jueves, 30 de junio de 2011

TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 30/06/11. OPINIONES DE HORACIO VÁZQUEZ-RIAL, JUAN VELARDE Y DARSI FERRET

"Es posible tener que librar una batalla más de una vez para ganarla."  Margaret Thatcher
1.- HORACIO VÁZQUEZ-RIAL: LA SOLEDAD
2.- JUAN VELARDE: UN ANTECEDENTE HISPANO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO
3.- DARSI FERRET:  HUGO CHÁVEZ Y EL SILENCIO DE LOS CORDEROS


AIPOP
Asociación Integral de Políticas Públicas
LA ECONOMÍA EN EL SIGLO XXI
HOY Jueves, 30 DE JUNIO DE 2011.- Hora: 8 AM
Lugar: Salón Boulton de Fedecamaras, PH.
Urb. El Bosque. Caracas

La Fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja. Por la restauración moral de la República, ¡a la carga!. Solo faltan 557 días, cuenta regresiva inexorable. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel

HORACIO VÁZQUEZ-RIAL: LA SOLEDAD

Lo plantean casi como un problema asistencial, sumándose a la tendencia estatalista a intervenir en las vidas privadas de todo el mundo, lo cual es una manera eficaz de aislar a los individuos y hacerlos reticentes al trato social, que siempre puede preceder a la jauría de las residencias o al piadoso doctor Montes.

De ser posible, me gustaría llegar al final de la vida junto a mis hijas y a la mujer a la que amo. Hay quien diría que es ley biológica que sea así, pero lo cierto es que no siempre ese tipo de previsiones se cumplen. Supongo que uno puede sobrevivir a la viudez, pero conozco casos en que no es así, en que el dolor por la ausencia del finado arrastra al compañero a la tumba más temprano o más tarde. Pero se equivoca quien suponga que ésa es una muerte por soledad. Es una muerte por amor, porque ese vacío no lo llenan ni siquiera los hijos. De lo que dudo mucho más es de que sea posible superar la muerte de los hijos, aunque también conozco gente que lo ha conseguido, mal, en inferioridad de condiciones, porque nunca se vuelve a ser el mismo después de un acontecimiento así, pero lo ha conseguido. No es gente que se haya quedado sola, sino gente que ha perdido el sentido de su existencia: la muerte de un hijo es un hecho contra natura, siempre imprevisto, siempre devastador.

La soledad no es la ausencia de gente alrededor de cada uno. Hacerse acompañar estúpidamente es sencillo: basta una barra de bar, o una copa en la acera para salir a fumar, o una partida de petanca o de dominó, o una reunión de futboleros exaltados en la cumbre de las Ramblas después de un partido del Barcelona. El que te esperen en casa o no es cuestión secundaria. Estás perdiendo el tiempo fuera de ella porque estar dentro te aplasta. Pero no es la soledad lo que mata, sino la existencia miserable que te ha llevado a ella, la culpa de no haber sido nada ni nadie para algún otro o, lo que es peor, haber acabado por ser un alguien molesto, perturbador, indeseado y, probablemente, despreciado por el ser con el que deberías haberte amado y no odiado. No es la soledad, es el fracaso, el no haber sabido construir, o no haber querido, o no haber podido.

Pienso en esas parejas arrasadas en las que él, de 85 años, le pega un tiro a ella, que padece alzhéimer a los 83, y después se suicida. Él ya no soporta que ella ya no lo reconozca, o lo haga sólo a ratos y lo recuerde en realidad como era hace medio siglo, y piensa que un día él morirá de repente y nadie la atenderá y encontrarán los cadáveres de los dos en descomposición unos días después. Elige acabar antes. No con la soledad: nunca han estado solos hasta que ella perdió la cabeza, se acompañaron firmemente hasta ese terrible instante del desvanecimiento en que él comprendió que ella ya no le tenía en el recuerdo. Decide acabar con el dolor insuperable de la pérdida acelerándola. Es una locura, pero sentimentalmente comprensible. Los informativos dicen que es violencia de género, y los vecinos, cínicos y malvados, se explayan con que era buena gente pero últimamente se los veía muy solos. Al decir eso no están reclamando justicia, sino asistencia social. Si hubiese venido una enfermera, o alguien que les cocinara, él lo hubiera sobrellevado. Cuando la verdad es que él hubiera hecho lo mismo, tal vez antes, ante el trato humillante de los bondadosos funcionarios.

