domingo, 18 de diciembre de 2011

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: PIDO LAPALABRA / CUANDO IMPERA LA VILEZA

La vileza es propia de quien tiene por alma un acelerador de mala fe. Bajo la vileza se esconde todo lo que es despreciable y bajo. Por eso se vincula con la maldad y la traición.
Quien sigue esos caminos de bajeza y villanía, termina urdiendo canalladas y engaños ya que se convierte en un producto de la ociosidad social y de la incorrección política.
     Tanto que el novelista francés Víctor Hugo asentía que “cosa en verdad extraña es la facilidad con que los malvados creen que todo les saldrá bien”. Y tanto lo procuran quienes así se mueven, que hacen de la insolencia una virtud que hasta llega a caracterizar el oficio de político. Sobre todo quienes como políticos cometen el error de creer que su práctica no considera necesaria ninguna preparación. Salvo la que implica asegurar el poder por aquello que significa el usufructo desmedido del poder.
Este exordio vale para explicar lo que sucede en el caso de quienes llegan a gobernar sin el más mínimo sentido de ética, moralidad y civilidad. La historia política contemporánea es testigo de gobiernos (militares) que por obtusos y mediocres, sólo entienden que entre dos caminos malos deben tomar el peor. Y es el padecimiento de Venezuela por olvidar que todo gobierno (militar) ha traído tormento, hambre, opresión y mucho terror. Cualquier experiencia pasada es reveladora de la incapacidad del militar para comprender la complejidad de gobernar. Más aún en democracia.
Negar la magnificencia de la educación como pivote del desarrollo económico y social es condenar toda posibilidad de construcción de la nación sobre un fortalecido cimiento de valores y principios de justicia social y responsabilidad política. Obstruir el crecimiento de la institucionalidad sobre la cual se depara la educación en cualquiera de sus niveles de aplicación y estudio, es simplemente un ejercicio de vil conspiración contra la dinámica social y la movilidad política en el marco de la pluralidad y del respeto ciudadano.
Es confabularse con las fuerzas de la demagogia para contener las fuerzas de las libertades mediante la transferencia de migajas de un sector de la sociedad a otro.
 Pero también, a través de la villanía contenida en cada decisión disfrazada. Particularmente, aquellas envueltas por la maraña del denominado socialismo del siglo XXI.
Resistirse a seguir la pauta del desarrollo integral con el auxilio de represalias bajo la forma de amenaza, forjamiento de información pública, inclusive expoliaciones encubiertas a través de expropiaciones o confiscaciones, constituye un delito de lesa humanidad que bien merece la reprobación del mundo entero. Y es lo que, apesadumbradamente, vive Venezuela, razón por lo cual el gobierno (militar) busca contener y someter toda acción concebida bajo el concepto de libertad y autonomía pues esa tentatoria del autoritarismo que sirve de criterio funcional al hecho descarriado de gobernar apoyándose en criterios de crasa perversidad.
En medio de estas situaciones, el país está conduciéndose por la senda equivocada. Para poco o nada ha servido una normativa constitucional cuyos postulados exaltan procesos administrativos que podrían coadyuvar una justa y eficiente labor de gobierno. Sin embargo, el afán de lucro que incita un poder mal comprendido ha sido la causa de los problemas que agravan las realidades que confronta el país. Concretamente, cuando lo que domina la intención y acción de estos gobernantes militaristas es la ruindad de la nación. Es decir, cuando impera la vileza.
VENTANA DE PAPEL
“SI NO GANO, ARREBATO”
A lo Jalisco es cómo actúan las hordas del oficialismo cuando políticamente se ven derrotadas. “Si no gano, arrebato”, la cual como frase mexicana es toda una divisa, es el criterio a partir del cual los oficialistas ponen en práctica sus tácticas de violencia.
Así ha venido sucediendo a lo largo de estos años de gobierno militarista en cualquier  escenario institucional venezolano, cuando los afectos al régimen comienzan a reconocer que la victoria es inalcanzable. Saben que pueden obtenerla mediante argucias o trampas disfrazadas de legalidades. Sin embargo, la consciencia crítica democrática no lo permitiría.
Y en efecto, eso mismo fue lo que signó la violencia suscitada en la Universidad Central de Venezuela en días pasados toda vez que se vieron perdidos en medio del proceso eleccionario que determinaría el cuadro estudiantil que asumiría responsabilidades de cogobierno universitario para el lapso 2012-2015.
Con ínfulas de “guapetones de barrio” y provistos de bombas lacrimógenas, niples y armas de fuego, irrumpieron y afectaron ámbitos universitarios para interrumpir las elecciones y sus correspondientes conteos pues para estos personajes de pacotilla no valen los votos, sino la fuerza de la violencia ejercida con el fin de infundir miedo y así justificar mecanismos de intromisión que conduzcan a reducir la autonomía universitaria a su máxima expresión.
 Tan coordinadas son tales acciones, que en la Asamblea Nacional, la fracción del PSUV rechazó debatir los hechos acaecidos en la UCV. No obstante, se impuso la razón de la mayoría de estudiantes universitarios que apoyaron la disposición del movimiento democrático “Viva la U” con una votación que aventajó al oficialismo en casi un 98%.  Tendrán que cambiar su criterio por el de “si no gano, es porque he perdido”.
