Hace unos meses me contactó el director de un prestigiado diario para invitarme a colaborar en sus editoriales y de inmediato me afirma: “Sabemos tus escritos versan sobre temas económicos y políticos pero tenemos una condición”. ¿Cuál? Pregunto. Me revira: “Que no sean para defender tu neoliberalismo.” Totalmente frustrado le cuelgo el teléfono.
Desde hace varios años he yo expresando mi gran frustración por la confusión ideológica que vive el mundo entero en estos momentos. Es obvio y notable que México atraviesa por tiempos de cambios, el mundo entero los está viviendo. Estamos dejando el Siglo XX y con él la era de la economía industrial al mismo tiempo que iniciamos la era de la economía de la información, del conocimiento, de la computadora como la herramienta básica de nuestro desarrollo, del capital intelectual como la inversión más productiva, una era en la cual se habla inclusive de finanzas nucleares.
Sin embargo, a pesar de estar ya inmersos en la era de la información, jamás había atestiguado una época de tanta gente desinformada, tanta gente despistada, confundida y, lo más grave, tan dogmática en cuanto a la afirmación de sus deformadas ideas. En el despertar del tercer milenio, el deporte favorito de los intelectuales, políticos, periodistas, empresarios, profesionales, líderes etc., es el arremeter en contra del “neoliberalismo.” La receta favorita de tales filósofos es encontrar una “tercera avenida.” En cada esquina en México nos encontramos un frustrado Keynes inventando la nueva poción del salvamento.
Hace unos días tuve la oportunidad de leer una serie de artículos en EL Economista, producto del fino y elegante estilo de Mario Vargas Llosas en relación a este tema. Es la primera vez que tengo la oportunidad de ver la luz ante las agresiones dementes que han cobrado forma los durante los últimos años. En primer lugar Vargas Llosa hace una afirmación por demás sabia: “el famoso neoliberalismo no existe,” es un término inventado por los filósofos de banqueta enemigos del verdadero “liberalismo.” Entonces, ¿contra qué realmente arremeten nuestros intelectuales? ¿Contra algo que no existe?, ¿contra algo imaginario? Porque ellos nunca definen al enemigo, solo arremeten contra ese ser imaginario y maligno; “el neoliberalismo.”
Lo que nuestros amigos intelectuales llaman neoliberalismo, es lo que Adam Smith conoció como Monarquía o feudalismo, es decir, el Rey y sus señores feudales repartiéndose la riqueza, las propiedades, los negocios, las concesiones, los territorios de las colonias. Cerrando los mercados a la competencia para que los señores feudales pudieran seguir exprimiendo a los “súbditos” con sus monopolios, oligopolios etc. Es la economía de la edad media o de la época colonial en la Nueva España, afinada con computadoras, jets ejecutivos, guardaespaldas y apartamentos en Park Av. en Nueva York. Eso sí, una gran retórica de su amor por los mercados y el neoliberalismo.
“EL LIBERALISMO en el siglo XVII fue una reacción en contra de los monarcas y los aristócratas que vivían del trabajo productivo del pueblo”. DAVID BOAZ
Lo que los señores intelectuales identifican como las agresiones globales del neoliberalismo, es solo un sistema controlado e intervenido, por los gobiernos y sus acólitos, al cual los verdaderos mercados libres están desmantelando. Es el sistema en el cual durante años el Estado ha definido quienes son los ganadores y los perdedores, los premiados y los desposeídos. Son los mercados aprisionados en el mismo traje por muchos años, ahora el chico (el mercado) ha crecido, ya no le queda el traje, lo está rompiendo por todos los ángulos. Son los mercados calificando el capitalismo CRONY de Japón, el capitalismo familiar y corrupto de Indonesia, el capitalismo gansteril de Rusia, el capitalismo tropical y corrupto de toda América Latina, el capitalismo del narcotráfico en Sudamérica, el capitalismo revolucionario de México y el Chapo Guzmán.
Los intelectuales claman el “neoliberalismo” es cruel, solo toma en cuenta aspectos materiales. Bueno, yo no sé el neoliberalismo, pero el “liberalismo” es una rama de la ciencia económica que simplemente trata de resolver necesidades materiales crecientes con recursos muy escasos, en un ambiente de libertad, ES TODO, no se trata de moralizar a la sociedad, para eso tenemos la religión, la economía en si es material, debe de ser material. Es la satisfacción de necesidades materiales, no espirituales, no éticas, ni morales. Liberalismo es una doctrina orientada hacia la conducta del hombre en este mundo, en el mundo material.
El liberalismo no promete la felicidad, solo promete la satisfacción más completa de las necesidades materiales del ser humano. Los mercados, en un ambiente de libertad, no hay duda son los que ofrecen más satisfactores, mejores y más abundantes para las necesidades materiales del ser humano, el liberalismo no consuela al triste, ni divierte al aburrido.
En este ambiente de libertad y “responsabilidad,” el ser humano debe conducirse de acuerdo a sus principios, valores, costumbres, su ética, sus creencias religiosas que en si deben de estar implícitas en sus iglesias, templos o sinagogas, pero, sobre todo, con lo que nosotros hemos aprendido en nuestros hogares. El Estado y la ciencia económica no tienen ningún campo en la formación moral de las sociedades. El ser humano se comporta en los mercados y en sociedad de acuerdo a sus valores morales y éticos que debe tener consigo. El mercado no moraliza ni corrompe a nadie cuando el corazón está ya corrupto. El hombre debe ser responsable de sus corrupciones internas que construyen su exterior. El mercado no puede y no hace juicios morales, son los participantes en los mercados los que deben de aplicar esos principios.
La economía austríaca define la praxeologia como el traer al mundo el conocimiento y la información de las “consecuencias” de los diferentes tipos de acción humana. El orden, la armonía, al eficiencia de los mercados libres y voluntarios. El desorden, el conflicto, la ineficiencia de la coerción e intervencionismo. La praxeologia solo nos informa como los principios voluntarios de los mercados libres nos llevan hacia la libertad, prosperidad, armonía, eficiencia y orden; mientras que la coerción y la intervención gubernamental nos llevan al conflicto, explotación del hombre por el hombre, ineficiencia, pobreza, y caos. La praxeologia no hace juicios éticos o morales, pero los premia o los castiga mediante las reacciones del mercado.
chero@cox.net
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