Para las personas cultas, la soledad es tan imposible como el aburrimiento. Yo no recuerdo haberme aburrido jamás, salvo en alguna sala de espera de hospital a las que a uno lo convocan temprano y espera en ayunas a que lo llamen y le entra modorra.

Nunca me aburrí en ninguna compañía, sólo porque las selecciono. Porque hay tipos aburridos y aburridores, y hay que huir de ellos como de la peste. Pero estar sin ellos no es estar sólo, bien al contrario, es estar en la placentera compañía de uno mismo, de los libros, a veces de algún ocasional amigo de los que Pla llamaba "conocidos" o, a lo sumo, "saludados", que tienen la desventaja de su superficialidad y la ventaja de su condición efímera. Yo soy bastante más amigo de Al Pacino o de Burt Lancaster que de la mayoría de mis vecinos: nunca me defraudaron y hasta me concedieron el regalo de sus almas diversas e intensas. Jamás me han dejado solo. Y conozco hombres que nunca fueron capaces de enamorarse de una mujer de carne y hueso pero han pasado la vida tras un sueño de celuloide o una voz grabada.

¿Que la muerte es una forma de soledad definitiva? Depende de creencias y experiencias próximas. En el peor de los casos, aquel en que todo acaba en el deceso, la muerte no es soledad: es descomposición, pérdida, vacío, duelo de los que se quedan y mueren de amor o lo superan. En los mejores casos, es gloria o castigo, reencuentros en otro mundo, un nuevo momento en el ciclo de las reencarnaciones, otras compañías.

El Creador comprendió que no era bueno que el hombre estuviera solo y le dio una compañera nacida de su propia carne. Nada les dijo acerca de los buenos y los malos matrimonios, ni siquiera los casó. El pecado –la curiosidad sobre el bien y el mal y la consecuente lujuria, acompañada por el pudor– no separó a Adán y Eva, al contrario, los unió profundamente. El primer hombre que se encontró realmente solo fue Caín, pero su tragedia no era la soledad, sino el crimen, la mentira y la indiferencia: el individuo que dice que él no es el guardián de su hermano elige, en el instante mismo de la cínica pregunta, una soledad que no le importa. Sabe, como sabrán después de él todos los hombres del mundo, que su horrendo delito le ha hecho perder para siempre el derecho a vivir en sociedad, pero qué importa eso a quien ha matado a su hermano, carne de su carne y sangre de su sangre.

Sólo eso se dice en la Escritura: no es bueno que el hombre esté solo. Tampoco es necesaria e implícitamente maligno, aunque pueda ser molesto o inquietante. Pero el hábito de la soledad elegida es logro de sabios, de personas con una gran vida interior, que en absoluto se desentienden de sus semejantes, ni dejan de relacionarse con Dios ni con el mundo, sólo lo hacen desde una posición distinta.

La soledad únicamente es una tragedia desde el desvalimiento, la inferioridad física o la pérdida de facultades mentales, lo que puede convertir a un hombre en el objeto de otros o llevarlo a un óbito desesperante. Claro que hay más ejemplos de ello de los que debiera, pero también es evidente que la gente resiste más allá de lo concebible en su ligazón con la vida, en soledad o no.

