viernes, 12 de agosto de 2011

FAUSTO MASÓ: NI CASARSE, NI ARRIMARSE NI DIVORCIARSE

Parecerá sorprendente, pero es cierto que el hecho inevitable de que desaparezcan las viviendas de alquiler obligará a los divorciados a continuar viviendo juntos en vez de separarse, y a convivir a continuación con los novios, o novias, de ambos, como ha ocurrido en otros países del socialismo real.

Esa ley, además, limitará la natalidad, aunque nuevamente algún lector supondrá que el cronista exagera; impedirá a los estudiantes del interior alquilar habitaciones, complicará los planes matrimoniales, porque antes de casarse se alquila un apartamento o una habitación. ¿Qué tonto arrendará? ¿Qué empresario construirá un edificio donde por ley regalará 25% de los apartamentos que obligatoriamente se destinarán al arrendamiento, porque alquilarlos será igual que regalarlos? 

Suena grotesco, pero en un viaje a Cuba se comprueba cómo la desaparición de las viviendas en alquiler ha provocado que los divorciados sigan viviendo juntos, acompañados de sus amantes, los hijos y los padres de cada uno de ellos.

Mientras en Venezuela desaparece el alquiler de viviendas, Raúl Castro ha anunciado la gran reforma económica: la autorización para disponer libremente de casas y apartamentos en Cuba. Esa reforma cubana generará la inversión de millones de dólares, provenientes muchos del exterior, cambiará La Habana, los propietarios no dejarán que se caigan a pedazos las viviendas, como ocurre ahora.

Los matrimonios jóvenes, los divorciados, los arrimados, harán el amor en los parques de Venezuela, como ocurre en la isla, o esperarán en cola, en la vía pública, para alquiler una habitación en un hotel de corta estadía, propiedad del Estado.

No es broma ni exageración.

En Cuba la población envejece, ¿cómo tener hijos? Los matrimonios viven hasta en la azotea de las casas de sus padres; alguna película venezolana-cubana mostró esa realidad supuestamente cómica.

¿Qué ocurría hasta ahora cuando alguien se peleaba con su mujer en Venezuela? Pues, agarraba sus corotos y se marchaba. Pronto seguirán viviendo bajo el mismo techo. Esa es una de las razones por las que un cubano no quiere trabajar ni ganar dinero, excepto si le pagan en dólares. Si soñara con vivir en un apartamento propio o alquilar un cuarto, pues, trabajaría, ahorraría.

Esta nueva ley de inquilinato de Chávez constituye un suicidio político. Diosdado está cavando la tumba política del Presidente.

Calculen el número de matrimonios y divorcios anuales en el país y conocerán la cantidad de antichavistas furiosos que generará esta ley, tan estúpida que ni respeta la vivienda principal del propietario.

Los que piensan cerrar su casa o apartamento, no alquilarlos, están soñando. Se los quitarán. Pronto.

Quizá sea mejor que la Asamblea apruebe la ley, junto con la anunciada estatización de las embotelladoras de agua: le costará a Chávez la reelección.
Los incrédulos, si quieren convencerse, busquen en el periódico una vivienda en alquiler, colóquense a continuación en los zapatos del divorciado, del que piensa casarse o del estudiante de provincia.

Ah, ¿y cómo mudarse? Surgirá un mercado negro de permutas ilegales.
Esta matraca dejará chiquita la del cemento y las cabillas.

¡Viviremos y venceremos…! Sí, viviremos en los parques y haremos el amor por Ipostel, porque últimamente falla el ABA.

No se rían. Todo es una verdad como un templo.

Fausto.maso@gmail.com

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