lunes, 11 de julio de 2011

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: PIDO LA PALABRA / LUCTUOSA CELEBRACIÓN

La ansiedad de poder, como mecanismo de gruesa vanidad, aunque de gloria efímera y de hueca gratuidad, tiene a los más cercanos colaboradores del alto gobierno totalmente chocados. * Con la adulancia, estos suspicaces personajes de coloquiales engañifas, están peleándose entre ellos con el risible cuento de 'reforzar la autoridad del supremo presidente'. 
En medio de las tantas emergencias que ha vivido Venezuela, a consecuencia de los excesos políticos e infortunios naturales, el gobierno central dispuso todo su aparato logístico y propagandístico para rememorar el hecho patrio acontecido hace doscientos años cuando se firmó la Declaratoria de Independencia. Fue tal el estilo chapucero utilizado para elogiar tan digno momento, que lo único exaltado fueron los vicios y defectos abonados por la descomunal corrupción urdida al amparo del poder vertical manejado desde Miraflores.
En su desarrollo este nuevo aniversario, organizado además con fines politiqueros, resultó de un cinismo absoluto. Sobre todo si el análisis se hace con base en la interrogante: ¿cuál independencia pretendió celebrarse? Si de independencia pudiera hablarse, habría que considerar la situación en la que se encuentra actualmente el país. Pues a decir de cualquier realidad examinada, es indiscutible que se halla atrozmente supeditado por otros países, aunque con menores potencialidades que las detenta Venezuela.
Quizás, más razones hubo en tiempos de la dictadura del general Juan Vicente Gómez para celebrar el centenario de la firma del Acta de Independencia pues para entonces el país, aún cuando con una pobreza estructural que marcaba su funcionalidad económica, mostraba condiciones de menor dependencia que ahora.
En medio de tan atronadora alharaca, el Ejecutivo Nacional desvió la esencia de lo que bien representó la creación de una primera República pese a que su vida fue profundamente incipiente dada la precariedad política, social y económica. Asimismo, debe destacarse que dicho momento no fue un acto de naturaleza militar. Por el contrario. Fue enteramente civil toda vez que su génesis se deparó entre acuerdos de facciones patrióticas incitadas por el revuelo que generó una importante coyuntura civilista con vocación libertadora, al momento que “nacemos a la dignidad”, declarándose en ruptura con el poder colonial español.
No obstante la manipulación propia de todo ejercicio de dominación militarista, lleva a torcer el sentido de la historia según la ideología del gobernante. Y efectivamente, la ingesta de populismo ramplón contaminó la idea de festejar los primeros doscientos años de tan augusto instante. El peripatético personalismo del presidente de la República, azuzado por las ovaciones de sus furibundos prosélitos, estropearon lo que pudo ser un acto de prístina majestuosidad y elocuente seriedad que denotara valores históricos, exaltara principios democráticos y conjurara ideales de desarrollo.
Pero nada sucedió así. Mientras que el desfile cívico-militar vislumbraba características carnavalescas, comunidades aledañas a la Penitenciaria de El Rodeo, solidaria con la crisis carcelaria, demostraban que el 5-J no había nada que celebrar. Mejor parecía una fecha dramática para el país. No por lo que aconteció hace dos siglos, sino por lo que transcurre hoy en una Venezuela que marcha en contravía histórica en relación con procesos de desarrollo que cobran fuerza en otros países del continente. Por estas razones, es que se habla que toda estos ridículos festejos del Bicentenario apenas sirvieron para una luctuosa celebración.


