domingo, 20 de marzo de 2011

PIDO LA PALABRA / ENTRE MENTIRAS Y ESTUPIDECES, ANTONIO JOSÉ MONAGAS

Las roñosas políticas educativas del gobierno venezolano son expresión de la retaliación contra las universidades. Particularmente contra las autónomas, pues son las que con mayor ahínco oponen resistencia a la ideologización del conocimiento.
Antonio José Monagas

El ejercicio de una política mal entendida conduce a errores que, indiscutiblemente, contravienen los principios de justicia social a partir de los cuales se edifica la estructura funcional de la política. En sus predios adquieren sentido y magnitud las causas democráticas que tanto son vociferadas bajo la justificación que aduce el ordenamiento constitucional.

Justamente en medio de las apesadumbradas realidades que vive  Venezuela, se ven sucumbir esfuerzos de desarrollo económico y social. Los problemas que aquejan sus procesos políticos, han devenido en grave crisis que a su vez arrastran otras dada la inercia que trae su impetuosa movilidad en el curso de los últimos años. El caso que representa la educación en todas sus fases, es el más vergonzoso. O quizás, el problema que más implicaciones ha involucrado por tratarse de lo sensible que son los elementos que configuran su importancia como razón de desarrollo nacional.

A pesar del furibundo sectarismo que viene ventilándose desde todas las instancias gubernamentales, la palabra del presidente abrió una rendija que pudo aprovecharse de no ser por la incapacidad de la ministro de Educación Superior. Pero también, por el embotamiento que padece ante las oportunidades que no comprende ni tampoco atiende. El problema que ha significado para el gobierno nacional la protesta que enarbolan los universitarios del país, encabezados por valientes jóvenes que arriesgan su vida en una huelga de hambre que tiene como escenario la sede del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en Caracas, la desencajó de sus casillas. Ni siquiera apelando al manejo de la demagogia, en la que estos gobernantes populistas son duchos, aunque más por maña que por práctica, la alta funcionaria ha paleado tan crítica situación que tiene a la comunidad universitaria en ascuas.

Desde entonces, la exasperación ha caracterizado cada una de las respuestas gubernamentales. Las roñosas políticas educativas del gobierno, son expresión de la retaliación contra las universidades. Particularmente, contra las universidades autónomas pues son las que con mayor ahínco oponen resistencia a la ideologización del conocimiento en las aulas universitarias. De ahí la decisión de congelarle el presupuesto a estas universidades cuyos efectos han constreñido sus necesidades y libertades desde 2006.

En consecuencia, la gallardía y coraje de unos estudiantes, profesores, empleados y obreros en defensa de derechos que en los últimos años viene desconociendo el gobierno nacional no sólo en cuanto a necesidades presupuestarias, sino también de competencias y atribuciones que otorga la autonomía universitaria, es propio de admirarse. Si acaso el gobierno persiste en excusas que, a todas luces resultan inconsistentes desde la óptica del razonamiento político, el problema se agravará de manera exponencial. Es absurdo pues que entrado el segundo decenio del siglo XXI, la sordera y miopía gubernamental sean criterios para obstaculizar cualquier tipo de encuentro que conduzca a un diálogo comedido y comprometido entre el sector gobierno y los factores que hacen vida política nacional. La Universidad venezolana no aguanta más humillaciones ni imposiciones sólo para sustentar una revolución de pacotilla montada sobre leyes que contradicen la letra constitucional, tanto como toda iniciativa de conciencia democrática. Basta entonces de mezquindades que sólo están reduciendo el país a la nada socialista obligándolo a vivir entre mentiras y estupideces.

VENTANA DE PAPEL

TOMA DE MÉRIDA: LEGÍTIMA PROTESTA

Este miércoles, profesores, estudiantes, empleados y obreros de la Universidad de Los Andes, dejaron ver el entusiasmo de una acción que exaltó la condición de una Universidad que, a sabiendas de los problemas que asfixian su institucionalidad, está dispuesta a enfrentar los desafíos que asientan su razón de ser. Y que, desde luego, ratifican la autonomía como derecho constitucionalmente establecido. Esta movilización de calle que se denominó “Toma de Mérida”, y que ocupó las intersecciones mayormente asediadas por el tráfico citadino, tuvo entre sus causas distintos reclamos que reiteradamente han sido elevados al gobierno central a través del Ministerio de Educación Superior. Aunque lo que motivó en lo inmediato tan resuelto reclamo, fue el apoyo moral a los valerosos estudiantes de la Universidad de Los Andes quienes, antes que otros que gallardamente siguieron su ejemplo, han dado una lección de resistencia, dignidad y abnegación ante un país que ha visto en la juventud universitaria el bastión cuya bandera de constancia e hidalguía sabrá reconquistar los espacios que le han sido arrebatados a la sociedad democrática venezolana por gobernantes militaristas, sin escrúpulos, que se han dedicado a hundir al país y llevarlo sin compasión alguna a la inopia con la ayuda de su revolución de la ignorancia.

