PIDO LA PALABRA / ¿En el limbo?
Urge aclarar todo lo relacionado con la salud del presidente para así evitar que, por causa de la presente coyuntura, la salud política, económica y social del país empeore ante el desconcierto que cunde el horizonte nacional. Así podría el país político y económico salir del marasmo aunque a pesar de los lamentos, debe admitirse tristemente que por ahora Venezuela está ‘en el limbo’.
A decir de algunos, el problema de salud del presidente Chávez pareciera ser un libreto “hecho en socialismo”. O sea, una burda táctica mediante la cual está buscándose reposicionar su deteriorada imagen política ante el venidero panorama electoral de octubre de 2012. Aunque por ratos, él mismo habla sobre la crisis de salud que padece la cual obviamente no es nada simple. Pero a pesar que su discurso despierta compasión y solidaridad, rebate luego lo declarado generando un embrollo cuyas señales alientan serias dudas al respecto. Por otra parte, el secretismo que aduce el alto gobierno, resulta desesperante pues no termina de informar hacia dónde está dirigiéndose el país en momentos que el Jefe de Estado insiste en manejar la administración pública por vía de terceros, cuartos y hasta de quintos. O solamente a través de los ciento cuarenta caracteres del Twitter.
De manera que frente a lo que significa el conocimiento e información que corresponde esgrimirse en medio de una situación de esta magnitud, la sociedad venezolana no es debidamente notificada en virtud del pervertido maniqueísmo con el cual el régimen busca maquillar o solapar realidades a fin de ocultarlas a los ojos del mundo. Y es lo que se cuestiona en aras de la estabilidad emocional y política del país.
La secuencia de lo informado estimula profunda incertidumbre. Sobre todo, cuando las declaraciones de engreídos y petulantes funcionarios, de cara a este problema, remiten a confusos indicadores que sólo reflejan el desastre como criterio y el resentimiento como línea de acción gubernamental. De modo que ante tan penosos equívocos, los riesgos son inminentes frente a la posibilidad de ver al país sumido en una peor crisis de la que ahora sobrelleva. Y lo que es peor, en el corto plazo.
Por tan apesadumbradas razones, urge indiscutiblemente aclarar toda esta situación para así evitar que, por causa de la presente coyuntura, la salud política, económica y social del país empeore ante el desconcierto que cunde el horizonte nacional. Así podría el país político y económico salir del marasmo aunque a pesar de los lamentos, debe admitirse tristemente que por ahora Venezuela está “en el limbo”.
VENTANA DE PAPEL
ANTE EL INCIO DE CLASES
Son múltiples los problemas que amenazan el inicio del próximo año escolar. Desde el déficit de planteles hasta condiciones de funcionamiento por causa de un magisterio circunscrito en un ambiente laboral plagado de precariedades, necesidades e insuficiencias. Y estas realidades son comunes al universo de instituciones educativas que existen en el país cuyo número está cercano a las 22 mil escuelas. Sobre todo, aquellas que pechan la posibilidad de afianzar la calidad de vida del escolar mediante el programa de alimentación escolar cuya eficacia se halla seriamente afectada por las deudas que mantiene el gobierno con los proveedores del respectivo servicio.
Aunque el comienzo de este período tiene un carácter más alentador que en años pasados debido a la holgura que tienen los maestros tras la reciente reforma del contrato colectivo. Asimismo, el aumento de sueldos decretado dignifica el inmenso trabajo que tienen los maestros y los motiva a dar lo mejor de sí mismos. Por otra parte, el Gobierno Nacional prometió dotar a los alumnos con al menos 4 libros, morrales y otros útiles, aligerando de esta manera el gasto en que incurren padres y representantes.
Sin embargo, los reveses no dejan de incitar reacciones que tienden a desarreglar intenciones loables personales y gremiales ante los problemas que arrecian acumulándose sobre antiguos balances. Por ejemplo, la matriculación en escuelas privadas ha aumentado considerablemente ante lo que ha significado la ausencia de profesores en las escuelas nacionales y la suspensión de actividades por el estado físico de las mismas. Estos problemas no son difíciles de superarse si acaso los maestros reciben sueldos justos y se planifica y gerencia la educación debidamente.
¿HACIA DÓNDE VA LA JUSTICIA?
