP y el CNE escribimos en febrero del 2006, hace más de cinco años:
“El promedio de la tasa de crecimiento poblacional en Venezuela en los últimos 10 años, se ubicó en una cifra bastante aproximada al 1.8% (según los datos ofrecidos por el INE) y el porcentaje de venezolanos que cumplen anualmente los 18 años y están potencialmente aptos para ingresar al registro electoral fue, históricamente , de un 2,0%. No obstante, desde las elecciones presidenciales de 1998 hasta las de igual propósito, celebradas en el 2000, el REP creció de 11.013.020 a 11.720.660 electores, significando un crecimiento relativo de 6.42%, atribuible a un gran esfuerzo de las autoridades de identificación (conjuntamente con el CNE), en operativos especiales destinados tanto a nacionalizar extranjeros de origen latinoamericano, especialmente andino, residentes en el País por largo tiempo, como a incorporar jóvenes y adultos rezagados (….¡REZAGADOS!....) quienes no se habían mostrado partícipes del proceso cívico nacional. Esto indica que en 18 meses (año y medio) la tasa de crecimiento electoral en el País se duplicó y pasó a un 4.2% anual.
De ahí la explicación para que en Noviembre del 2003, el CNE, oficialmente, indicara que el REP para la fecha, arrojaba la cifra de 12.260.895 inscriptos. No obstante, es necesario aclarar que se vivió una situación de excepción, con los llamados “operativos-expresos” de la ONIDEX y que ello no podría significar que se hubiese cambiado el patrón de la tasa de crecimiento del REP, que tendría que seguir dándose en una relación proporcional al crecimiento mismo de la población en general. Es decir, que sin esos casi 400 mil nuevos inscriptos, “rescatados” por las autoridades de identificación, en repuesta a una política de máxima inclusión participativa, en orden a los nuevos principios de la Constitución del 99, la población electoral difícilmente habría llegado, para el 2003, a 12 millones de venezolanos aptos para votar. Pero, según indicaron los voceros del CNE posteriormente, a través de nuevos y diversos operativos encaminados otra vez a nacionalizar y cedular extranjeros, se incorporaron al REP 250.000 ex inmigrantes, procedentes, fundamentalmente, de los países vecinos del área andina, quienes al ser nacionalizados, debían, inmediatamente, pasar a ser nuevos votantes. Así, para Agosto del 2004, el CNE anunció que la cifra del REP (para el Referéndum Revocatorio) se había elevado a 14.037.900.
Aparentemente, existe una contradicción demasiado abrupta entre las cifras que aún hoy sigue dando el INE para identificar la Población General del País y su correlación con la población apta para votar. ¿Porqué? Veamos. Si aceptáramos esta cifra como válida, necesariamente vamos a encontrar una extraña incongruencia que debe llamarnos la atención. Vamos a ver. Sumemos los nuevos venezolanos de origen extranjero, recién nacionalizados y apliquemos la nueva tasa de crecimiento electoral para un año (4.2%) en el lapso de 9 meses (de Noviembre a Agosto), por lo que tendríamos un crecimiento comprobable de 636.217 nuevos votantes (los 250.000 extranjeros nacionalizados más 386.217 recién inscriptos, a razón de 4.2% anual, pero en los últimos 9 meses a los que se refieren los datos del CNE aludidos). No obstante, la cifra final dada por el CNE para habilitar el referéndum de agosto nos habla de un “excedente” (ni nacionalizados, ni nuevos votantes por cumplir la edad legal para participar) de 1.200.788 supuestos electores, a quienes habría que identificar y localizar a través de la Data del REP que el CNE debería suministrar a cada una de las partes políticas que lo soliciten.
Esa es una tarea que hasta ahora nadie ha podido cumplir (porque el mismo CNE lo imposibilita, alegando que constituye una “información confidencial reservada”) y hasta que no pueda accederse a esta información y consecuencialmente evaluarse y auditarse, no puede darse por válida la cifra del REP dada por el CNE para Agosto del 2004, ni tampoco puede ser utilizada, como referencia, para los procesos posteriores, incluido el de las Parlamentarias del 4 de Diciembre del 2005 y mucho menos para el Presidencial a celebrarse a finales del presente año. Esta circunstancia es cada vez más grave si observamos que el INE (Instituto Nacional de Estadística) afirma que, para el día de hoy (27 de febrero del 2006), la población total de Venezuela alcanza la cifra, exacta y oficial, de 26.873.331. Es decir que, de aplicarse la máxima de “uno de cada dos venezolanos son aptos para votar” (CNE) no deberíamos tener más de 13 millones y medio de inscriptos en el REP, para este momento y no, como ya se han atrevido a asomar algunas autoridades del CNE, alrededor de 17 millones. ¿O es que en verdad vamos camino, a “trocha y moche”, a la brava, a los 10 millones “por el buche” que anunció el Presidente? Y si regresáramos a un examen de los resultados del Referéndum del 15 de Agosto, aceptando que sólo hay Un Millón de votantes de “dudosa existencia, inexplicables” y que están sobrando o son virtuales…¿a cual renglón de los resultados se los cargamos?. ¿A los que votaron por el NO? ¿O a los que votaron por el SI? ¿O a los que se abstuvieron?. Este precedente, por si solo, deslegitima la actuación de la autoridad electoral vigente y crea un verdadero “salto en el vacío” con respecto a la misma legitimidad del Gobierno actual, presidido por un “Presidente” quien en realidad pudo haber sido revocado por sus electores de origen y quien, en consecuencia, abusa, ilegítimamente, de una autoridad de la que carece, por lo cual todos sus actos pudieran declararse nulos. (En el 2000, 3.700.000 lo eligieron; en el 2004, 4 millones lo revocaron, según las cifras oficiales del CNE)”
Muy poco podemos agregar hoy, en septiembre de 2011, a lo que nos indujo a denunciar, hace más de un lustro, la parcialidad, el entreguismo y la deshonestidad de un CNE que para nada ha cambiado de perfil y consonancia con lo absurdo, como para concluir que a menos que nos “embraguetemos” –como refiere el dicho popular— lo cual creemos que se logrará, Venezuela continuaría secuestrada y estaríamos cada vez más lejos del futuro. No obstante, --repetimos la presunción-- soluciones habrá y tenemos razones para pensar que la orientación del soberano va a insistir en recuperar nuestra democracia y empujar al País, a su pueblo y a su historia, a un desarrollo verdadero, hacia las fronteras del primer mundo.
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