sábado, 3 de diciembre de 2011

OSWALDO PÁEZ-PUMAR: VENEZUELA, QUE MIEDO

Ese par de ex guerrilleros, Guillermo Soto Rojas y Alí Rodríguez Araque, que viven del presupuesto y cuyos gastos en viajes no están sujetos al cupo de Cadivi, han invitado a los jóvenes seguidores del Socialismo del Siglo XXI, a que en defensa del gobierno ante un posible revés electoral se lancen a una aventura igual a la que ellos protagonizaron hace medio siglo, inspirados por el triunfo de la revolución cubana y un Fidel Castro de 34 años de edad, con el propósito de implantar ese modelo de felicidad en Venezuela.

El singular llamado es patético. Los invitan a alzarse en armas no para deponer un gobierno opresor, sino para sostener el gobierno que ellos personifican. Los invitan a seguir ahora a los octogenarios hermanos Castro que reconocen 53 años después el fracaso del sistema y comienzan a desmantelarlo, pero sin abandonar el poder. Los invitan a que los sostengan en el poder para que ellos y su comandante puedan también como los Castro ejercer el poder en la decrepitud. Los invitan a pesar de que su comandante proclama que la Fuerza Armada está a su servicio y al de su partido; y obtiene de los más encumbrados voceros de ella repetidas declaraciones de sumisión.

¿Entonces a quién o a quienes enfrentarán armados esos jóvenes?

La respuesta parece evidente, enfrentarán a los inermes electores, contra los cuales les proponen reproducir la práctica del asesinato que con premeditación, alevosía y nocturnidad ejecutaron frente a inocentes policías.

Después de tomar ventaja de la política de pacificación que les abrió la posibilidad de integrarse y progresar, de participar políticamente y vencer o fracasar, le piden a la juventud que asuma el papel de los sicarios porque ya perdieron hasta el valor moral del asesino. Maten por mí, les gritan, protejan mi cambur, que depende de mantener a su comandante en el poder, como en el matrimonio, hasta que la muerte los separe.

Si Castro, después de denunciar que la Cuba de Batista era el burdel de Estados Unidos, para sobrevivir en el poder envileció a la cubana que hoy hace de jinetera; estos mequetrefes quieren envilecer a la juventud para que le sirva de escudo protector de sus miserias, todas morales ninguna material.

Ese acto segundo de la obra de teatro, cuyo acto primero fue la declaración de Adán Chávez, invitando a lo mismo, es la manifestación más clara de cobardía, por eso digo “que miedo”.


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