¿BOLÍVAR MANIPULADO?

El afán de poder de todo dictador requiere de recursos muy particulares. No sólo recursos económicos que dispone para comprar votos y apoyo político en medio de procesos electorales que resultan ser meras morisquetas de una verdadera praxis democrática. También, de recursos afectivos entre los cuales destacan aquellos asociados con un culto dramatizado a personajes que históricamente jugaron un papel fundamental en la fundación de los hechos sociales y políticos que dieron lugar al país que sirve de escenario a las realidades actuales. Desde el siglo antepasado, casi todos los dictadores que actuaban en nombre del propósito de afianzar la República de Venezuela, se valieron obscenamente de la obra que sembraran precursores y libertadores para arrogarse la condición de “supremo” gobernante. Sobre todo, de Bolívar. De manera que cuadillos y presidentes constitucionales han querido apropiarse de sus ideas y hazañas, a fin de afianzarse en el cargo de Jefe de Estado apelando a la burda manipulación de su imagen pues es la única manera que consiguen de plantar en el imaginario popular la “necesidad” de que su presencia en el poder es imperiosa. Y este mecanismo mejor le funciona a Jefes de Estado que son militares. Sólo que sus efectos, además de perentorios, son desacertados a la hora de pretender mostrar un balance de la gestión de gobierno realizada pues todo termina convirtiéndose en factor regresivo frente a la política y la historia.

¿AUTONOMÍA UNIVERSITARIA?

La autonomía universitaria no es una bondad de la Constitución de 1999. Tampoco de la Ley de Universidades de 1958. Es una condición fundida al hecho mismo que motivó la creación de la Universidad como institución con la disposición necesaria para afrontar la docencia, la investigación y la extensión en la medida de su apego a los compromisos que incitan el desarrollo de sus procesos relacionados con la formación profesional e intelectual de un colectivo en particular. La Universidad venezolana no es la excepción. Ella nació autónoma por cuanto se acogió al modelo autonómico de la Universidad de Salamanca. En Venezuela la autonomía fue respetada en el curso de los primeros años de su funcionamiento, tanto que el propio Bolívar la reivindicó desde la entonces Universidad de Caracas en 1827. No obstante, gobiernos autoritarios se han encargado de declararlas enemigas de sus abusos y zancadillas. Es el caso de dictadores de la calaña de José Tadeo Monagas, Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Pero también, lo mismo se persigió bajo la presidencia de Isaías Medina Angarita. Aunque luego de 1958, algunos gobernantes no fueron muy condescendientes con los principios de la autonomía universitaria. Incluso hoy, entrado el siglo XXI, a pesar de una Constitución que ampara y promueve su importancia, las universidades autónomas vuelven a verse azotadas por el poder político toda vez que siguen considerándolas adversarias de postulados gubernamentales que sólo claman por una visión única del mundo político, económico y social. Por un pensamiento único. Cruel contrasentido.

PASMOSA TRANQUILIDAD

La falta de escrúpulo de un régimen que actúa insensiblemente ante las calamidades que afectan la nación, sólo moviéndose entre oportunidades de barata y vulgar política, permiten que los problemas arrecien. La desvergüenza arropa cada una de sus acciones. El problema que ha significado la irrupción de la influenza en sectores puntuales de la población, es reflejo de la indolencia que caracteriza su forma de llevar adelante la abominable construcción del socialismo. La indiferencia sobre la cual se moviliza, hizo que nunca se combatiera debidamente la pandemia del virus AH1N1. Tanto que vuelve a hacerse presente a consecuencia de pésimas praxis de salubridad que, en su momento, hubiesen sido efectivas para evitar que apareciera de improviso la amenaza de otra crisis de salud como la que actualmente conmueve la sociedad. Pasmosa tranquilidad la de este régimen. ¿Qué tal?

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