viernes, 25 de noviembre de 2011

ELINOR MONTES: CAMPAÑA ELECTORAL O COMPRA DE CONCIENCIA

Quien tiene noción de su dignidad como persona respeta la dignidad del otro y hace respetar la suya. La supuesta dignificación la gente humilde es un acto inmoral.
Hoy, más que nunca, la jefatura basa su campaña en la compra de conciencias. Considera a la gente cosa desechable que se compra por migajas, especialmente a los más sencillos por quienes siente el mayor desprecio, los azuza, les exacerba el odio y el resentimiento hacia sus connacionales, se burla de ellos, los manipula, sabe que, como en la lotería, sólo saldrá premiado un pequeño porcentaje que sirve para darle credibilidad a su oferta demagógica; mientras, destruye su futuro, a pocos les “da” bequitas, computadoras y libros, a todos les conculca el derecho a la educación libre y de calidad; a otros les adjudica unas casitas, a todos les viola el derecho a la propiedad privada; pocos pueden comprar un carrito iraní o chino, todos pierden el libre tránsito y la seguridad –caos vial, accidentes, secuestros, homicidios, otros-; a una minoría le “da” un trabajito, a todos les despoja de su libertad económica y les depaupera al extremo de que hagan colas de horas para comprar comida, por escasez –pérdida de la soberanía alimentaria- o para obtener, en Mercal, un descuento, que vale muchísimo menos que las horas de vida perdidas, -como dice Laureano: “Hay que amar mucho al pollo”, y agrego yo, el café, la leche, etc., y amarse a si mismo muy poco.
Lo conmovedor es que, a excepción del Dr. Diego Arria, los dirigentes de los demócratas pretenden competir en demagogia, prometen continuar lo bueno que hay, como si en este régimen existiera algo bueno, como si la nación quisiera que un régimen comunista lo rija. En el totalitarismo no existen planes sociales, las misiones son mecanismos de dominio-sometimiento de quien, por no tener noción de su dignidad es incapaz de respetar la dignidad de los otros, de quien ve a la gente como mercancía a la expectativa de un nuevo pollo, de quien la deshonra en una supuesta dignificación y crea las condiciones para que la gente se doblegue ante situaciones de necesidad. Todo lo cual carece de decencia –ser generoso, dar y compartir sin esperar nada a cambio; ser agradecido y como consecuencia del agradecimiento ser leal-. 
Como dice Constanza Espinel: “Una persona que sea moralmente íntegra no puede maltratar la dignidad de ninguna persona y una persona que tiene noción de su dignidad como persona humana no permite nunca que su dignidad sea maltratada. Quien no tiene noción de su dignidad no puede ser dignificado. La dignidad se vive, se asume permanentemente en todos los momentos de la vida. En la historia de la humanidad ha habido y hay situaciones en las que la gente digna ante la opresión y carencias extremas se puede someter a la arbitrariedad, pero no renuncia a su dignidad”.
elmon35@gmail.com

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