Cuando Serenata Guayanesa cumplió sus 25 años, lo celebró con un hermosísimo espectáculo en el Teatro Teresa Carreño. ¡Qué tiempos aquellos! Eso no tenía nada que envidiarle al Teatro Kodak de Los Ángeles o un estreno en cualquier capital del primer mundo. ¡Qué orgullo! Aquellos quienes tuvimos la inmensa fortuna de estar allí escuchamos a Pedro Leon Zapata dar la bienvenida de introducción al grupo. Y lo que dijo Zapata aquella noche se me quedo grabado para siempre. Luego de echar un sabroso cuento de una persona que se atrevió a pedirle un papelito de recibido a un relojero de Paris por un reloj que dejaba para componer, paso la vergüenza de escuchar al dependiente: “Monsieur, nosotros tenemos 500 años componiendo relojes, como se atreve!...” La respuesta fue “es que somos venezolanos señor, y en nuestro país no estamos seguros que un local que es hoy una relojería mañana se transformará en una tintorería!...”. Tenía razón Zapata, había que celebrar a cualquier venezolano que hiciera lo mismo y cultivara una disciplina, no digo por un año, sino por 25 años! Y el hacerlo con la maestría que lo había hecho Serenata Guayanesa en aquel tiempo, no solo merecía el homenaje sino el inmenso respeto de todos los venezolanos. ¡Qué sabiduría encerraban aquellas palabras de Zapata!
Los venezolanos no nos distinguimos por nuestra persistencia en las cosas. Bien decía la Profesora Elena Granell, en su libro “Éxito Gerencial y Cultura” (Elena Granell de Aldaz, David Garaway y Claudia Malpica, Ediciones IESA 1997), que “los venezolanos tienen poca capacidad de concentración y mucha capacidad de dispersión…les cuesta llevar las cosas a la acción…se habla mucho…se dan rodeos pero les cuesta hacer las cosas, establecer fechas y atribuir responsabilidades”. Somos, como dice el estudio, gente orientada a “operativos”, acciones que tienen un principio y un fin; y una vez que se terminan, todo “vuelve a la normalidad” donde las cosas no funcionan y se violan las reglas. De allí la referencia de Zapata, que hay que hacerle siempre homenajes a los que rompen con ese modo estructural de ser del venezolano logrando cosas de las que todos podemos enorgullecernos.
Tenía varios años escuchando que a Hugo Chávez había que seguirle un proceso por delitos de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional con sede en La Haya. Solamente por el “apartheid” político creado por la llamada Lista de Tascón, de la cual el Presidente es responsable directo y la persecución y sometimiento de los presos políticos y su trato inhumano y cruel, daban razones suficientes para hacerlo. Pero eso no se hace solo. Requiere de tiempo, un equipo de trabajo, esfuerzo técnico jurídico, recopilación de pruebas, montar un expediente, ir a La Haya y lo que creo es lo fundamental, ¡estar dispuesto a hacerlo, sin importar el tiempo que tome y los riesgos que se corran! Como decía la Prof. Granell, se habla mucho…Los venezolanos hablamos mucho, y hacemos poco…
Y cuando un venezolano, no importa como se llame, si es precandidato o no lo es, se haya tomado 15 meses de su vida, puesto su nombre y prestigio en el ruedo, haya invertido su tiempo y sus recursos para hacer comparecer por delitos de lesa humanidad a Hugo Chávez en La Haya, eso hay que felicitarlo como decía Zapata en aquella celebración. Llevar a cabo esta acción por todo lo que ello implica merece de todos nosotros el firme respaldo, sin importar que se haya hecho ahora y no después como dicen algunos críticos. Lo importante es que efectivamente ¡alguien lo hizo!...
Y si además ese alguien tiene la calificación para hacerlo, mejor todavía. Diego Arria es el único venezolano con la experiencia política internacional suficiente en estos temas para llevar a la Corte Penal Internacional de La Haya a Hugo Chávez y juzgarlo por delitos de lesa humanidad. Independientemente de cualquier posición que tengamos en relación a su aspiración política, todos los venezolanos deben concordar que este personaje es el mejor calificado para llevar a cabo con éxito esta acción. Arria participó en el proceso de juicio en contra de Slobodan Milosevic de Serbia por crímenes de guerra, en los procesos de Somalia, Ruanda, Sierra Leona y el Congo, en los conflictos en Bosnia, Croacia y Kosovo. Arria conoce a fondo como se hace y como se instrumenta un proceso de esas características únicas. Ningún venezolano tiene esa experiencia acumulada, por más que no estemos de acuerdo con su posición política o su pasado cuartorepublicano.
Ahora bien, quiero diferenciar la posible utilización de este proceso en contra de Hugo Chávez con las aspiraciones o el uso político que este precandidato le pueda dar, si es ese el caso, o si lo está haciendo por razones personales o retaliativas. Arria deberá demostrar que aun en el caso de que no tuviera éxito en sus aspiraciones como precandidato de la Unidad Democrática, continuará su proceso en contra del Presidente, sin importar lo que pase, hasta llegar al final y sus últimas consecuencias, no solo porque esto es necesario para la salud de la República, sino porque el país necesita un cierre justo a toda esta iniquidad de la cual hemos sido testigos de excepción durante 13 años. Nunca antes se había visto tanta injusticia y persecución. Arria puede contribuir a darle al país esa tranquilidad, esa necesidad de justicia que tanto necesitarán los venezolanos para no matarnos entre nosotros una vez que Hugo Chávez ya no se encuentre al frente del gobierno.
Y dense cuenta de lo importante del proceso iniciado en la Corte de La Haya. Una vez que Chávez sea juzgado y puesto preso por la justicia internacional como lo fue Slobodan Milosevic, los venezolanos necesitaremos reconstruir el país juntos. Los chavistas entenderán que fue juzgado y sentenciado, no por los tribunales venezolanos manipulados por la oposición ni por el gobierno. Y los opositores deberán entender que se hizo justicia y que lo que quedará será mirar al futuro y no al pasado oprobioso que significó esta época para Venezuela y que deberemos, chavistas y no chavistas, trabajar conjuntamente. Es necesario que Chávez sea juzgado para que los venezolanos podamos pasar esta página y no seguir odiándonos o mirándonos como enemigos en diferentes bandos. Es por eso que no puedo menos que apoyar y respaldar este proceso que se inicia en La Haya por alguien que no se quedo en las palabras, como la mayoría de los venezolanos hacemos, sino que pasó a los hechos realizando lo que había que hacer desde hace tiempo. Y eso merece independientemente del resultado, el homenaje y el respeto de todos los venezolanos.
Y si hay todavía alguien con pruritos en contra de esa acción, que solamente se acuerde de la imagen de Franklin Brito llevado a la fuerza al Hospital Militar y sus últimas fotografías mostrando a un individuo esquelético muriendo de hambre pero lleno de la vida que da la honorabilidad y la reciedumbre. Solo por esa imagen gritaré también: ¡Chávez, nos vemos en La Haya!
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