sábado, 18 de junio de 2011

EL MODELO LULA: EDITORIAL DEL DIARIO RIO NEGRO DE ARGENTINA

Para sorpresa de quienes hasta hace poco preveían que trataría de llevar a cabo una versión andina de la "revolución bolivariana" del venezolano Hugo Chávez, a partir de su triunfo en las urnas el presidente electo de Perú, Ollanta Humala, se ha concentrado en convencer a los escépticos de que realmente está resuelto a seguir las huellas del ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. 

Si bien en la fase final de la campaña en que se midió con Keiko Fujimori, la hija del presidente que, un "autogolpe" mediante, se había convertido en dictador, Humala se esforzó por distanciarse de Chávez y manifestó con frecuencia su aprobación de los programas sociales exitosos impulsados por el gobierno de Lula, era legítimo suponer que lo hacía por entender que su supuesta amistad con el caudillo venezolano podría costarle la elección, pero parecería que es consciente de que emprender una aventura populista no le beneficiaría personalmente y que por cierto no lo ayudaría a mejorar las perspectivas ante sus compatriotas más pobres. Así, pues, en lugar de hablar de una transformación radical de la economía peruana que no sólo ha crecido de manera espectacular en los diez años últimos sino que también lo ha hecho sin mucha inflación, se ha propuesto aprovechar los logros que se dieron bajo las presidencias de Alejandro Toledo y su sucesor, el presidente saliente Alan García, para continuar reduciendo la pobreza de quienes viven en las zonas rurales sin correr el riesgo de provocar convulsiones que perjudicarían a todos.

Para los chavistas, la moderación sensata de Humala ha sido un golpe doloroso. Habían esperado verlo incluido en la nómina de presidentes "revolucionarios" al lado de boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa, pero ya parece evidente que la experiencia en el poder de los aliados de Chávez le ha servido de advertencia, de ahí la decisión de visitar primero Brasil, Paraguay, Uruguay, la Argentina y Chile, postergando otra gira que lo llevará a Venezuela, Bolivia y Ecuador. Asimismo, Humala ha señalado que quiere que sea buena la relación de Perú con Estados Unidos, país habitualmente satanizado por los chavistas. Es lógico: las ventajas políticas que podría suponerle gritar insultos contra "el imperio" serían escasas, mientras que andando el tiempo los costos materiales de figurar entre los países que subordinan todo a los prejuicios ideológicos de sus mandatarios se harían cada vez mayores. A pesar del triunfo de Humala en las elecciones del 5 de junio pasado, Perú sigue mereciendo la confianza de inversores internacionales impresionados por lo robusta que es su economía; se trata de un activo que Humala parece decidido a conservar.

Populistas como Chávez y sus muchos simpatizantes en América Latina se las han ingeniado para convencerse de que la pobreza extrema de decenas de millones de familias de la región se debe al "capitalismo", de suerte que para darles una oportunidad para salir de la miseria hay que luchar contra el sistema así denominado. Es un planteo insensato. 

En el transcurso de los más de dos siglos que han seguido al inicio de la revolución industrial se ha confirmado una y otra vez que el único orden económico capaz de hacer mella en la pobreza masiva es el capitalista y que todas las alternativas que se han probado han resultado ser trágicamente contraproducentes. Han servido para enriquecer a algunos personajes, eso sí, y también les han dado pretextos para perseguir, a menudo con brutalidad inhumana, a sus adversarios, pero las consecuencias económicas y sociales han sido abrumadoramente negativas. Felizmente para los peruanos, a juzgar por la actitud que asumió durante la campaña electoral y después, el presidente electo Humala ha aprendido lo bastante de la historia reciente de América Latina como para entender que el camino que han tomado mandatarios como Lula y sus equivalentes chilenos podría permitirle asegurar que sus compatriotas más pobres, que conforman una parte significante de su clientela electoral, reciban beneficios que no sean meramente emotivos sino concretos, para que puedan participar plenamente del boom económico que, de continuar por algunos años más, transformaría un país que hace apenas una década era notorio por la ineptitud y corrupción de la clase política en uno de los más prósperos de la región.

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idArt=645865&tipo=2
Este es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"

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