Mientras la MUD se observa cada vez más sólida y comprometida con el proceso unitario, el chavismo muestra claros signos de deterioro, desgaste y erosión. Lo que antes era un monolito de 100 mil toneladas sostenido en Chávez, viene pasando por diversas etapas de división. Gradual y paulatina, pero persistente.
Primero fue el MVR, luego el Polo Patriótico, más tarde el PSUV y recientemente el Gran Polo Patriótico. Son las estructuras organizativas que han inventado los cubanos para darle un piso político a Chávez alrededor del la administración pública, que es el verdadero corazón del partido. Micomandantepresidente ha sido un maestro en la utilización de los recursos del Estado en su propio beneficio, o el de sus grupos, para hacer proselitismo y para crear la secta clientelar más grande que se conozca recientemente. A eso se reduce el partido político, cualquiera que sea su nombre, bajo el cual se cobija Chávez y el chavismo.
Y opera con todo descaro. Es de los fondos de Chávez de donde sale la plata para entregar regalos a los militantes. De allí salen las neveras chinas y los carros iraníes. De allí sale la plata para becas y regalías. El PSUV no es un partido político en su sentido más estricto. Es un administrador de dádivas. La militancia obligada sale directamente de las oficinas públicas. O, como ya es visible, entra desde las calle a los despachos engrosando las nóminas del Gobierno. Por eso se hace muy difícil de ocultar la desviación de dinero y el abuso de poder que se ejerce desde arriba.
Basta ver cómo opera una marcha chavista o una concentración en términos de convocatoria y asistencia para entrar en el mundo práctico del populista comandante y de cómo su tren presiona a los empleados-militantes para hacerle la corte al rey. Muchos son obligados, y esto lo sabe todo el mundo que tenga amigos o familia en la administración chavista. El jefe llama y precisa lista en mano a cada empleado. Nos vemos en la plaza tres horas antes. Tendrán comida, un kit revolucionario de franela, gorra y afiche y plata en efectivo. Tendrán transporte. Y la amenaza directa. El que no vaya será tomado en cuenta para todos los efectos. El jefe estará en la plaza con una lista que debe ser firmada antes y después del evento para evitar que los militantes revolucionarios huyan a ejercer capitalismo puro en el centro comercial más renombrado o que prefieran algo más picante en las licorerías cercanas. Lo demás es marchar, gritar y hacerle bulto al jefe y al comandante.
Ese es el PSUV revolucionario. El debate político no existe. Lo que hay es dominio a la cubana. Y un partido en decadencia. Con brotes de división, peleas internas y muchas organizaciones antes aliadas trabajando en contra. De allí que crear un combo con su propia gente y darle nombre como Gran Polo Patriótico es una jugada más de los cubanos, otro movimiento propagandístico. Y en este caso urgente. Lo que se ve grande y sólido es la MUD y ellos son expertos en mover las piezas de la contra información.
Pero la verdad se ve en la calles. Y ese partido tiene al jefe encuevado, aunque diga que es un potro joven y veloz.
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