jueves, 17 de marzo de 2011

LA LEALTAD, UNA CUALIDAD EN EXTINCIÓN. ALFREDO R. WEINSTABL DESDE ARGENTINA

La lealtad significa una devoción sincera y espontánea, una obligación que se tiene hacia alguien o hacia algo. Ejemplo de ello es el sentir por la familia, religión, la Patria  o también por un equipo u organización.

Implica fidelidad, franqueza, nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Ser leal en consecuencia, significa tener esas virtudes y ser fiel al compromiso de defender lo que creemos y en quienes creemos, aun en circunstancias cambiantes, ya sean favorables o desfavorables.

Es un valor, una virtud que desarrolla nuestra conciencia y es  importantísimo en la relación, particularmente entre las personas y por ende en organizaciones.       La lealtad no es una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento para elegir lo que es correcto. Es considerada una de las virtudes más sinceras y honorables del ser humano       Desarrolla por otra parte, otras virtudes esenciales con las cuales se relaciona estrechamente, tales como la amistad, el respeto, la responsabilidad y la honestidad y la confianza entre otras.

Debe tenerse en cuenta que la lealtad debe ser una relación de doble vía entre las personas. Debe ser mutua entre dos amigos, así como del  jefe al empleado y del empleado a su jefe.

Es particularmente importante, casi esencial en las FF.AA. Casi podríamos afirmar uno de los valores básicos en la conducción.

¿Por qué? Porque el superior por la confianza que surge de la lealtad del subalterno puede disponer mandarlo hacia una misión en la cual peligre su integridad física, inclusive su vida, y el subalterno, por la misma causa, acata sin hesitarla y trata de cumplirla lo mejor posible, porque confía plenamente en su superior.

Por ello la lealtad es un atributo esencial para la conducción de personas, una virtud imprescindible para tener una organización aceitada al máximo para el cumplimiento de sus objetivos  o el logro exitoso  de la misión.
    
Pese a lo sencillo de entender lo expuesto, la lealtad no siempre es bien comprendida. Muchas veces se interpreta como una cualidad del nivel de abajo hacia el más alto, del subalterno o empleado  para con sus jefes o empleadores y no de doble mano como debería ser.

Actualmente esta tergiversación o falsa interpretación de este concepto, hace que la lealtad sea un valor difícil de encontrar.

La ausencia moral y la falta de valores de este gobierno impulsaron en forma  decisiva esta grave falencia en la conducta de los argentinos.

Un ejemplo es el frustrado intento de transversalidad política que intentó el ex presidente Kirchner, mediante la extorsión y la compra de conciencias y voluntades de dirigentes y ciudadanos, para conseguir adeptos o apoyos a su pernicioso experimento político.

 En su corta visión no supo prever que cuando se acaban los recursos o los fondos, también se acaba ese apoyo ficticio, esa “lealtad” comprada.

El kirchnerismo hoy no existiría, pero desde hace ya bastante tiempo, de no haber tenido una situación económica mundial tan favorable a nuestros productos exportables.

El “Primer Trabajador” para algunos, o el “Gran Corruptor” para los más, ya hace más de seis décadas, tenía bien en claro el concepto e importancia del concepto de la “Lealtad”.

Tanto es así que inculcó este valor en sus seguidores e instaló un feriado, el 17 de octubre, como el día de “la Lealtad”, y llegado el momento, sin titubear, echo de la Plaza de Mayo a aquellos que cuestionaban su doctrina política.

Hoy, el kirchnerismo es la expresión de los desleales que Perón repudió en forma pública, tan enérgicamente, en aquella oportunidad.

La Lealtad es un valor escaso, prácticamente ausente en nuestra sociedad.

En este país, con escasa reglas morales y sin ética política en el que vivimos, la falta de lealtad es absolutamente evidente en la “borocotización” política.

Recordemos al Dr. Eduardo Lorenzo “Borocoto”, que tiró su prestigio, honra y dignidad a los perros, al cambiar desvergonzadamente, inclusive antes de jurar en su nuevo cargo como diputado, saltando de su partido político al oficialismo, que era la contracara del partido que lo había votado.

Este pésimo ejemplo, la falta de lealtad a los principios e ideología de un determinado partido, es ahora moneda corriente en nuestra política y causa de la grave degradación de los partidos políticos.

Pero no solo ocurre en la política, también en otras organizaciones, en la cuales estas se apartan descaradamente  y sin disimulo de la esencia y el concepto de la lealtad, abandonando a su gente, a su propia suerte,  solos, en un ambiente hostil y altamente desfavorable.

 Tras más de siete años en esta embestida  maligna y perversa del oficialismo kirchnerista en pos de aferrarse al poder a toda costa, es un valor más que se pierde en nuestra sociedad.

Otro retroceso de la  Argentina, cada vez más lejos de ser un país moderno y civilizado cimentado en valores y principios.

alfredo@weinstabl.com.ar

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