En Venezuela se ha puesto de moda hablar del “precio justo”, ¿Qué es? ¿Cómo se calcula? en verdad ¿es justo?. Estas son algunas dudas, de muchas que se presentan y que trataremos de explicar en el siguiente artículo. Un vez más, veremos que un simple eslogan que a primera vista parece lo más lógico, puede que no se pueda aplicar o sea simplemente una voz suelta, sin ningún sustento empírico o práctico que lo respalde.
En primer lugar es importante señalar que este no es una idea novedosa, el precio justo formó parte de la doctrina de la iglesia católica del siglo XVI. El principal teórico fue el sacerdote mexicano Luis de Molina (Cuernavaca 1535 – Madrid 1600), jesuíta, teólogo y precursor del estudio de la ciencia económica (recordemos que hay un acuerdo general de establecer el año de 1776, cuando se publicó el libro de Adam Smith, como inicio de la Economía como rama del saber).
Para la época en que vivió el padre de Molina, la iglesia católica era parte importante del poder, y su influencia era muy fuerte en las políticas públicas. ¿Qué era para ellos el precio justo?. La clave nos las dio el economista Ludwig von Mises, en su libro: La Acción Humana, tratado de economía”: “…la noción de precios y salarios justos guarda y guardó siempre una relación con un determinado orden social que reputan como el mejor posible. Aspiran la implementación de su ideal y de su eterno mantenimiento. No toleran el más leve cambio en el ordenamiento establecido (…) Estiman justos cuanto favorece al mantenimiento de su inalterable utopía, e injusto todo lo demás.”
Según lo expresado en el párrafo anterior, justo o injusto tiene una valoración subjetiva muy grande, cualquier situación que me mantenga en mi misma posición social o la mejores es justa, y si la desmejora es injusta. Cualquier aumento de precios, al productor o comerciante le parece justo y al consumidor injusto, o viceversa, toda disminución le parecerá injusto al productor y justo al consumidor
Para poner un ejemplo, tomado de mis vivencias, como dirían algunos, yo lo viví no me lo contaron. Nuestro principal producto de exportación, ha experimentado en los últimos años, importantes aumentos en su precio (actualmente supera los 100 $/barril), lo cual a los venezolanos no ha parecido justo. Pero, la visita a dos países hermanos: República Dominicana en el 2000 y Chile en el 2004, ambos importadores netos de combustible, me hicieron ver la cara opuesta. Todas las personas con las que hice amistad me hablaron de lo injusto del aumento y como estaba afectando su calidad de vida.
Otro punto vital que hay que precisar es que el precio justo sólo sería factible en el régimen de la economía de mercado. En una economía de trueque no existe el precio de venta, simplemente, si le conviene a las partes se realizará el intercambio de bienes y servicios. En el caso de la economía centralmente planificada, la cual se basa en la teoría del valor trabajo de los bienes, no se puede establecer un precio de venta. Si se le asigna una cuota de producción a una fábrica, el administrador tratará de cumplir la meta sin importar el costo en que incurra, y si no se puede calcular el costo ¿como se puede poner un precio de venta?. Sólo el mercado puede fijar un precio para los bienes y servicios, que este precio sea justo o injusto, solamente depende de la percepción individual de los participantes en ese mercado. ¿Qué cree usted?
Para finalizar veamos que nos dice sobre el tema el Padre Jesuita Luis de Molina: “Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en si misma, lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección, son en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres y tienen un precio en el comercio y en los intercambios (…) en segundo lugar, que el precio justo de las cosas tampoco se fija atendiendo sólo a las cosas mismas en cuanto al hombre, como si, céteris paribus, fuera la naturaleza y necesidad del empleo que se les da de forma absoluta determinase la cuantía del precio, sino que esa cuantía depende, principalmente de la mayor o menor estima en que los hombres desean tenerlas para su uso (…)
En resumen, el precio justo de las cosas depende, principalmente, de la estimación común de los hombres de cada región; y cuando en alguna región o lugar se suele vender un bien, de forma general, por un determinado precio (¿es, o no es parecido al precio de equilibrio del mercado?), sin que en ello exista fraude, monopolio ni otras astucias o trampas, ese precio debe tenerse por medida y regla para juzgar el justo precio de dicho bien en esa región o lugar, siempre y cuando no cambian las circunstancias con las que el precio fluctúa al alza o la baja.”
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