domingo, 23 de octubre de 2011

ZENAIR BRITO CABALLERO: DE ATEOS A CREYENTES PARA MANIPULACIÒN DE MASAS

La religión y la política son campos abonados para los conversos. Todos conocemos descreídos, que ante la adversidad, la enfermedad se convierten en seguidores de causas religiosas. También, aunque en menor cantidad, los hay, que siendo juiciosos fieles, con el tiempo se trasforman en agnósticos.
Ser converso es un derecho tanto como ser disidente. Molesta el fanatismo con que acogen las nuevas causas. La figura del diablo, por ejemplo, es la conjunción de disidente y converso. Se supone que es un ángel que abandona el bien, acoge el mal y representa la desobediencia. Menos mal que cada vez hay menos, que creen en la existencia de tal ser. 
La creencia hace que tenga seguidores que hacen mucho mal. Si nadie creyera en el demonio, no tendría fanáticos demoníacos.
En política también hay conversos. Churchill fue uno de ellos, entre nosotros, venimos observando como la enfermedad del comandante, luego de él proclamarse marxista, socialista-comunista y por supuesto ATEO, ahora, cuando habla nombra a Dios, a Jesús y a la Virgen, aunada a rituales de santería, de bilongos y de otras sectas religiosas.
Cuando se cambia de bando se cambia de ropaje. Se defienden otras concepciones y se actúa  a veces con alguna coherencia con la nueva militancia o creencia. Los conversos no son traidores, a menos que utilicen la vieja vestimenta para engañar desde la nueva orilla, o se coloque la nueva insignia para imponer su primigenia concepción.
Es bien sabida que la confusión sobre todo la religiosa, es una herramienta muy efectiva para manipular y engañar masas. Los conversos, para alejar cualquier duda sobre ellos, sobreactúan su nueva militancia, su nuevo compromiso. Es molesto, pero es la seña de su apostasía. Si no son visiblemente fanáticos, o no son conversos, o son traidores.
Un gobernante, o alguien en tránsito hacia el poder, aprecian a los conversos y desprecian a los traidores. Los primeros son necesarios para comprender al contrario, son útiles para su aniquilación o para la alianza, si fuera el caso. Alejandro Magno convertía al vencido que lo enfrentaba designándolo su representante.
En la política venezolana ya los conversos están en extinción, por gracia, que casi todos los partidos representan las mismas ideas, el mismo modelo económico, y además los políticos en gran número de casos se dedicaron a oficiar de gerentes de la corrupción, en lugar de crear soluciones sociales.
Venezuela necesita gente que defienda con vigor sus ideas, necesita que haya creencias distintas, aún creencias opuestas. Hoy pululan las mañas que enmarañan las convicciones. 
Desde mi parte de avestruz, prefiero no creer en que exista el diablo, me evita diferenciar entre ángeles y demonios que de esos tenemos muchos en Venezuela.
britozenair@gmail.com

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