Al conocerse el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sobre el caso de Leopoldo López, son muchos los pronunciamientos en torno a la legalidad y legitimidad de la decisión tomada en Costa Rica. Sobre el llamado al Estado venezolano para que cumpla con sus obligaciones internacionales. Que si el gobierno venezolano “no tienen base legal ni constitucional” para desconocer el fallo de la CIDH. Considerar que esta decisión es tan como cualquier sentencia emitida por el Tribunal Supremo de Justicia. De no respetarse dicho dictamen, podría Venezuela verse en serios aprietos dada la calificación que geopolíticamente encararía. Una determinación que anarquice la condición republicana venezolana, pudiera traducirse en grave efectos entre otros, la aplicación de la Carta Democrática toda vez que tan significativo acuerdo sanciona la violación de medidas encaminadas a consolidar el orden jurídico establecido y dictado por cada nación que lo haya suscrito. Y Venezuela, efectivamente así lo asumió tanto que la propia Constitución de la República lo expresa taxativamente. O Venezuela asume sus compromisos confirmándose así su condición de nación democrática, o habrá de estrellarse contra su misma barrera jurídico-legal.
O como expresara el abogado Antonio Ecarri: “esta es una oportunidad en la que Venezuela puede demostrar la fortaleza o debilidad de su democracia”. Entonces, ¿hacia dónde va la justicia? Aunque ya sucedió que el TSJ desechara un fallo por "inaplicable" en Venezuela, y no pasó nada después de la alharaca que las partes dieron con argumentos legales e interpretaciones a conveniencia.
¿TEMPORALIDADES DEFINITIVAS?
El aeropuerto Alberto Carnevali, que cubre la ciudad de Mérida, vuelve a ser noticia. Todo por causa del presunto cierre ante la esperanza de contar nuevamente con sus servicios. Particularmente, el que había ofrecido la Línea Aérea Lamia, empresa ésta de factura privada. Las excusas gubernamentales son distintas pero que a la hora de determinar alguna razón de peso, lucen confusas. Sobre todo, por culpa del exagerado secretismo que pareciera ser criterio del gobierno para evadir las realidades y desprenderse de críticas que, con seguridad, lloverían sobre instituciones oficiales.
Aunque es natural que ante las opresiones gubernamentales que se traducen en dificultades de todo tipo y género, la empresa debió verse en graves aprietos lo que habría determinado el cierre temporal de Lamia por parte de su propietario. De esta manera, vuelve a repetirse el revés que en un principio obligó a esta empresa a suspender el comienzo de sus operaciones. Ahora, cuando casi todo estaba listo para su reinicio, debido a que hace algunos meses se había informado sobre tan esperado momento y así evitar viajar durante casi dos horas para tomar un vuelo desde el aeropuerto de El Vigía, vuelve a venirse abajo trayendo decepción, angustia y lamento a una población cuya movilidad pasa por la utilización de tan necesarios servicios aéreos. Ojalá la temporalidad de tan triste medida, no sea definitiva. Tal como sucede en este país de improvisaciones por doquier.
¿UN VERDADERO CENSO?
Escribe Victor Machado, autor de la Gerencia de la Calidad, que “poco a poco va saliendo de la oscuridad el verdadero censo venezolano. El censo de las bandas criminales lideradas por afectos al régimen o por quienes se protegen en las esferas de altos funcionarios. Creen estos jefes que pueden trabajar "libremente" sin el rastreo de los satélites espías de la CIA y del M-16. Ellos pretenden pasar desapercibidos ejecutando "teatros de operaciones" de captura de algunos alijos o "culpando" a inocentes del contrabando fallido. Este censo se podría denominar el censo de los cuellos blancos”.
Agrega Machado que “razones no les falta a algunos de ellos cuando dicen que la salida podría ser violenta y no por la vía democrática, porque están en cuenta de que tarde o temprano serán buscados, capturados o muertos por cuerpos armados cuyos miembros respondan a los acuerdos y a las leyes internacionales que rigen contra gobernantes que se transforman en criminales. Pero, más preocupa el censo que está pendiente. El censo de los cuellos azules. Sería el de las bandas de azotes y criminales que se ocultan en barrios y áreas extraurbanas. Este censo sólo podría ser ejecutado con la intervención de fuerzas militares, tal como ocurrió en las favelas de Brasil. Hay que aislar a todo individuo que no pruebe tener un empleo legal, y registrar a fondo los "huecos" que ocupan para localizar y confiscar cualquier sistema de transporte, de defensa o de comunicación (moto, arma o telefonía celular, por ejemplo).
La "conchupancia" entre líderes de cuello blanco y seguidores de cuello azul es la causa fundamental de la existencia de organizaciones criminales que cada día se fortalecen en países como México, Colombia, Guatemala y Venezuela, entre otros. El verdadero censo está en ubicar a los delincuentes y "sacarlos de circulación".Antonio José Monagas
amonagas@cantv.net
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