lunes, 21 de febrero de 2011

TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 21/02/11. OPINIONES DE JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA, ALBERTO BARRERA TYSZKA Y LUIS BARRAGÁN

Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano. Martin Luther King

1.- NO SOLO PRIMARIAS. JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA
2.- 2012. ALBERTO BARRERA TYSZKA
3.- DE LA LEGITIMACIÓN DEL CINISMO. LUIS BARRAGÁN

La Fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 685 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel


NO SOLO PRIMARIAS. JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA

El clamor por las primarias  hace ya mas ruido que el caudaloso Caura cayendo en el Salto Pará pero, como ya se va haciendo costumbre, se le van dando largas al procedimiento para luego argumentar falta de tiempo, o cualquier otro elemento pretendidamente justificador de su no-realización.
La primarias no son solamente un procedimiento válido para la escogencia del candidato oposicionista a la presidencia, sino también, para la escogencia de candidatos a las gobernaciones y alcaldías que se elijan en un solo evento electoral, o en comicios separados, de acuerdo a las instrucciones que reciba la señora Lucena desde la oficina de su jefe.

Las elecciones primarias son tambien importantes como elemento de cultura para la èlite política mal acostumbrada a realizar acuerdos de espaldas a los gobernados, nariceando a los electores de acuerdo con intereses ajenos a los de la colectividad y la Nación. Realizar estas elecciones es tambien una forma de asestar un golpe demoledor a los cultores de la antipolítica mediática, y de la real.

Por las informaciones de prensa pareciera que todo el mundo esta de acuerdo con el procedimiento pero, algunos de los que dicen aceptarlo no se atreven a manifestar enfáticamente una fecha concreta para realizarlo; prefieren las salidas tangenciales buscando pretextos para el diferimiento, con la esperanza que, en el camino, algun suceso permita eludir esa forma de selección.

Particularmente, creo que  las primarias presidenciales deben realizarse, a mas tardar, el 20 de noviembre de este año, que, dicho sea de paso, coincide con la fecha aniversaria de la Revolución del “Sufragio Efectivo y la No-reelección”, mejor conocida como Revolución Mexicana de 1910.

Esas primarias podrían servir tambien para la elección de los candidatos a Gobernadores y Alcaldes, asi como  para la inclusión de un referéndum consultivo con una pregunta muy importante para la oposición: ¿ Esta Ud de acuerdo con una tarjeta única para las elecciones de: Presidente, Gobernadores,  Alcaldes? Esas preguntas habría que abrirlas de manera que se pueda votar, sí o no, para cada nivel de gobierno.

Otro de los argumentos esgrimidos contra las primarias es el del padrón electoral y el agente realizador de las primarias. Creo que las experiencias de Táchira y Aragua nos permiten concluir que, si bien el CNE y sus directores no son de fiar y obedecen ciegamente las instrucciones de Miraflores, no es verdad que nosotros seamos retrasados mentales  e incapaces de supervisar lo que es de nuestro propio interés.

Por otra parte y, precisamente, porque  es el CNE quien debe realizar el esfuerzo de esas primarias, es que me pronuncio por un padrón electoral cerrado, es decir, el que corresponde a las firmas solicitando el Referéndum Revocatorio de 2004, evitándose con ello cualquier manipulación de un gobierno gansteril capaz de todo.

Esta decisión dejaría por fuera del proceso seleccionador del candidato a las miles de personas cuyo desencanto las ha venido sumando a la oposición desde esa fecha, pero obsérvese, y creo que ellos tambien lo comprenderán así, que no se les esta excluyendo del acto final de votación sino de una primaria que es necesario proteger.

La inscripción de los pre-candidatos si debe ser abierta y ponerles como condición la firma de un compromiso público de acatamiento de los resultados de la consulta, asi como la fijación de una contribución para los gastos de propaganda que genere el proceso, con prescindencia de los que ellos mismos puedan gastar en la promoción de sus pre-candidaturas.

Pareciera que existe alguna preocupación sobre una supuesta proliferación de candidatos y creo que llevan razón quienes la manifiestan pero, en una sociedad de egos inflados y hasta folclóricos no es posible evitar que ello suceda; sin embargo, ello no debe ser visto como fatal.

