martes, 13 de diciembre de 2011

ELIDES J. ROJAS L: A LA CUBANA (SOBRE LA MARCHA)

Hay signos inequívocos de cubanización. Ya esto no es Caracas. Es La Habana. Pero ocurre que de tanto ver el entorno todos los días sin enfocar, sin meter la lupa, la rutina va conformando un panorama que no sorprende. Malo, muy malo. Chávez avanza en su proyecto castrocubano, va destruyendo cada día no solamente lo físico, lo visible; también le mete dinamita a las instituciones, a la economía, a las bases morales y éticas del país.

Attila, rey de los Hunos 1
Es su paso a lo Atila se ha llevado por delante leyes y normas. Ha generado un total estado de anomia, ya nadie respeta nada. Un ejemplo claro de la obra chavista, sin mucho rebusque, lo dan a diario los motorizados. El gobierno revolucionario les lanzó un buen decreto, bastante decente para ser obra de este gobierno, con el que pretendía regular desde la circulación de estos sicópatas (la mayoría) hasta la nueva profesión revolucionaria solo posible en una ciudad asesinada por el tráfico como Caracas, llamada mototaxista. ¿Qué pasó con la normativa chavista? Nada. Sencillamente los motorizados agarraron la Gaceta Oficial, la enrollaron con buen estilo, la colocaron en posición y finalmente se la metieron en el bolsillo del primer funcionario de tránsito que les pasó por el frente.

La autoridad chavista quedó solo para reprimir, amedrentar y amenazar. De resto en Venezuela todo el mundo hace lo que le sale del estómago. Prohíbe vender aguardiente después de las 7 de la noche, por ejemplo, y hasta los policías nacionales compran cerveza por la puerta de atrás. Lo de Chávez, lo que hace bien, pero muy bien, es hablar megalote. En eso se le van los días. Y más ahora que está en plena campaña populista. Cada día una misión, como cuando el referendo revocatorio. Cada día un segmento del mercado: niñas preñadas, madres sin pareja, niños abandonados, viejitos pobres, viejitos jubilados, niños en edad escolar. Y así. El mercado manda, el mercado electoral.

Pero lo que más se nota a 13 años de mandato castrista, es la copia de La Habana que está logrando Chávez con Caracas. Una ciudad sucia, hedionda, llena de malandros por todas partes, carros viejos y desvencijados (salvo las camionetotas y los Audi de la cúpula chavista), edificios desteñidos, zonas sin luz, amplias comunidades sin agua. Vagos mantenidos por el Estado en todas partes. Una ciudad triste y solitaria de noche. Y de día, el trabajo es hablar, hablar y hablar, como hacía el verdadero jefe de esta revolución chimba, Fidel castro, antes de que entrara en etapa de premuerto.

Y eso es lo que se observa, lo que está a la vista. Lo demás es peor. El Poder Judicial es un arma personal de micomandantepresidente. La institución militar, al menos lo visible, está degradada a guardia pretoriana y carga maletas de la nomenclatura del régimen. El Banco Central es el monedero del líder intergaláctico y hasta sirve para mantener andando a la quebrada Pdvsa. La policía es más el tiempo que está atracando o secuestrando que resguardando ciudadanos. El campo y la agricultura quedaron para chinos y bielorrusos. No se produce nada. Como en la Cuba amada.

Y mientras los cubanos están tratando de abandonar ese machorreo de comunismo, Chávez, con mucho empeño, lleva a su país y a sus compatriotas directo a ese modelo fábrica de pobres.

Y vamos rápido hacia allá.

Twitter: @ejrl
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