Nadie en su sano juicio, podrá dudar, que PDVSA es más querida por la oposición, que por el gobierno chavista. A pesar de que el gobierno abrió juicios legales contra ex empleados de PDVSA, calificándolos de saboteadores y traidores a la patria; el tiempo ha dado la razón al sector opositor, de que ha sido mejor administrador de PDVSA, que el gobierno actual.
El antes y después de que la revolución bolivariana se adueñase de PDVSA y la utilizase como caja chica y bastión político para imponer al comunismo en Venezuela son muy elocuentes, y silenciosamente señalan al gobierno como el enemigo legitimo de PDVSA, a la cual, digan lo que digan, han destruido moral, económica y físicamente desde sus cimientos.
Ante las anunciadas sanciones económicas impuestas por los EE.UU. a PDVSA, por estar ésta colaborando con Irán, enviándole gasolina a Irán; algunos líderes opositores, incluyendo a algunos que aspiran a la presidencia de la republica, llamaron a la oposición a unirse alrededor de PDVSA para defenderla contra el gobierno norteamericano. En mi opinión, esa fue una posición política emocional exagerada con visos populistas de cuestionable nacionalismo.
Con ese irreflexivo gesto, de suministrarle gasolina a Irán en las actuales condiciones políticas e internacionales de enfrentamiento entre la ONU y ese País, el gobierno venezolano, a través de PDVSA, Venezuela se convierte en cómplice, de ese país, el cual está penalizado por la ONU por pretender fabricar una bomba atómica, supuestamente para desaparecer del mapa al pueblo judío, según expresiones de su presidente, Mahmud Ahmadinejad, unos años atrás.
Cuando se esperaba, que la oposición, aglutinada como una sola unidad, aprovechase esta coyuntura política para protestar contra el gobierno venezolano, y reclamarle por la política suicida e irracional que sigue con PDVSA, arriesgándola innecesariamente a que la penalicen y limiten en sus funcionamiento, siendo esta nuestra única fuente de ingresos, la única acción descollante que se les ocurrió, fue la de suministrar un apoyo inmerecido al gobierno actual, causante de tantos desaciertos, y único culpable de que PDVSA esté injustamente en la palestra de sanciones y demandas en su contra, por desacatos e incumplimientos al derecho y normas internacionales.
En casos como los referidos, es mejor guardar silencio y mantener la cordura y sensatez, para no actuar emotiva e irracionalmente, como han actuado, los que llaman a la oposición a unirse para defender a PDVSA del gobierno norteamericano; cuando el verdadero enemigo de PDVSA es el mismo gobierno comunista venezolano actual, a quién sin quererlo, eso lideres le dieron un inmerecido voto de confianza, con su cuestionable actuación.
La oposición no necesita expresar de esa absurda manera su solidaridad con PDVSA, y menos aún, si lo hace como móvil electorero. De hecho, toda Venezuela y gran parte del mundo conocen la trayectoria de la oposición durante la administración y dirección de PDVSA, desde su fundación en 1975 hasta 2002. Durante ese periodo, PDVSA brilló como una empresa moderna de primer orden, respetando todos los principios y parámetros nacionales e internacionales legales, de eficiencia, eficacia, calidad, y excelencia que se le imprimieron.
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