martes, 26 de abril de 2011

CHÁVEZ NO ME ENGAÑA. ENRIQUE PEREIRA

Por más que levante la ceja y frunza la trompita. ¡Ehh!

Hay que ser bien pendejo para dejarse engañar con tantas mentiras consecutivas. Hay que ser muy distraído para no darse cuenta que este gobierno sólo produce fantasías, esperanzas e ilusiones de futuro, que administradas adecuadamente, engañan a una parte del pueblo. Entregar títulos de pre-adjudicación de pre-viviendas que no se han comenzado a construir es la farsa más grande que algún político inventare jamás. La cuarta entregaba bloques y pintura en tiempos electorales. La quinta entrega mentiras y maquetas.

Un llamado delirante a la clase media, para que deje de escuchar a la burguesía, resbala en las paredes de Miraflores. Es un llamado vacio, sin fondo y sin forma. Un clamor al amor revolucionario, que no se soporta con acciones. Digo que te amo, pero actúo en contrario. Clase media son las enfermeras que hacen huelga. Clase media son los maestros que ganan menos que sus protegidos militares y clase media son también todos los venezolanos que dejaron el país en busca de la oportunidad que la revolución nos niega. Nos niega hasta la harina que escasea en las panaderías esta semana.

La revolución nos niega la verdad. Nos esconde la posibilidad de auditar lo que ha hecho con las fortunas verdes que ha recibido del petróleo y que parecieren haber desaparecido entre la ineficiencia del gobierno y los regalos a otras revoluciones emergentes. Nos niega lo que nos corresponde por derecho, que no otra cosa que un gobierno transparente. Yo les regalo a su Cuba adorada, a su modelo fracasado de progreso –hoy en necesaria revisión- y también les regalo el fracaso que han producido en Venezuela. Casi cualquier decreto que firma, está dirigido a tapar los errores que comete.

Una sarta de mediocres, en una gran mesa ovalada, pareciere incapaz de decirle las verdades que no quiere escuchar. Aprendieron a cantar con buena voz para dar explicaciones acerca de las bondades de su comandante presidente. Aprendieron a engañarse en esa mesa y a felicitarse por lo bien que lo hacen. Viven en una Venezuela de mentiras, muy diferente a la Venezuela de verdades que se ve desde la pared exterior de Miraflores.

Siguen engañando a un pueblo, con maromas matemáticas, al tiempo que el salario mínimo sigue rondando los doscientos dólares duros, pues en este país el marcador de los precios es el innombrable. Dejó de hablar del bolívar fuerte y de la economía blindada y ahora también aprendieron a decir que no existe crisis en el sector eléctrico, ni crisis en la destruida infraestructura vial, que hizo molestar a miles de venezolanos en sus vacaciones de semana santa. El país se soporta en una gran mentira. Ya anunciaron una nueva venta de bonos cuando venden petróleo a más de cien dólares.

No hay más conejos en el sombrero. Mejor será que se quite el disfraz de mago y comience a enseñar realidades, pues nadie les cree esta gran mentira.
                                                                                Enrique Pereira @pereiralibre

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