Por otra parte, de esa misma proliferación derivará el hecho de que el pre-candidato ganador  lo será con un porcentaje de votos bastante bajo pues la torta de los electores, de por sí reducida por razones ya conocidas, habrá que dividirla entre mas personas, lo que no quiere decir que el candidato electo solo sea respaldado por ese bajo porcentaje. El solo hecho de convertirse en el candidato de la oposición con tarjeta única le potenciara los apoyos hasta colocarlo por encima de Chávez, creo yo, con bastante comodidad. No hay que olvidar que el prestigio de Chávez es un prestigio que se fue.

2012. ALBERTO BARRERA TYSZKA

Cada vez que leo o escucho a alguien agitando la certeza de que en 2012 la oposición ya tiene ganadas las elecciones, me asalta de pronto un susto particular. Es un escalofrío casi ontológico, una suerte de estornudo en el ánimo, un frío en la fe. No puedo evitarlo. Soy optimista por naturaleza, sin argumentos, de manera irracional, pero aun así, cualquier triunfalismo siempre me produce desconfianza.

Hay quienes parecen estar empeñados en distribuir la certeza de que el presidente Chávez ya está derrotado. Hablan como si ya tuvieran los resultados en la mano, como si lo único que faltara de aquí a las elecciones de 2012 fuera el tiempo. Como si nuestra principal tarea fuera, simplemente, esperar.

Desde su perspectiva, el trabajo político ya está hecho. O peor: suponen que el trabajo político de la oposición lo debe hacer el Gobierno. Creen que la ineficiencia de la gestión y el desgaste natural de los años en el poder garantizan, desde ya, la derrota oficial en las próximas elecciones.
Es la manera más cómoda de aspirar al poder: aguardando.

La caída de la popularidad de Chávez es su principal agenda política. El país sólo es una sala de espera.
Se trata, nuevamente, de confiar en una solución mágica y veloz de la historia. Ya no es el golpe de la Fuerza Armada Nacional. Ya no la intervención milagrosa de alguna potencia extranjera o de alguna organización internacional. Ahora la salida mesiánica la tiene el propio poder: hay que apostarle a su derrumbe.

Sospecho que esta ilusión se alimenta, además, con la idea de que estos doce años son un espejismo que puede deshacerse con sólo tronar los dedos. Que este tiempo no nos pertenece en realidad. Que es una historia de otros, un fenómeno que nos han impuesto y que podemos desvanecer fácilmente. Respira ahí una versión del país estrecha, que sigue gravitando en 1998, que todavía no ha entendido que esto que pasa es, también, esto que somos.

Una de las grandes ventajas que han favorecido, desde 1992 hasta ahora, la ambición y los planes militaristas de Hugo Chávez es, precisamente, la subestimación que hacia él han cultivado, de manera constante, casi todos sus adversarios. Le conviene. Casi podría pensarse que la promueve. Su estilo parece reforzar, a cada rato, la percepción de que es un simple chapucero con suerte, un Bucaram con canciones de Quilapyun en su repertorio. Un improvisado que siempre puede estar a punto de caer.
Pero la historia parece empeñada en demostrar lo contrario.

Ha tenido un éxito contundente en el control y en el sometimiento de la sociedad venezolana. De manera muy eficaz ha destruido lo que había y está imponiendo su proyecto. Chávez tiene una escandalosa capacidad de reinventarse. Cuenta con mucho poder y pocos escrúpulos. Es una combinación explosiva.

De aquí a 2012 estará en ese permanente estado de combustión. Y ya tiene a su favor el miedo. Actúa sabiendo que está en peligro, que se encuentra obligado a ganar.
Del otro lado, el triunfalismo es una gran tentación. Es mucho más fácil, y más agradable, repartirse la sexta república que dividirse las tareas para derrotar a Chávez. Suele el futuro ser más seductor que el presente. Todavía no está hecho.

