Cuando el proceso electoral presidencial norteamericano se ha puesto nuevamente en marcha, parece de interés describir cual es la visión de la oposición -esto es del Partido Republicano- acerca del estado de la democracia en América latina.
M.Steele presidente del partido Republicano de EEUU. |
En momentos en que los republicanos dominan la Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos, algunas reflexiones de la activa legisladora por Florida, Ileana Ros-Lehtinen, pueden ayudar a entender como se nos mira desde la óptica republicana. Particularmente, porque preside la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de su país. Sus pareceres son recientes desde que fueron enunciados en una sesión del mencionado Comité, del 26 de mayo pasado.
Para la legisladora republicana los derechos humanos y las libertades fundamentales están en peligro real en América Latina. Porque, sostiene, hay países que han estado desmantelando, paso a paso, las instituciones de las democracias que les permitieron acceder al poder. Y porque "vemos muy seguido como la prensa es blanco de ataques por parte de los tiranos de la región que procuran acallar los disensos y promover lealtades".
La preocupación es grave desde que, según admite la legisladora, la influencia de los Estados Unidos en la región "ha disminuido significativamente", en momentos en los que autócratas y tiranos están en el poder. Esto, entre otras razones, se debe, creemos, a que la región ha profundizado sus esfuerzos por desplazar a los Estados Unidos y a Canadá de lo sustancial del diálogo regional, estrategia muchas veces disfrazada de búsqueda de identidad y así minimizada.
Para Ileana Ros-Lehtinen lo que ocurre se debe, en buena medida, a que "en lugar de hacer responsables a quienes abusan de la democracia, ignoran el estado de derecho y no respetan los derechos de sus pueblos, los Estados Unidos ha permitido que la región se transforme en un campo de juego para los déspotas". Como ejemplo de esto, la legisladora se refirió específicamente al incidente en el que la Argentina (encabezada por su inefable Canciller) secuestró material de propiedad de las fuerzas armadas de su país, episodio al que calificó -para que no queden dudas- de "afrenta directa". Obviamente, lo sucedido no ha sido gratis.
En su discurso la legisladora se refirió asimismo a la difícil situación que atraviesan Nicaragua y Venezuela. Además, destacó su inquietud por la opacidad con la que hoy operan en América Latina los agentes de Cuba e Irán, a lo que calificó de amenaza a la seguridad regional. También expresó su alarma por el aumento de las actividades del crimen organizado en la región.
En su larga alocución, la legisladora le dedicó un párrafo especial a la situación de la libertad de prensa en nuestra región. Genéricamente reseñó las conocidas dificultades de la libertad de expresión en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Pero le dedicó, además, un párrafo especial a la situación en la Argentina, señalando que al analizar este tema se suele "olvidar" lo que ocurre en nuestro país, donde -advirtió- crece la presencia estatal en los medios de opinión y en donde se intimida -de muchas maneras- a los medios de prensa independientes e imparciales, citando -como ejemplo- la masiva inspección fiscal en su momento lanzada contra el grupo Clarín, de la que luego nadie asumiera responsabilidad directa.
Recordando asimismo que este año se cumple el décimo aniversario de la Carta Democrática de la OEA, lamentó su falta de efectividad y sus falencias y señaló que el organismo regional debería proteger a las democracias, no a los gobiernos y, menos aún, a los tiranos, en referencia indirecta al hondureño "Mel" Zelaya.
En el plano de la economía, se pronunció enfáticamente por impulsar la puesta en vigor de los acuerdos comerciales suscriptos por su país con Colombia y, de paso, expresó su preocupación por el aumento de la presencia comercial de China en la región, señalando que este país ya ha desplazado a los Estados Unidos como primer socio comercial del Brasil, lo que debiera impulsar a su país, a salir de "la pasividad", esto es a recuperar los vínculos perdidos.
Una visión dura. Clara y sin concesiones ni condescendencias. Bien distinta de la de la administración del Presidente Obama y, en particular, mucho menos tolerante con los abusos reiterados contra la libertad de expresión que están ocurriendo en América latina, incluyendo en este delicado capítulo a la situación argentina, específicamente. Lo que sucede está claro, dentro y fuera de nuestras fronteras.
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