JUAN VELARDE: UN ANTECEDENTE HISPANO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO

Pocas piezas de los planteamientos económicos han tenido tanta fuerza como el teorema de la mano invisible de Adam Smith. Sabido es que en el capítulo II del libro IV de La riqueza de las naciones, por cierto en un contexto evidentemente impregnado del nacionalismo mercantilista triunfante en el siglo XVIII, se lee:

Es cierto que, por lo general, nadie se propone fomentar el interés público, ni sobre hasta qué punto lo está fomentando (...) Busca únicamente su propia ganancia, y en éste, como en otros muchos casos, una mano invisible le lleva a fomentar una finalidad que no entraba en sus propósitos (...) Buscando su propio interés, fomenta frecuentemente el de la sociedad con mayor eficacia que cuando se lo propone realmente. Yo nunca he visto que quienes pretendían promover como sus actividades el bien público hayan hecho muchas cosas buenas.

Las consecuencias de este teorema fueron rapidísimas. Jovellanos, como es bien sabido, lo comparó, para las ciencias sociales, a algo parecido a como para las físicas era la ley de la gravitación universal de Newton, y de inmediato se observa en el economista asturiano esto cuando escribe en Introducción a un discurso sobre el estudio de la economía civil: "Pero, ¿es posible, me decía yo, que no haya un impulso primitivo que influya generalmente en la acción de todas estas causas y que produzca su movimiento, así como la gravedad, o sea la atracción, produce todos los movimientos necesarios en la naturaleza?". La búsqueda de la libertad económica es su consecuencia. En el Informe de la Ley Agraria, los enlaces con esto son continuos. Por ejemplo cuando señala: "Sólo la esperanza del interés puede excitar al cultivador a multiplicar (los frutos) y traerlos al mercado. Sólo la libertad, alimentando esta esperanza, puede producir la concurrencia, y por su medio aquella equidad de precios, que es tan justamente deseada. Las tasas, las prohibiciones, y todas las demás prohibiciones reglamentarias, no pueden dejar de amortiguar aquella esperanza, y por lo mismo desalentar el cultivo, y disminuir la concurrencia y la abundancia; y entonces, por una reacción infalible, la carestía nacerá de los mismos medios enderezados a evitarla".

De todo esto, claro que hay antecedentes españoles importantes. Acabo de leer en el volumen I de ese libro tan apasionante de Adrián O. Ravier, La EscuelaAustriaca desde dentro. Historia e ideas de sus pensadores (Unión Editorial), estas declaraciones del profesor Huerta de Soto: "Obra en mi poder una carta que nos escribió Hayek el 7 de enero de 1959, en la que nos indicaba que debemos leer tanto el artículo de Rothbard como los trabajos de Marjorie Grice-Hutchison porque, ‘juntos demuestran que los principios básicos de la teoría del mercado competitivo fueron desarrolladas por los escolásticos españoles del siglo XVI y que el liberalismo económico fue diseñado, más que por los calvinistas, por los jesuitas españoles’".

Baruch Spinoza
Todos estos antecedentes hispanos, e inmediatos aplausos, desde España son bien conocidos, pero he aquí que me he encontrado con otro. Un célebre filósofo, el famoso sefardí Baruch Spinoza, en su obra fundamental, llena de influencia de Euclides, Etica, demostrada según el orden geométrico señaló que "cuanto más busca cada uno de los hombres lo que a él le es útil, tanto más útiles son los unos para los otros". 

No había oído comentar –es posible que se me rectifique– este otro antecedente de la defensa de la economía libre de mercado. Por eso me apetece proclamarlo desde un órgano de expresión que se llama Libre Mercado en el conjunto de Libertad Digital.



