domingo, 1 de mayo de 2011

EL CÁNCER Y EL SIDA. GUSTAVO LINARES BENZO. (CASO PERU)

Es mucha pretensión esperar que este artículo se lea en el Perú o que, más aún, los peruanos esperen alguna luz de Venezuela; nos ha ido tan mal en la última década que no estamos para dar consejos. Pero es un deber del más elemental sentido común para un venezolano decir que Humala actuará exactamente igual que Chávez, es decir, incumplirá promesas de moderación o respeto a la ley y peor, porque cuando el presidente venezolano ganó las elecciones en 1998 no había ningún Chávez por allí que lo apoyara.

La anterior meridiana verdad tiene prueba científica, accesible a cualquier peruano mediante pocos clicks: los ministros de los primeros gabinetes de Chávez, que para solo mencionar los casos más emblemáticos, incluían a la liberal ministra de Finanzas del anterior gobierno de Caldera, a personas muy vinculadas a los medios de comunicación hoy abiertamente perseguidas por el chavismo, buena parte de la oposición actual y miembros de las universidades hoy asediadas. En sus primeros dos años, Chávez dictó como decreto, una ley de protección de inversiones, liberalizó el sector minero como ni el más pitiyanqui de nuestros dictadores había hecho, promulgó unas normas sobre Administración Pública ejemplares para el más riguroso estándar, para mencionar solo lo que primero acude al recuerdo. De hecho, a partir de esas carantoñas iniciales, el plan legislativo del chavismo ha sido en buena parte revocar las leyes y medidas de los primeros años.

Para hablar de aspectos económicos esenciales, la Constitución de 1999, bandera del chavismo, es mucho más liberal que la anterior, tanto, que incluye la delicatesse de la independencia del BCV. No habían pasado meses sin que el Presidente dijera que tal independencia era un autogol (sic), debidamente anulado mediante uno de tantos trucos legislativos de estos lustros. Sobre todo, la reelección indefinida, tecnología política desconocida en América Latina, hasta nuestra reforma constitucional de 2009, era impensable en 1999, tanto que a Chávez le costó un mundo lograr la aprobación de una sola en la Constitución de ese año.

Entendemos en Venezuela que Humala prometió una Asamblea Constituyente. Si los peruanos deciden elegirlo, aprovechemos para decirles que lo importante de esa consumada triquiñuela, invención del chavismo debidamente copiada por nuestras colonias del Ecuador y Bolivia, no es el contenido de la Constitución, sino la Constituyente misma. Acostúmbrense a las teorías de rábulas sobre los "actos constituyentes", mediante los cuales la Asamblea abolirá el Congreso y nombrara a todas las autoridades judiciales, electorales y de control del gobierno. Así ocurrió aquí en 1999, y desde entonces Chávez es jefe del Ejecutivo, del Legislativo y también del Judicial, y de la autoridad electoral: el jefe del CNE de entonces fue nombrado por Chávez poco después ¡vicepresidente del gobierno!, prueba de su incuestionable imparcialidad contando los votos.

Como dice Vargas Llosa, esta segunda vuelta será entre el cáncer y el sida. Usando esta metáfora, permítase decir aquí que el sida sería una presidencia de Humala y el cáncer una de Fujimori. Pues el cáncer a veces es curable, el sida no.

glinares@cjlegal.net
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