Todo gobierno que considere a la violencia política como su más inmediato instrumento de dominación, deviene en un régimen de arbitrariedades dado el sectarismo y excesiva opresión que permanentemente comporta.
Resulta improbable reconocer el ejercicio de un régimen dictatorial sin el apoyo de medios masivos de comunicación que busquen la idiotización del pueblo. La historia política así lo confirma. Pero igualmente, la teoría comunicacional cuando destaca aquel principio fundamental según el cual toda incursión de poder puede valerse de los recursos posibles y capaces para determinar ideales y sensaciones en el imaginario de la población a la cual se dirige un mensaje necesario y suficiente como para fijar factores de conveniencia en el ideario político popular. La teoría política igualmente reafirma esto. Aunque no la deontología política toda vez que destaca razones de ética social que se contraponen a decisiones propias de actitudes autoritarias que desmerecen la dignidad como valor de integridad ciudadana y de moralidad pública.
Por eso todo gobierno que considere a la violencia política como su más inmediato instrumento de dominación, deviene en un régimen de arbitrariedades dado el sectarismo y excesiva opresión que permanentemente comporta. Más aún, cuando el militarismo acompaña sus ejecutorias lo cual le infunde un efecto de mayor intolerancia convirtiéndose deliberadamente en una manifiesta y vulgar tiranía. Y siendo esta la condición política que reviste dicha realidad, sólo le queda apelar a la hegemonía de la comunicación para forzar un comportamiento social que debe responder y corresponderse con los ideales que suscribe la actuación dictatorial impulsada desde la cúpula del poder político. Lamentablemente es el caso Venezuela.
El régimen, a conciencia del abuso que comete al ocupar de forma hostigante la programación regular de canales de televisión nacional y regional, así como de emisoras de radio públicas y privadas, comunitarias y corporativas, cercena derechos individuales que exaltan libertades e iniciativas individuales y colectivas. Con tan injusta praxis, estos gobernantes pretenden imponer un proyecto político repudiado por la mayoría de la población que tuvo acceso al proceso comicial de Diciembre de 2007.
Pero no conforme con tan avieso atropello, cada perorata del presidente se convierte en un sermón de repetidas e insultantes consideraciones que además de transgredir la historia
política contemporánea nacional, tanto como la historia universal, luce tedioso y exagerado en cuanto al tiempo de transmisión. Y en medio de tan molesta situación, pareciera que los altos funcionarios no han comprendido que con tan nefastas prácticas comunicacionales están obligando a la gente a buscar otras alternativas mediáticas que permita ejercerle el derecho a disfrutar del tiempo de acuerdo a su propia determinación. Mas no la que imponga el régimen valiéndose de la amplísima infraestructura comunicacional que posee gracias a mecanismos legales poco legítimos.
Toda dictadura se vale de un aparato mediático cuyas desorbitadas proporciones favorece las intenciones de coaccionar, amenazar y atemorizar. Pero también, de difundir mensajes que, a manera de propaganda política, persiguen formas de hacerle ver a la población de que su gestión de gobierno es la más conveniente, justa y necesaria. Precisamente lo que vive Venezuela. Aunque el rechazo cada día viene incrementándose por cuanto casi nadie soporta el asedio mediático del régimen para vociferar impertinencias, escandalizar actitudes políticas o prejuzgar realidades imposibles de esconder o disimular. Tanto así que el negocio de televisión por cable o por señal de satélite, ha sido uno de los mas prósperos a pesar de las contingencias económicas contradictoriamente alentadas por el mismo régimen. Razón ésta para que, ante la inminencia de alguna “cadena nacional” para transmitir más discordancias discursivas presidenciales, comience a escucharse en la calle “en mi casa no te metas”.
VENTANA DE PAPEL
MÉRIDA, CIUDAD-HOSPITAL
Los efectos de la influenza o gripe del tipo AH1N1, superan la imaginación de cualquier aventurero. Sus implicaciones, indudablemente, son de cuidar y hasta de temer dada sus infaustas consecuencias en caso de no preverse el alcance del correspondiente cuadro clínico.
