domingo, 25 de diciembre de 2011

RUBÉN CONTRERAS: RECORDANDO A ANDRÉS ELOY BLANCO, EN NAVIDAD

Como estamos en el ocaso de un año iniciador de una nueva década, en la historia de Venezuela,   preñada de esperanzas, y de oportunidades para  sacar a nuestra patria de las penumbras en que ha  estado sometida  por los sátrapas que la gobiernan desde 1999.  Y dándose la circunstancia también de estar a la vez también, en la época más alegre del año por la natividad del señor como decimos los cristianos; y aunque esa alegría tenemos que compartirla a medias por los sinsabores de muchos de nuestros paisanos que no han podido superar sus problemas y en muchos casos, no podrán disfrutar de las hallacas con el pan de jamos y el vino, como lo hacemos otros, quiero recordar a través de la prosa enriquecedora de    ese eximio poeta venezolano, Andrés Eloy Blanco,  la importancia de ser protagonistas de este tiempo y de forjadores del cambio tan necesario para que nuestros hijos puedan vivir y disfrutar de una patria sin discriminaciones y estrecheces.

En ese sentido quiero transcribirles a todos los jóvenes y amigos aquella poesía dedicada a la juventud que dice así:

“Lo que hay es que ser mejor y no decir que se es bueno ni que se es malo, lo que hay que hacer es amar lo libre en el ser humano, lo que hay que hacer es saber, alumbrarse ojos y manos y  corazón  y cabeza y después, ir alumbrando.
Lo  que hay que dar es un  modo sin decir que se ha dado, lo que hay  que dar es un modo de no tener demasiado y un modo de que otros tengan su modo tener algo,
Trabajo es lo que hay que dar y su valor al trabajo y al que trabaja en la fábrica y al que trabaja en el campo, y al que trabaja en la mina y al que trabaja en el barco,

Lo que hay que darles es todo, luz y sangre, voz y manos, y la paz y la alegría
que han de tener aquí abajo, que para las de allá arriba, no hay porque apurarse tanto, si ha de ser disposición de dios para el hombre honrado  darle tierra al darlo a luz,  darle luz al enterrarlo.

Por ese quiero hijo mío que te des a tus hermanos, que para sus bienes pelees
Y nunca te estés asilado; bruto y  amado del mundo te prefiero a solo y sabio.
A dios que me dé tormentos, a dios que me dé quebrantos,  pero que no me dé un hijo de corazón solitario”.

Dado a que  estos años has sido difíciles, debido a que nunca antes en la historia de Venezuela se había producido una migración tan grande hacia el exterior,  producto de la opresión del déspota, por despreciar el talento de los nuestros,  quiero transcribir  una estrofa de otro poema que nos recuerda la gesta libertaria  de nuestros antepasados y  nos exhorta a luchar en contra del despotismo en nuestro puesto,  desde nuestro terruño:

“Los cuatro que aquí estamos nacimos en la pura tierra de Venezuela,
La del signo del éxodo, la madre de Bolívar y de Sucre y de Bello y de Urdaneta Y de Gual y de Vargas y del millón de grandes, más poblada en la gloria que en la Tierra, la que algo tiene y nadie sabe dónde, si en la leche, en la sangre o en la Placenta, que el hijo vil se le eterniza adentro y el hijo grande se le muere afuera”.

La fuerza de la expresión en Andrés Eloy se manifestó siempre por encima de los problemas y sinsabores y se yergue con su filosofía imperecedera por hacer bien y por desterrar los odios, porque una patria no se construye con rencores, sino con amor, razón por la cual considero importante recordar esta estrofa:

“por mí, ni un odio, hijo mío, ni un solo rencor por mí,
No derramar ni la sangre que cabe en un colibrí, ni andar cobrándole al hijo
La cuenta del padre ruin ni olvidar que las hijas del que me hiciera sufrir
Para ti han de ser sagradas como las hijas del cid”.

Dado que nuestra acción diaria se realiza en la tierra procera e histórica del Estado Vargas, impregnada de ejemplos por los antecedentes de hechos forjados en la tierra guayreña, también quiero recordar algunos fragmentos del discurso del Poeta aquí en La Plaza Vargas, cuando vino a hablarnos en 1937 de la Hora de Vargas, la cual nos recuerda que también es hora de sacudirnos del mal que nos aqueja por esta peste militar posesionada en el poder y es hora de darle un cambio a la situación:

“La hora de Vargas está esperándose a sí misma en un viejo reloj, entre un minutero de angustia y un horario de esperanza. Hoy asistimos al comienzo de un proceso semejante al de 1834. Fenece un ciclo militar atropellante;  comienza una etapa de transición que históricamente, debe conducir en el próximo período constitucional  a la hora de Vargas, a la consagración del poder civil. (…) … Aquí en la ciudad de Vargas, bajo el sol de fuego que le vio nacer, sepa a promesa el voto que hagamos de caminar hacia su hora. No importa lo dulce o amargo de la historia pasada y presente, si frente al bronce del apóstol se afirma la voluntad. Recordemos que estamos hablando para nuestros hijos. La arepa es de los hombres, pero el maizal es de los niños. Este mar y esa montaña se saben de memoria a los grandes tercos y a los grandes inquietos. ¡Cuántos rumbos, cuantos destierros, cuántos regresos ha visto esta costa! El mar sabe más que el continente de la angustia de los libertadores.

No quiero desmeritar a los libertadores que nos hicieron y dieron una  patria en la cual cabemos todos, pero la acción política de  los hombres de estos tiempos, a la igual que la los libertadores exige darse íntegramente en sus ideales y luchas  para  lograr el cometido que nos propuso Andrés ese día soleado en la costa guayreña. Que ese mensaje sea una advertencia para que cuando el clarín de la patria suene, estemos entonces en el albor de un tiempo diferente que nos sepa a amor y reconciliación en una verdadera democracia.

Feliz navidad y un prospero años nuevo a todos.    

rubencontrerasg@gmail.com
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