¿Cuál Constitución? ¿La que pateas a tu antojo?
Los ciudadanos de este país nos cansamos de tus insolencias. Cada nueva aparición se convierte en un nuevo monumento a la más brutal agresión a la letra que sostiene nuestro acuerdo social. Esa es la norma que promoviste, que nos vendiste como sagrada y que paseaste en tu bolsillo por años, para mostrarla a cuanta cámara de televisión se te pasaba por delante. Ese librito que ahora deshonras, te perseguirá por el resto de tus días.
Escucharte por televisión, en los medios que le pertenecen a la nación, hablando a bocanadas de tu partido, de tu polo patriótico y de tu organización política es avergonzante. Es la muestra más clara y transparente de tu poco apego a la legalidad, la misma que despreciaste desde tus tempranas épocas en la Escuela Militar. Lo dijiste tú, no necesitamos comprobación. Albert Einstein afirmó alguna vez: "Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera".
No entiendes que el presidente de una nación no puede permitir que se viole la Constitución. Está allí para defender sus sagrados principios, pero tú estás allí para promover que –por ejemplo- los militares de este país, a los que la norma prohíbe participación y beligerancia política, se pronuncien abiertamente como defensores de tu revolución, de tu mandato eterno y de tu socialismo de bolsillo.
Las sociedades aprenden rápido Chávez. Has confiado en que tu admirable facilidad de palabra, con la qué nos ha embaucado en repetidas oportunidades, te sacará de nuevo a flote.
Olvidas considerar que esta vez, tienes un camión de fracasos –tuyos y ajenos- que han dejado un reguero de inconformidades en este, el país de Bolivar. Olvidas, pues no te interesa recordar, que las elecciones a la Asamblea, te dieron una mayoría, sólo por el uso de un recurso amañado, pero quieras o no reconocerlo, el país votó contra tu continuidad. Eso mismo hizo cuando con ventaja pírrica, te quitamos el derecho a implantar el socialismo, que de todas formas nos está metiendo con vaselina a punta de una habilitación de tus compinches asambleístas.
Sufriste con dolor al ver que los grandes centros poblados, le dieron las gobernaciones a tus opositores y sufres más al observar que ninguno de tus gobernadores ha hecho un trabajo capaz de promover su revalidación.
Te va a doler saber que cualquiera de los precandidatos de la Unidad, que no sean elegidos para aspirar a la presidencia, te ganará una gobernación, dónde quiera que la aspiren. Maria Corina, Enrique, Pablo, Leopoldo, Ledezma, Henry… mejor no sigo, no es buena medicina recordártelo.
Yo te sugiero que te agarres duro de la agonizante “bicha”. Intenta leer cada día un capitulo, para refrescar en tu mente las obligaciones que “adqueriste” cuando juraste sobre su portada. Hazlo antes de que ese librito le haga compañía a Steve Jobs, el de la manzanita.
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