Sin embargo lo que ha vivido la población de Mérida por causa de la propagación de este mal, parece haberse convertido en razón de peso para justificar una semana de receso. A pesar de que las recomendaciones del organismo rector de salud del estado Mérida, consideraron lo innecesario que sería suspender actividades docentes universitarias pues habría bastado con la aplicación de medidas de vacunación, control y vigilancia epidemiológica en los mismos predios académicos. Pero no fue sí. La institución universitaria se volvió fantasmal toda vez que sus pasillos lucieron desolados. Igualmente sucedió con la ciudad. Aunque lo más paradójico fue ver gente con tapabocas blanco o de algún color atenuado colocado a nivel de la cara. Otros lo lucieron en el cuello o la cabeza. Mientras tanto, algunos lo usaban de guante o colocados como parte del cinturón. Otros lo tenían a modo de pañuelo. Todo pareció ser producto de una revolucionaria moda. Sólo faltó que estuviesen pintados con caritas sonrientes, o mostrando bocas con afilados dientes de malévolo antropófago. No obstante, el problema en el fondo se desorbitó. La ciudad, además de enmudecerse, dio la rara impresión de semejarse a un área de hospital donde los pacientes se distinguen por la indumentaria. Y entre ella, el tapaboca. Esto hizo ver a Mérida como una ciudad-hospital. Pero a pesar de todo, fue contraproducente vivir esta situación en una ciudad que se destaca por la vitalidad que le imprime su juventud estudiosa e impulsiva tanto como su ciudadanía de sanas tradiciones.
DIGNIDAD EN ABUNDANCIA
La valerosa decisión de tres estudiantes de la Universidad de Los Andes que iniciaron una huelga de hambre hace más de treinta días, frente al edificio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, es la más denodada demostración de sentimiento y coraje universitario. No de emociones presionadas por meras circunstancias. La condición para mantenerse imperturbable durante tan extremado tiempo, sólo puede explicarla la convicción que estos jóvenes tienen de valor, fe y resistencia. Sobre todo de Vilca Fernández, estudiante de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, quien, al ser el primero en suturarse los labios, reflejó en tan arriesgada acción el disgusto de ciudadanos obstinados del cerco político y económico del cual es víctima la democracia venezolana y la ciudadanía consecuente. Peor aún, de la estrangulación de la cual es objeto la Universidad autónoma a través de medidas de recorte presupuestario que viene aplicándole el régimen, tanto como de la abusiva injerencia en el manejo de procedimientos que sólo corresponden a la universidades en virtud del carácter autonómico que constitucionalmente detentan para darse sus normas de gobierno. La valiente determinación de Fernández y que luego emularía Luís Magallanes, de la Universidad de Carabobo, y quienes le siguieron, sentó un desafío al presidente cuando señaló que “ha llegado la hora de salir a reclamar y pelear por nuestra democracia y no será usted quien quite el derecho al estudio y asesine el futuro de los venezolanos (…) ¡Venezuela también está en guerra!”. Y es porque en estos universitarios, hay dignidad en abundancia.
VENEZUELA AHORA ES REGENTADA POR CUBA
Venezuela se convirtió en una colonia cubana, gracias al proyecto bolivariano-socialista del régimen. Dejó de ser un país independiente y autónomo. En contraposición a lo que representa la relación pueblo-territorio-instituciones, pasó a ser una entidad político-económica manejada por cubanos. Si los ingresos petroleros no fueron suficientes para generar riqueza, empleo y bienestar social para los venezolanos, tal como lo supone la propia Constitución venezolana, ahora será mas precaria dicha distribución debido a la nueva condición que significa ser patio trasero de Cuba. O sea, el hecho de ser colonia cubana lo que ha estado obligando a mantener la isla del “mar de la felicidad”. Por ello, cuando se diseña un presupuesto nacional basado en el 40% de los precios del petróleo, se infiere que el 60% restante forma parte del presupuesto paralelo de la cual Cuba es beneficiaria. El cable de fibra óptica recién estrenado, habrá de servir para el manejo a distancia de la administración pública venezolana y todas sus derivaciones. Por consiguiente, del monitoreo permanente de la población venezolana. O como explica alguien por Internet: “jamás ha existido en nuestro planeta, un país que por vía de gracia o enamoramiento, sea entregado a unas sanguijuelas improductivas, vividoras de otras naciones pues su incapacidad y mediocridad no les permite ser autosuficientes”. Y contra viento y marea, el apego histórico que tiene el venezolano de la democracia, buscará siempre rechazar cualquier tipo de amenaza que constituya menoscabo para el futuro de las siguientes generaciones de coterráneos.
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