Cuando la gente se somete a un régimen que en vez de profesar amor profesa el odio, niega su dignidad, niega su amor por Dios y se niega a sí misma.
Exijamos amor.
En la Semana Santa los católicos conmemoramos la pasión, muerte y resurrección de Jesús quien nos amó hasta la muerte y nos dejó un mandamiento: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
PRIMER AMOR |
El amor al prójimo obliga a la sociedad a exigir amor a quienes detentan el poder político. Cuando un gobierno ama a su nación el fin de su acción política es el bienestar de la gente, pero cuando lo que hay es un régimen que odia, el fin es la destrucción del ser humano mediante una cultura de muerte, de violencia, de odio y de desprecio por la dignidad de la persona humana; de dominación; de mantenimiento de la gente en la ignorancia, de conversión de la mentira en verdad y de la verdad en mentira, de negación de los conocimientos que permiten distinguir el bien del mal, de masificación del adoctrinamiento del pensamiento único que esclaviza y que somete a la gente a la voluntad de la jefatura única; de negación del desarrollo de la nación cuando se apropia de sus recursos públicos y privados -los cuales dispone y despilfarra como si fuesen suyos en la satisfacción de sus fines personales- y cuando impone una política de depauperación, para crear una dependencia económica a la jefatura, quien alejada de la justicia, “regala” migajas a cambio de lealtad y sumisión, decide que es lo que se importa o produce, dónde, cuánto y qué es lo que puede comprar la gente y cuánto vale el trabajo, con lo cual se establece una sociedad de mendigos, la gente pierde la dignificación a través del trabajo y la libertad.
Un régimen sin amor sólo puede conducir a su nación a la degradación moral. Son preocupantes los precedentes que se están sentando. El desprecio del régimen por la dignidad está creando tal desesperación en la gente que no tiene a dónde acudir para reivindicar sus derechos, que la laceración del cuerpo es cada vez más cruel e inútil. Las reivindicaciones conseguidas en las huelgas de hambre han sido aparentes, seguimos teniendo presos políticos, la negación de la educación libre se intensifica día a día, las cárceles son campos de concentración y la gente sigue siendo depauperada. Ante un régimen que odia, la gente no debe hacer huelgas de hambre ni dañar su cuerpo por reclamaciones que no solucionan el problema de fondo -de muy poco sirve un aumento de sueldo si no se controla la inflación que rápidamente se come el aumento y la gente queda igual o peor que antes-. Lo que hay que exigir es libertad y justicia. La vida vale la pena darla por una causa superior, trascendental en la defensa de la dignidad de la persona humana.
Elinor MontesEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
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