Hace unos años estuve tentado a escribir un libro, cuyo título habría sido el que lleva este artículo. El libro incluiría un recuento de planes y proyectos que estuvieron planteados para ser ejecutados en el país por los sectores público y privado, nacional e internacional, y que nunca se concretaron por diversas razones. Se trata de planes y proyectos que hubieran podido impactar de manera notable nuestra economía y calidad de vida.
Muchos venezolanos no saben, por ejemplo, que al inicio de los 90, una de las líneas aéreas más grandes del mundo, American Airlines, estuvo considerando la posibilidad de convertir a Maiquetía en un centro de redistribución de los pasajeros que viajan entre America del norte y America del sur. De manera similar, inversionistas privados extranjeros consideraron transformar el puerto de la Guaira en una escala para redistribuir cargamentos en viaje desde o hacia Centroamérica y el Caribe.
Esos planes, que buscaban tomar ventaja de la ubicación geográfica del país, y de lo que era un mercado emergente en la época, hubieran tenido un impacto significativo en la transformación del litoral central venezolano y habrían facilitado actividades económicas importantes como el turismo, que hoy languidece en el país.
No se materializaron por la inestabilidad política, ausencia de marcos jurídicos adecuados y políticas económicas inadecuadas. Pero, si las oportunidades que perdimos en el pasado duelen, más duelen aun, las que se están perdiendo ahora frente a nuestros ojos y las que amenazan con perderse en el futuro. Una de esas oportunidades que estamos perdiendo hoy es la de tomar ventaja del extraordinario auge de inversiones extranjeras que se está produciendo en nuestra región, y que ha alcanzado niveles record.
Es así que durante el primer semestre de este año, la inversión extranjera en America Latina sobrepasó los 82 millardos de dólares, un aumento de más del 50% con respecto al mismo periodo del año pasado. De ese monto, nuestro país apenas captó un poco más de un millardo y básicamente para petróleo.
A título de comparación, nuestro vecino Colombia, en este mismo periodo de seis meses, atrajo alrededor de 7 millardos de dólares, más de lo que recibió durante todo el año 2010. Otro vecino, Brasil, recibió más de 44 millardos, un aumento de 157% sobre el primer semestre del año pasado. Venezuela está desperdiciando el momentum que vive la región y que la convierten en una gran captadora de inversiones extranjeras.
Es la perdida de una oportunidad para impulsar nuestro crecimiento, generar empleos y prosperidad.
gerver@liderzgoyvision.org
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