 VENTANA DE PAPEL
COMO EN SACO DE GATOS
En medio del berenjenal que se ha armado en Venezuela como resultado de un gobierno central dirigido a control remoto, dada la continua ausencia del presidente Chávez en virtud de la apesadumbrada enfermedad que padece, la administración gubernamental se convirtió en un desagradable zafarrancho. La ansiedad de poder, como mecanismo de gruesa vanidad, aunque de gloria efímera y de hueca gratuidad, tiene a los más cercanos colaboradores del alto gobierno totalmente chocados. Particularmente, por la razón misma que constituye la posibilidad de hacerse de mayores cuotas de poder por el cual puedan valerse contra constitucionalmente de los más encubiertos argumentos para usurpar formas novedosas de saquear las arcas públicas bajo cualquier excusa adornada con el remoquete socialista o con la ocurrencia de “ser pueblo”. Con la adulancia, estos suspicaces personajes de coloquiales engañifas, están peleándose entre ellos con el risible cuento de “reforzar la autoridad del supremo presidente”. Cuando en realidad lo que está sucediendo debajo de tanta escaramuza de calle, es “cuánto hay, o dónde meto la mano sin ser visto”. Luego de la decisión del presidente de mantener a cada uno de los personajes de marras en sus altos cargos, la pelea será más visceral. Es como “pescar en río revuelto”. O mejor dicho, sus pretensiones los hace ver revolcándose como ratas en un “saco de gatos”.
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VENEZUELA: UNA GRAN MENTIRA
La situación vivida nacionalmente a consecuencia de la ausencia del presidente, por los motivos que de alguna forma se saben, fue lo que terminó de correr la cortina en el país político. Hoy, todo es una mentira, una farsa, un chanchullo armado por estos gobernantes con el único propósito de ocultar la verdad de los hechos tal como están ocurriendo. De esa manera, hacen posible maniobrar las situaciones a fin de solapar los desarreglos cometidos mientras, con el apoyo de sus fuerzas mediáticas, divulgan imágenes colmadas de perfecciones supuestamente construidas bajo ambientes de socialismo del siglo XXI. Algunas de las mentiras gubernamentales, han sido preparadas en medio de los desaguisados incitados en el marco de la crisis de electricidad que todavía padece el interior del país. Otra de suma pertinencia, es la referida a las presuntas restituciones, rehabilitaciones y acicalamientos de plazas, esculturas, casonas y edificios públicos ordenados por el alto gobierno como regalo a la ciudad de Caracas ante el bicentenario de la Independencia. Mentiras relacionadas con índices maquillados de producción de industrias expropiadas. Así como con la construcción prometida de viviendas que sólo pueden verse en maquetas de emperifollada condición. Y así es con todo lo que anuncia el gobierno central. Todo queda reducido a un vulgar coto de meras parodias. Eso sucede en regímenes enteramente populachéricos. Y Venezuela, tristemente fue forzada a convertirse en tramoya de circo. Una gran mentira.TAMBALEA .
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ESTRUCTURA ESTATAL
El gigantesco peso de una nómina inmensamente abultada por dadivosa y populista, está causándole serias dificultades a la movilidad administrativa del gobierno nacional. De acuerdo a cifras suministradas por el mismo Instituto Nacional de Estadística, la administración pública venezolana, alcanzó su mayor capacidad. A finales de Mayo, el gobierno nacional tenía en sus nóminas de empleados a 2.558. 131 personas lo que deja ver los descomunales esfuerzos que debe hacer para mantener tan elevado número de funcionarios a su servicio. Aunque lo peor no es el voluminoso presupuesto que mensualmente debe prepararse en términos de cancelar sueldos y salarios. Lo grave de todo esto está representado en la improductividad que caracteriza al aparato público. Desde areperas, pasando por hoteles hasta llegar a los eslabones más significativos aunque igualmente deprimidos como son las industrias básicas y estratégicas del Estado venezolano. Es decir, la petrolera, la eléctrica, la siderúrgica, la cementera. Inclusive, la automotriz y la pesquera. Además de aquellas otras que han resultado de expropiaciones y estatizaciones. Según el INE, “en un mes ingresaron a la nómina pública 163.027 personas”. Así, la eficiencia y la eficacia son sólo términos propios para discursear. No es difícil inferir pues cuánto tambalea la estructura estatal.
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Y SIGUEN ABUSANDO
Cada día, las atrocidades del oficialismo van en aumento. O la hacen de entrada, o la sueltan a la salida. Pero siempre hay algún abuso de por medio en el plano de tan pervertida revolución “de numeritos”. La última, pese a la recién aprobada Ley de Emolumentos para el Sector Público, de manera unilateral, los 32 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia olvidaron que la justicia es su blasón y sus principios constituyen el medio en que desarrollan su acción. Pero ni modo. Contrariamente a todo esto, que sólo sirve para relleno de literatura jurídica, se asignaron un montante por concepto de  bono de alimentación de diez mil bolívares mensuales. O sea, el equivalente al salario de tres médicos especialistas adscritos a algún hospital público. Pero mientras estas realidades dificultan la posibilidad de entender el discurso del gobierno signado por razones de “democracia participativa y protagónica”, los empleados tribunalicios del país siguen exigiendo al aumento del 40% que todavía sigue sin ser cancelado. ¿No es eso abuso calificado? Entonces, ¿qué es lo que está pasando?
amonagas@cantv.net


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