Continuamos. Recuerde que estamos en un país que no existe. Ralf Dahrendorf (Hamburgo, 1 de mayo de 1929 - Colonia, 18 de junio de 2009) sociólogo, filósofo, politólogo y político germano-británico y considerado como uno de los autores fundadores de la Teoría del Conflicto Social no expone juicios morales ni expresa indignación al mencionar pensadores que cedieron supuestamente a la tentación totalitaria como Heidegger o Jean-Paul Sartre, por nombrar algunos.
Más bien intenta explicar a qué tipo de pruebas estuvieron sometidos quienes se enfrentaron a la seducción de dos ideologías totalitarias: la fascista en su variante nacionalsocialista, y la socialista, comunista en su modalidad soviética, el bolchevismo.
No por casualidad elige el concepto de tentación, porque apunta al factor irracional de rendición y entrega y reconoce que la política basada en la falta de libertad resultaba algo seductor y atractivo, fascinante.
¿En qué consiste esta fascinación? Fascinación y fascismo tienen la misma raíz etimológica. En el caso del fascismo, se trataba de una ideología que ofrecía a sus seguidores la posibilidad de sentir una pertenencia solidaria en la lucha por una causa digna de glorificación – la grandeza de la Nación –, bajo el poder carismático del Führer, consagrando el principio de la jefatura suprema de un solo hombre.
El fascismo ofrecía la salvación colectiva mediante la regeneración nacional. En este caso, seducción y tentación fueron relativas y efímeras, porque muy pronto se descubrió la salvación prometida como pura arbitrariedad criminal y violencia para mantenerla.
El socialismo comunismo ofrecía una sustitución de la fe en Dios por la fe “científica” en un paraíso utópico en la tierra: la redención de un mundo que se presentaba como una necesidad histórica inevitable. Ambas ideologías eran hijas de la misma historia y del mismo suelo, el de la guerra.
Se han alimentado, condicionado y combatido mutuamente. Y durante la Segunda Guerra Mundial demostraron que su auge se debió a la ausencia del liberalismo. Muchos no compartían los valores utópicos, pero esto no significa que fueran defensores de la libertad.
Czeslaw Milosz los describió con brillantez clasificándoles en cuatro tipos. En cada caso tomo un aspecto esencial, revelador del carácter y la vida del escritor, algo que había marcado sus escritos más tardíos y sus cambios en la posición política.
Nos encontramos con Alfa, “el moralista”; Beta, “el nihilista”, cuyo nihilismo proviene de una pasión ética, del amor desencantado hacia el mundo; Gama, “el esclavo de la historia”, y Delta, “el trovador”.
Estos retratos reflejan uno de los momentos más oscuros de la historia y la tendencia de los hombres a la adaptación, a la emigración interior o a la indiferencia contemplativa ante las circunstancias políticas que les ha tocado vivir, aunque el precio de tales actitudes sea la privación de la libertad.
Durante el siglo XX ocurrió la Primera Guerra Mundial, la Revolución bolchevique, la Segunda Guerra Mundial y el comienzo y fin de la Guerra Fría. También nacieron y vivieron los intelectuales que analiza Dahrendorf.
Su elección de los nacidos entre 1900 y 1910 es arbitraria, lo reconoce él mismo, aunque lo justifica por razones prácticas e históricas: los nacidos en este decenio eran lo suficientemente jóvenes para, por falta de experiencia social y política, haber podido dejarse arrastrar por los cantos de sirena totalitaria, pero también suficientemente mayores para tener conciencia de sí mismos y del mundo que les rodeaba.
Por ello elige tres intelectuales paradigmáticos, erasmistas, – Karl Raimund Popper, Isaiah Berlin y Raymond Aron como alternativos modernos de Erasmo de Rótterdam, al que rinde homenaje como precursor de las virtudes liberales.
Se imagina una Sociedad Erasmiana de la generación nacida en la primera década del siglo XX, distinguiendo entre miembros de pleno derecho, candidatos, impulsores, miembros externos y candidatos rechazados, según su relación con el paradigma.
Además de los tres mencionados, admite en el selecto club a Norberto Bobbio, Jan Potocka, Theodor W. Adorno, Hanna Arendt, Theodor Ehrenburg, Manès Sperber y Arthur Koestler.
Aunque teniendo en cuenta la condición impuesta por Dahrendorf de limitarse sólo a los que nacieron entre 1900 y 1910, difícilmente se puede aceptar la denegación del reconocimiento erasmista, por ejemplo, a Czeslaw Milosz (nacido en 1911) o a Friedrich von Hayek (nacido en 1899).
A Hanna Arendt le reconoce tal condición, pero no se priva de ironizar a la hora de referirla: “Era una mujer extraordinaria cuyas emociones eran demasiado fuertes como para que pudiera ser la erasmista de pura cepa. […] Fue inmune a las dos grandes tentaciones de la época, si obviamos el hecho de que se enamoró tenazmente de un hombre que cayó en la red de los nazis, y se casó con otro que era comunista”.
Los miembros de la Sociedad Erasmiana comparten ciertas características básicas: su medio principal de trabajo es la palabra; tienen una fuerte presencia pública y su lenguaje ha contribuido a definir las “mentalidades de una generación”.
No son intelectuales que reconcilian la actividad política y la intelectual, pero tampoco les obsesiona tal división. Por el contrario, saben nadar entre dos aguas. Son una especie de “periodistas” cuya opinión influye en las decisiones políticas.
Dahrendorf cree que el lugar ideal para este tipo del intelectual son los think thanks, que reconocen la gran importancia que tienen las ideas, no sólo por ser productos del intelecto, sino también por su capacidad de generar sistemas, definir pautas y políticas gubernamentales, y servir como inspiradores culturales y motores históricos.
A diferencia de Julien Benda, que afirma que la función del intelectual es defender la justicia y la verdad, Dahrendorf elige intelectuales que han defendido la libertad y la verdad.
Tips:
1. Transparencia internacional alemana afirma que Rusia, China, México, Argentina, India, Italia, Brasil, España, Francia, Usa… supuestamente practican el soborno para hacer negocios… ¿Y, entonces?...
2. El combate por la libertad se tiene que reiniciar sin cesar, día a día.
3. La libertad es lo propio de la humanidad.
4. El principio del gobierno despótico es corrupto por naturaleza propia.
5. El principio de reciprocidad permitió condenar la esclavitud porque quienes la defendían no querían sufrirla.
6. En los estados despóticos solo existe la ley del déspota.
7. Ningún poder ilimitado es legítimo.
8. La presencia del despotismo no es casual ni por accidente. Lo permite la dirigencia, la elite, la gerencia y la propia sociedad y, precisamente, para evitarlo hay que establecer instituciones que lo impidan. El ataque contra el despotismo hay que librarlo a cada momento.
9. El gobierno despótico se corrompe sin cesar a causa de su vicio interior. La muerte de los despotismos es ineludible.
10. El consenso democrático se fundamenta en principios éticos y deberían ejercer un cierto control sobre las aplicaciones de la ciencia y sobre los desbordamientos de la ideología.
11. Nuestro lema histórico: “Dios y Federación”. De Amazonas: “Honor y Lealtad”.
“El gobierno no soluciona problemas; los subsidia”.
Ronald Reagan
nelsonmaica@gmail.com
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