DECRETO POLUTO  Y EXTEMPORÁNEO
Aprovecharse de las facultades que le confiere la cuestionada Ley Habiltante sigue siendo una de las muchas debilidades que exhibe el presidente de la República cuando se trata de embestir la legalidad democrática venezolana.
Vuelve a pasarle por encima a la Constitución de la República cuando según decreto de la Presidencia de la República Nº 8627, del viernes 9 Diciembre 2011, decide la creación de “51 áreas vitales de viviendas y residencias (AVIVIR) las cuales estarán destinadas a la construcción de viviendas”.
Así que con el pretexto de “lograrla mayor eficacia política y calidad revolucionaria en la construcción del socialismo (…)”, ordena destinar áreas universitarias a la edificación de viviendas familiares o multifamiliares. Ello al margen de dichos terrenos ubicados en zonas de La Liria y Campo de Oro, han sido dirigidos a la construcción de infraestructura académica y de servicio universitario necesaria para la funcionalidad de la Universidad de Los Andes.
Ahora pueden atarse cabos y entender cómo el gobierno central se vio en la necesidad de mandar la caterva de revoltosos, con el apoyo del gobierno regional, a entorpecer la movilidad universitaria y de la ciudad para de esa forma poder actuar a la sombra de la asechanza. Tal como actúan los pusilánimes de la política. Sin embargo no notó quien ordena tan grosera expropiación, que la misma peca de absoluta nulidad por cuanto el presidente carece de facultades para obstaculizar preceptos constitucionales que refieren el uso de suelos urbanos cuyo utilidad pública (sobre todo tratándose de terrenos para uso educativo) no puede verse afectada por otra motivación. Esto no es otra cosa más que usurpación de tierras dedicadas a este tipo de aplicación, lo cual es ilegal por donde se vea. No hay de otra. Por tanto puede concluirse que este es un decreto poluto (manchado de vicios) y además extemporáneo.
¡CHÚPESE ESA MANDARINA!
Habrá que retomar la expresión del periodista Oscar Yanes para desconfiar de la ecuanimidad del Tribunal Supremo de Justicia cuando ordenó desaplicar el artículo 471 del Código Penal de Venezuela, que define como delito la invasión de la propiedad privada.
Sin embargo, no ha de extrañar tal decisión toda vez que el régimen ha creído que Venezuela es un cuartel donde las órdenes no se discuten. Sólo se obedecen. A pesar de lo ridículas que son y de la impunidad bajo la cual las mismas se dan. De ahí que había que contar con cuadros sometidos en los poderes públicos para que así pudiera haber congruencia en cuanto al modo de destruir al país mediante ejecutorias absurdas e ilegales como éstas.
Razón hay en la opinión de Andrés Moreno Arreche para hacer ver que en lo sucesivo habrá que darle la bienvenida a Venezuela a toda persona que funja de invasor o usurpador. Es decir que cualquiera podría invadir la propiedad de otro, se arural o urbana, alegando la conditio legis como criterio judicial y así reclamar un trato similar a los dos beneficiarios que dieron origen a este exabrupto jurídico.
Tal como manifiesta Moreno Arreche, “no queda otra opción que darle la bienvenida oficial y legal, a todos los invasores y usurpadores, aunque yo no dejo de preguntarme, muy secretamente, si tal jurisprudencia podría aplicarse en el supuesto negado que los Yankees le tomen la palabra y la jurisprudencia a la señora Morales y se decidan de una buena vez invadir este mega predio rural que llamamos Venezuela”. ¿Entonces? ¡Chúpese esa mandarina!
¿LECCIÓN APRENDIDA?
En los albores de una campaña electoral se multiplican las promesas de un Chávez populista, demagogo. Un Chávez que juega con el dolor de la gente. Un Chávez que busca manipular a los más necesitados ya que lo único que en “por ahora” lo obsesiona son los votos.
Para él, cada pobre vale simplemente un voto. El “por ahora” presidente de Venezuela, se apresura a maquillar cifras con el concurso de sus genuflexos. Aunque en verdad, poco le importa que tal adulteración de las realidades contraste con la miseria, la inseguridad y la desigualdad que vive el país. Acaba de sacar debajo de la manga de su chaqueta de comandante edulcorado, cuanto regalito se le ocurre a cambio de un voto.
De niñas prematuramente convertidas en madres, pasó a hacer proselitismo con los ancianos a manera de mostrar una imagen de su persona que enamore políticamente a cuanto iluso pueda. Al mismo tiempo que ha sembrado odio y violencia, intenta revertir su discurso cambiándolo por el de un misionero de la paz. Cuando toda Venezuela ya conoce de sus mañas. Sin embargo, el país político está preparándose rebasar el vergonzoso período que ha durado en el poder. No hay duda de que Venezuela saldrá de esta situación. La lección se ha aprendido. La sociedad democrática está lista para iniciar la construcción de un futuro que promete aun cuando lleno de retos importantes. En el fragor de ese inaplazable esfuerzo, será necesario la contribución de todos para así llevar a Venezuela al sitial que por derecho y herencia histórica le corresponde Este pasado ha representado para el país, una lección aprendida.

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