Basta con asomarse al debate de las precandidaturas para entender que la democracia es una dinámica exigente, que la pluralidad cuesta trabajo, implica participar en un proceso duro, complicado, incluso doloroso. Es mucho más fácil y simple berrear en coro: “¡Ordene, comandante, ordene!” que intentar un intercambio de ideas con Manuel Rosales, o que sentarse a debatir sobre los tiempos y las edades de la historia con Eduardo Fernández o con Oswaldo Álvarez Paz. Aceptar que cualquiera tiene un legítimo derecho de aspirar y de ejercer el poder es también una ardua faena. La democracia requiere paciencia.

Francisco Suniaga, esta semana, ha destacado la importancia de decidir lo antes posible el candidato único que deberá enfrentar al Gobierno en 2012. Más allá de las razones de la MUD, Suniaga señala un elemento crucial: no se trata simplemente de una decisión electoral. Nos enfrentamos, también, a la elección del nuevo líder de la oposición. Es cierto. Y creo que no retrasar ese proceso es una buena manera de fraguarnos desde la dificultad, desde la complejidad que somos. Ni la crisis económica, ni la ineptitud oficial ni la corrupción harán el trabajo político que debe hacer el candidato, el nuevo líder, que represente y sume a los venezolanos que queremos un cambio.

El sueño de 2012 no se ha cumplido. No existe. A esta altura, creerse ganador casi es un camino directo a la derrota. Aquí nadie ha ganado nada. Aquí todavía necesitamos sobrevivir.

DE LA LEGITIMACIÓN DEL CINISMO. LUIS BARRAGÁN

Probablemente, la más importante sospecha y exigencia planteada por la oposición en medio de las consabidas y particulares interpelaciones parlamentarias realizadas, ha sido la de auditar las cifras que expone el gobierno.  Y no sólo porque la realidad cotidiana y palpable las contradice, sino por el inescrupuloso e infatigable maquillaje en el que se empeña el totalitarismo mediático.

Una poderosa maquinaria publicitaria y propagandística, se ha encargado de falsificar situaciones o acontecimientos que los sabemos nada paradisiacos. Cualquier persona puede constatarlos al acudir a los cuerpos policiales para denunciar un delito desestimado por su frecuencia, sin recibir ya constancia alguna;  cerciorarse de la tergiversación de casos que se procesan en las inspectorías del  trabajo, procurando una bondad estadística donde priva la injusticia; o sumirse en la perplejidad, dada la metodología del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que haya empleo o consumo diario de calorías donde no los hay.

Cuentan más las exhibiciones públicas de la venta estatal de alimentos, con sus desesperadas y muy extensas filas de personas, que el costo real de la inaccesible canasta básica y las intimidades de un negocio que no admite siquiera una investigación parlamentaria de estilo. De modo que, en ese esfuerzo de legitimación del cinismo en el que se empeñan, caben otras distorsiones, aún las más inimaginables, con el objetivo de prolongarse en el poder impunemente: no hay ni admitirán costo político alguno, por más visible que sea la sola  punta del iceberg.

Recientemente, en lugar de la objetiva reseña,  nada más y nada menos que la agencia de noticias del Estado respondió a las declaraciones del diputado Abelardo Díaz, denunciante de la  tendenciosa actuación del canal televisivo de la Asamblea Nacional. Y, aunque no reveló el parlamentario un novedoso señalamiento, la agencia agigantó y agravó la versión.

Poco importa la pluralidad política y los matices expuestos por la dirigencia opositora, pues Díaz fue presentado como diputado del “partido de derecha Copei”, irrespetuoso  de “los trabajadores y trabajadoras del canal”, del presidente de la República y de la Fuerza Armada Nacional a la que literalmente se le canta “honor y gloria”, con el debido comentario del ministro Izarra. Además de la descalificación, es obvia la distorsión procurando y avivando el desprecio el de los empleados del canal, sin que – por un instante – concretamente se diga algo en torno a una televisora más del partido de gobierno adueñado de sus horas de transmisión, la manipulación y censura de las cámaras en el hemiciclo y la radical ausencia de los diputados de la oposición en una estación a la que lógicamente pertenecen, al menos, en teoría.

Asistimos cada día a ese insólito esfuerzo de legitimación de la mentira, fraguada en el cinismo más burdo. Y, por si fuera poco, suscitando odios y revanchismos.

raulamiel@gmail.com
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