La crisis del chavismo supera ampliamente las circunstancias que rodean la enfermedad de Hugo Chávez y su ya irreversible fracaso administrativo. Esa es la verdad. En su seno hay, sin lugar a dudas, un problema de ambiciones personales que se han puesto en evidencia con la ya confirmada gravedad, pero el fracaso de su gestión es un problema ideológico de fondo que, a mi criterio, es de mayor importancia ya que se mantendrá, aún después que se conozca de manera cierta la evolución de la grave enfermedad. En estos días leí una importante polémica entre Heinz Dieterich, un marxista de categoría internacional quien había respaldado, en el tiempo, la Revolución Bolivariana y un chavista de nombre César O. Guevara, quien en justicia muestra una interesante cultura.
Trataré de resumir las ideas expuestas en sus escritos para después dar mi opinión personal sobre su contenido. El largo artículo de Dieterich se titula “La conducción política de Fidel y Hugo Chávez“. Sus ideas principales son las siguientes:
“Todo sistema de conducción del Estado es un sistema de dominación política que se constituye sobre tres tipos de influencias: las circunstancias objetivas del momento, la intervención de las masas y el carácter de los líderes; a los cuales Marx consideraba, dentro de la dinámica objetiva, como parte de los ‘eventos aleatorios’ o de casualidad (“der ´Zufall´ des Charakters der Leute, die zuerst an der Spitze der Bewegung stehn“), que aceleran o desaceleran los proceso objetivos”.
“Los líderes máximos de la Revolución Cubana y de la Revolución Bolivariana comparten muchas características. Ambos son carismáticos, tienen una gran oratoria, inteligencia y vitalidad… Sin embargo, los modelos de dominación política son cualitativamente diferentes. El sistema político de la Revolución Bolivariana es carismático y bonapartista, mientras que el de la Revolución Cubana es básicamente burocrático y tradicional. Hoy día, ambos modelos comparten dos deficiencias fundamentales: a) su configuración histórica está estructuralmente agotada, es decir, su ciclo de vida productiva ha terminado; b) su carencia sistémica es su inadecuada cibernética (dialéctica) frente a la complejidad de los procesos y la nueva estructura de clase del siglo XXI”.
El señor César O. Guevara inicia su artículo “Respuesta a Heinz Dieterich” afirmando: “En absoluto se trata de “casualidades históricas”, como subtitula usted, o de “eventos aleatorios”, como los denominó Marx. Las condiciones objetivas de un tiempo histórico determinado, el comportamiento de las masas en ese tiempo y el temperamento y carácter de quienes las lideran, ocurre dentro de una dinámica causal, no casual. A su símil biológico, las revoluciones socialistas proponen lo inverso: que sea la sociedad el subsistema cibernético y el Estado la realice. Es decir, que el pueblo mande y el Estado obedezca. Lo contrario es dictatorial. Es verdad, la burocracia tiene el carácter de neurotransmisores, al fallar, el sistema se desorganiza y perece. La URSS es un ejemplo.
El modelo de dominación de Hugo Chávez es bonapartista. Esa característica es negativa y muy lamentable. Por allí puede penetrarle de la flecha de París, porque no es un rasgo simpático ni siquiera para su entorno. La “identificación semi-religiosa de sus partidarios con el líder”, es porque la masa de la población venezolana históricamente, excluida de los privilegios de los que sí gozan sus élites económicas, confía en que el Comandante remediará sus males. Cuba es un milagro de supervivencia. Sin embargo, Fidel ha declarado que dado el mundo actual, ese sistema ya no sirve ni para ellos. En superar esas fallas estoy totalmente de acuerdo con usted, pero difiero en su tesis de confrontación de clases. Yo buscaría la cooperación entre ellas.
Imaginarse que es posible superar las fallas del marxismo es sencillamente desconocer la historia. La tesis de cooperación entre las clases es la base fundamental de la socialdemocracia. Eso sí, respetando las libertades democráticas y la separación de los poderes. Ciertamente, el modelo de dominación chavista es bonapartista, aunque es una frase elegante para evitar decir que en Venezuela lo que existe es un autoritarismo arbitrario que vulnera la libertad ciudadana. Pensar que en nuestro país quien gobierna es el pueblo es ocultar la verdad: en Venezuela los que dirigen el régimen es una camarilla arbitraria que se está enriqueciendo descaradamente. La historia no es causal. Eso es determinismo, casi positivismo. En ella interviene permanentemente el azar.
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