Crash, sonó y brincaron las astillas cuando por enésima vez le preguntaban espejito, espejito, cuál es la revolución más bonita. Por años el espejo había respondido con un mapa de Venezuela roja rojita. Igual había mostrado un idílico mar lleno de delfines y sirenas jugueteando, cuando el revolucionario mayor le inquiría espejito, espejito, cuál es el mar de la felicidad. Como a la bruja de Blanca Nieves el espejo roto parecía querer decir: no ya tú no eres la más bella. Y mostraba en el bosque a una hermosa joven correteando con siete enanos que para muchos eran siete estrellas. Cosas de las épocas, los modelos anacrónicos son sustituidos, sin contemplación, por los nuevos. Crash, sonó como si le hubieran dado una pedrada. ¿Tú también tío mío?, le reclamó a Raúl al observar que con tamaña “China” que sostenía en sus manos, hacía trizas el viejo espejo de la revolución. ¿Y ahora en que país nos vamos a mirar si cubita la bella ya no es la más bella y la revolución bonita no es la más bonita?
¿Cómo le digo a mi pueblo que los escuálidos no volverán si ellos, nuestro guía y modelo limitan todos los cargos a dos períodos de cinco años? Claro, como ellos ya estuvieron cincuenta… ¿Cómo hago para que mi pueblo me crea que ser rico es malo, si Raúl va a dejar que los cubanos compren y vendan carros y cosas y como cualquier hijo de vecino capitalista, monten negocios que los enriquezcan? ¿Cómo le explico a mi pueblo que la adjudicación de casas es mejor que la venta, si hasta les van a dar créditos hipotecarios a los cubanos? ¿Cómo les echo el cuento de los cinco motores “made in La Habana” de nuestra revolución nos van a sacar para adelante, si el motor de la revolución cubana echa tremenda pistoneada y me llena el cuarto de humo? Si así es el motor de ellos, cómo serán los que nos mandan, dirá el pueblo. Cof, cof, cof.
Se rompió el espejo. Las malas lenguas dicen que es el mismo que los españoles intercambiaban por oro con los indios, cuando estos se veían asombrados, hacían muecas y se reían entre ellos, mientras los conquistadores los esclavizaban y mandaban el oro y la plata de las entrañas de América, a las arcas de España. El mismo espejo: petróleo por “expertos”…. asesores petroleros, de catastro y de electricidad de un país sin petróleo, sin propiedad privada y en permanente emergencia eléctrica. Y aunque usted no lo crea, les quedamos debiendo. Se los dije, se burlan los deslenguados: se copiaron del peor alumno del salón y… los rasparon. Ahora buscarán desesperadamente de quien copiarse en la reparación. “Se solicita molde para revolución todavía buenamoza, abstenerse capitalistas y gobernantes con período de gobierno limitado”, aparecerá en la prensa.
LA CHINA DE RAÚL
Algunos dirán que los cambios ofrecidos a Cuba por Raúl Castro y refrendados por Fidel Castro, son una careta. Que ya se dieron en el pasado cuando el período de emergencia a raíz de la caída (“autosuicidio”) de la Unión Soviética. La realidad es que en ese momento la mano salvadora de Venezuela les permitió retroceder las medidas. Hoy nuestro país ha esquilmado a tal punto su industria petrolera, que con el barril a más de cien dólares, bajan las reservas monetarias. Y ahora, ¿quién podrá defenderme?, se pregunta el régimen cubano, preguntando por preguntar, pues saben que ya no hay más chapulines y mucho menos colorados. Por lo tanto, vuelven a abrir la economía. ¿Careta?… en política, las caretas se quedan pegadas. Asistimos a la chinización de Cuba. No hay cemento (o petróleo) suficiente para tapar la fisura que han abierto. Como China, se irán abriendo al capitalismo. Las circunstancias les han obligado a reconocer tamaño fracaso de la revolución, con décadas de retraso.
Roto el molde, ¿reconocerá Venezuela este fracaso? No queda otro camino. La realidad es obstinada. La reacción árabe, por encima de twitters, o medios, o dictaduras, se llama apertura forzada por pueblos hambrientos y frustrados. Lo de Cuba es inteligente. A lo mejor se adelantan a los twiteros y logran una transición pacífica.
No pueden nuestros “revolucionarios” seguir hablando de éxito en medio de un país con creciente déficit de viviendas, de producción, de infraestructura, con una industria petrolera que apenas exporta un millón de barriles propios, unas industrias básicas de Guayana al borde de la inanición y sobre todo una nación con el alma dividida.
¿Pensarán que Venezuela puede esperar 52 años para rectificar el rumbo? Usted y todos los que me leen, sabemos que no. Si de copiarnos se trata, allí están por ejemplo Chile y Costa Rica. Por lo menos son buenos alumnos. Se solicita liderazgo con visión de futuro, abstenerse vidrieros con espejos astillados.
(El autor es ingeniero y consultor gerencial)
rafaelgallegosc hotmail.com
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