lunes, 27 de junio de 2011

ANALITICA. EDITORIAL: BICENTENARIO EN UN PAÍS DIVIDIDO

Hoy los venezolanos tenemos que exigirle a nuestros dirigentes que termine la división artificial del país

Es lamentable que estemos llegando al bicentenario de nuestra gesta emancipadora con un país más dividido que nunca.  El maniqueísmo característico del actual régimen ha separado a los habitantes de Venezuela en buenos y malos, los buenos son los que se ponen sin cuestionar la franela roja, aceptan sin chistar todo lo que diga el comandante y creen ciegamente que en Venezuela se está produciendo cambios revolucionarios que transformarán al país en algo parecido a la isla de la felicidad. Los malos, tildados de derechistas, contrarrevolucionarios y muchos epítetos más, son aquellos que se niegan a aceptar el pensamiento único, desean que exista la separación de poderes y creen que la libertad es fundamental para asegurar el desarrollo de la nación.

Es absurdo que en pleno siglo XXI se pretenda dividir al país por razones pseudo ideológicas.  Si venimos al caso es difícil clasificar al gobierno como de izquierda, a menos que se considere que la mejor expresión de ese término  es el estalinismo que pareciera ser la corriente dominante de la actual dirigencia. Y ciertamente calificar como de derecha a más de la mitad de la población venezolana no parece coincidir con las encuestas que se refieren a la preferencia política de los venezolanos. De todos modos hoy, en un mundo globalizado, seguir  utilizando las expresiones izquierda y derecha que se originaron en la Asamblea durante la Revolución Francesa carece totalmente de sentido. La mayoría de los gobiernos del mundo actúan con una combinación de criterios que tienen elementos de lo que en un tiempo se calificó como de izquierda y  de derecha.  Cómo pueden denominarse  hoy en día a los gobiernos de China, Rusia, Estados Unidos, Brasil,  España, Colombia, México, Inglaterra, Vietnam y tantos otros que buscan un equilibrio entre crecimiento económico y justicia social.  Se puede decir que los hay más y menos democráticos, pero ninguno es en el sentido clásico de la expresión ni de derecha ni de izquierda. Eso sí quedan algunos gobiernos como el de Corea del Norte y el de Cuba que se autodenominan como comunistas y que, en realidad, son satrapías familiares.

Hoy  los venezolanos tenemos que exigirle a nuestros dirigentes que termine la división artificial del país. Es imposible superar la crisis  con la creencia de que la mitad del bote que se está hundiendo es la de los que no piensan como nosotros. Si naufragamos lo haremos todos pero para evitar que ello ocurra debemos remar juntos.

editor@analitica.com

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