DARSI FERRET:  HUGO CHÁVEZ Y EL SILENCIO DE LOS CORDEROS


La extendida estancia del presidente venezolano Hugo Chávez en tierras cubanas, específicamente en algún selecto hospital secreto de la casta gobernante tras operarse de un supuesto “absceso pélvico”, deja muchas interrogantes abiertas. ¿Qué misteriosa causa post operatoria provoca su inusual permanencia? ¿Prefiere convalecer en Cuba, abandonando y sin nadie a cargo de sus urgentes asuntos patrios? ¿Por qué este prolongado silencio del mandatario venezolano, con el que alivia a sus conciudadanos de su omnipresencia por más de quince días? ¿Acaso estará secuestrado en La Habana?

La interpretación de los pocos elementos conocidos sobre su actual situación deja un rastro que conlleva a presumibles conclusiones de que algo bien serio confronta su estado de salud. Para nada resulta confiable la declaración oficial de que “casualmente” el gobernante sudamericano presentó una dolencia aguda que provocó su intervención quirúrgica de urgencia. Menos creíble aún es el diagnóstico de absceso pélvico del que responsabilizan a su operación.

Es de sospechar que en la condición médica de Chávez no existió tal eventualidad, y que todos los cabos fueron planificados y atados con anterioridad entre La Habana y Caracas. ¡Qué casualidad que vino a enfermar en Cuba¡ También huele raro el que semanas antes fueran apareciéndole al mandatario serias complicaciones como la cojera de un miembro inferior.

La falta de vínculo entre un absceso pélvico y la cojera es total, no así la explicación de que un proceso tumoral en la región pélvica o parte inferior del abdomen provoque cojera a consecuencia de metástasis con infiltración ósea o por la compresión de estructuras anatómicas en miembros inferiores. También la convalecencia prolongada se corresponde más con los casos de pacientes operados de tumoraciones, que los intervenidos de un simple absceso agudo.

Chávez disfruta de todo el poder y la potestad para montar en un avión al equipo médico cubano más calificado y llevarlo a que lo asistan en Venezuela. ¿Por qué no lo hizo? Si fuera cierta la tesis de que enfermó de repente y hubo que intervenirlo sin dilación, igual goza de la posibilidad de viajar cómodamente con todas las atenciones y garantías médicas para convalecer en su país.

¡Aquí hay gato encerrado¡ Al parecer el líder venezolano tiene comprometida su salud en tal grado que necesita completo hermetismo al respecto y por esa razón planificó ser asistido profesionalmente en la Meca totalitaria, lejos del peligro de ver expuesto su condición médica. Es evidente que no confía en sus compañeros de viaje. Tampoco siente la más mínima obligación de ser transparente con sus compatriotas y menos aún de rendir cuenta a sus gobernados ante la imposibilidad de cumplir con sus obligaciones como presidente de la nación.

Dentro de lo insólito resalta la tranquilidad con la que se ha desaparecido de la escena pública el impulsor del Socialismo del Siglo XXI, tan dado a la histeria de ocupar con su constante presencia los espacios audiovisuales y de la prensa escrita. La falta de control a su megalomanía no le permitiría aceptar tal circunstancia a no ser que la gravedad de su estado de salud lo obligue a quedar fuera de modo forzado.            

Son muchos los enigmas, y consecuencias, que se derivan de este prolongado enmudecimiento.  El caso es que su inexplicable ausencia, casi total silencio y las causas verdaderas que lo motivan ya deben traer de cabeza a la cúpula gobernante del chavismo. Y tanto es así que la sustitución reglamentaria de su cargo, seguramente prevista en la constitución del país para casos similares, ha sufrido un tranque total. Es sorprendente que el vicepresidente Elías Jaua se niegue a aceptar provisionalmente el cargo supremo y, por el contrario, clama su fidelidad incondicional al gobernante ausente. Esto es algo extraño e inconcebible. Se supone que sólo se trataría de mantenerle la silla caliente.

Pero, ¿se trataría realmente de hacerle sustitución provisional a un mero presidente? ¿O el  espantado Sr. Jaua podría volverse sospechoso de una intención más tétrica y palaciega, la de hacerse legalmente  con el poder de un caudillo carismático “insustituible”?

