martes, 3 de mayo de 2011

“LA POLITICA, LA OPINIÒN ESCRITA Y LA TRABA DE ALGUNOS MEDIOS” ZENAIR BRITO CABALLERO

Desde que  Sócrates fue penado con ingerir la cicuta,  Hipatia a morir lapidada en la antigua Alejandría o  Galileo a abdicar de sus ideas heliocéntricas, ha variado enormemente la acción coercitiva del gobierno y de los medios de comunicación con los intelectuales disidentes y críticos con el poder estatal o religioso. Antes, asesinaban crudamente a aquellos que ofrecían visiones diferentes a la oficial, sostenida por un rey o sacerdote; luego se impuso el exilio y, ahora, directamente el veto o la no publicación de sus artículos de opinión.

Actualmente, existen aún un poco más de dos docenas de dictaduras en el mundo, que con su capacidad de movilización y terror, aplacan las voces divergentes en sus gobiernos y terminan todo intento de levantamiento por parte de sus ciudadanos. Los que no tienen poderes absolutos, simplemente atacan a los librepensadores para desprestigiarlos y ridiculizarlos.

A la polémica desatada a causa de la presencia del Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, en la Feria del Libro de Buenos Aires, se sumó la visita del eminente filósofo español Fernando Savater a la Argentina, quien tampoco ahorró opiniones fundamentadas con respecto al apego o visión autoritaria del gobierno de Cristina Kirchner. Entre otras cosas, el ganador del Premio Planeta indicó que es arcaico que el peronismo siga vigente en el país sudamericano. “Declararse peronista es semejante a llamarse Tiranosaurio Rex o algo por el estilo. Al intelectual se le pide que se comprometa, pero si se compromete en contra de lo que quería el gobierno, inmediatamente despierta una indignación”, afirmó  al diario La Nación de Buenos Aires.

Y, efectivamente, fue así. Durante el discurso de Vargas Llosa en la fiesta literaria, jóvenes kirchneristas repartieron volantes a los presentes para exigir que el Premio Nobel se retracte de sus declaraciones negativas con respecto al gobierno peronista.

Lamentablemente, los gobernantes o dueños de medios, llámese prensa o televisión suponen que los columnistas, articulistas, escritores, filósofos, artistas y científicos deben opinar de acuerdo a la línea oficialista o a lo que ellos quieren que se escriba, y que los intelectuales extranjeros no entienden de política internacional ni se ocupan de analizar sucesos diarios de regiones lejanas. Lo cierto es que los que reflexionan necesitan un nivel de información mucho más elevado que la media de la población y, aunque no sean gurúes ni iluminados, pueden dar opiniones más abarcantes. El librepensamiento no tiene límites.

La idea del intelectual militante, que caracterizó por mucho tiempo al filósofo francés Jean-Paul Sartre en el siglo XX, a pesar de los posteriores arrepentimientos del escritor, continúa vigente en decenas de trabajadores de la razón y la escritura. No debe sorprendernos el nivel de análisis que realizan los autores cuando se trata de hablar desde la literatura hispánica en la colonia, pasando por las nuevas teorías cosmológicas de los multiversos hasta llegar a la situación política en el Norte de África.

Muchos de ellos también militan en partidos políticos o son representantes diplomáticos en varias partes del mundo. Algunos, simplemente, se dedican a la crítica, a pesar de no realizar ninguna aparente militancia. Lo cierto es que, pese a la diversificación del conocimiento, del cada vez más amplio acceso a la información por parte de los ciudadanos del planeta, los intelectuales siguen marcando pautas.

Quizás existan columnistas, articulistas de la prensa escrita, escritores o pensadores, que, con tal de no perder una buena clientela fiel a lo que escriben, pocas o nulas veces hacen declaraciones en contra de la mayoría, en las columnas de opiniones o del propio gobierno que atenta contra las personas. Tal vez sean los mismos que escriben frases robadas o libros que tienden a relatar hechos que muchos quieren leer, sin más rigor que la propia fama.  Lo que debería preocupar más a las personas es la alabanza o halago de un intelectual a cualquier gobierno o poder inmoral vigente en el mundo. Los intelectuales están para pensar y discernir, para investigar y proponer; no es tarea de los pensadores someterse a la voluntad de los mandatarios, ni de los editores de los diarios, ni mucho menos callarse ante la inquisición moderna; que muchas veces, está defendida con el silencio de algunos.

britozenair@gmail.com
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