Y son esas dudas las que traen otras muchas interrogantes. ¿Cuán agarrada a los moños debe andar a estas alturas la muy dividida pandilla del oficialismo venezolano? Si Chávez resultara estar enfermo de gravedad, ¿confiarán a ciegas en lo que hagan con su líder y salvavidas los viejos mandamases cubanos, que seguramente querrán planificar desde la Isla una sucesión en Venezuela favorable a sus intereses? ¿Y de hacerse permanente la incapacidad del mandatario sudamericano, estarían sus colegas dispuestos a seguir el costosísimo juego de apoyo incondicional al impresentable modelo castrista? O como lo señalan ciertas indiscretas filtraciones en la opinión pública, ¿estarán sopesando soltar a Cuba como una pesada y carcomida áncora de la Guerra Fría? 

Y de ese mismo enigma brotan otras candentes interrogantes: ¿Lograrían sostener en pie la desgastada triquiñuela del denominado Socialismo del Siglo XXI sin la presencia de Chávez?  Y preocupados con perder el poder frente a una oposición que reclamara elecciones presidenciales anticipadas, ¿cuánta atención  y petrodólares estarían dispuestos a seguir soltando en el deshilvanado proyecto del ALBA?

Nunca son predecibles las consecuencias que provoca el hecho de que un inflamado caudillo de repente sea bajado a la realidad concreta por las inapelables decisiones de la Naturaleza. Lo que la Historia nos dice de otros ejemplos poco sirve como guía en este u otro caso. Lo único que queda claro de esos súbitos hechos es que las cosas no vuelven a ser como eran creídas y dadas por seguras.

Así que de estar Hugo Chávez enfermo de gravedad, todas las fichas del juego político, tanto a nivel de Venezuela como al internacional, van a cambiar de rumbo. Por lo pronto, los Zelaya, Correas, Morales, Ortegas, Fernández y Castros podrán irse olvidando de los apoyos millonarios, tanto para sostener regímenes caducos como para campañas presidenciales o de la ampliación forzosa de la capacidad reelectiva en sus países. La horda bolivariana tras Chávez no tendrá posibilidades de practicar la caridad solidaria ni la megalomanía de su estancado jefe. Estará más que ocupada conservando el numerario para sus luchas intestinas por el poder o para intentar evitar que en las urnas la oposición le arranque el jugoso bistec que se denomina  Estado.

Por lo que a Cuba cuenta, este inesperado viraje pronostica malos tiempos para el régimen y mayores sufrimientos para el pueblo de la isla. Y motivos habría para pensarlo. Pasadas las primeras efusiones y entusiasmos con la vetusta ¨Revolución¨, la tétrica visión de la realidad cubana y, sobre todo, el gasto de agujero negro que representa, ha enfriado hasta temperaturas polares el embullo de la élite gobernante venezolana con el modelo totalitario antillano. Es sólo el capricho y la voluntad de Chávez lo que sostiene el trato preferencial para la dictadura castrista. Sin Chávez en el poder es casi seguro que sus seguidores terminaran por quitarse de encima a estos cófrades antillanos del préstamo infinito.

En resumen, los acontecimientos indican que de patinar Chávez se irá por el tragante de la historia el chavismo. Y que con su caída morirá el engendro hegemónico de penetración y desestabilización regional denominado ALBA. Como consecuencia, no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir la llamada ideología del Socialismo del Siglo XXI,  zapatón que aún calzan determinados gobernantes autoritarios.  Además, colapsaría el subsidio de Venezuela al régimen totalitario de los Castro y quedaría sepultada por una buena temporada la corriente populista latinoamericana.

Aunque parezca irónico, luego de protagonizar muchos conflictos y jelengues, con su salida del escenario político Chávez marcaría su mayor hito. En definitiva habría que agradecerle el retorno de la estabilidad, la paz y el impulso de los procesos democráticos en la presente convulsa región de América Latina.

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