Publicamos la conferencia que pronunció el cardenal Peter Kowdo Appiah Turkson, presidente del Consejo Pontificio "Justicia y Paz", el 9 de febrero, durante la clausura del Congreso "La Sagrada Escritura en la Iglesia", promovido por la Conferencia Episcopal Española. Es una conferencia que nos va a iluminar el sentido del compromiso bautismal desde el punto de vista social. Nos ocupará varias semanas pero vale la pena. Jumalevi.
INTRODUCCIÓN:
Esta mañana, desearíamos dirigir, para clausurar este congreso, la consideración de la Palabra de Dios en la Escritura, no sólo como fuente de vida y alimento de la Iglesia, sino también como fuente y contenido de la misión misma de la Iglesia y de su actividad en el mundo.
PRIMERA PARTE
La Palabra de Dios como Revelación del Compromiso de Dios en el mundo Queremos advertir en primer lugar que la Palabra de Dios es fuente y contenido del compromiso de la Iglesia en el mundo, porque es, primeramente y ante todo, revelación del propio compromiso de Dios en el mundo. Y así, a grandes rasgos, podemos inmediatamente contemplar, cómo la Palabra de Dios revela su compromiso con el mundo: como palabra de la creación en los primeros capítulos de la Biblia. como palabra de la llamada y de la alianza en la historia de la vocación de la salvación de Abrahán y de Israel como palabra de la llamada, de la presencia y de la salvación en la encarnación, ministerio, pasión y resurrección de Jesús, y como palabra de la llamada misionera (evangelización) y del ministerio en Pentecostés y en la vida de la Iglesia a través de los siglos. Este último punto coincide explícitamente con el tema que me ha sido asignado: el compromiso de la Iglesia en el mundo
1. La Palabra de la Creación:
La primera instancia de la revelación de la Palabra de Dios al mundo, fue en realidad, en la creación. La serie de expresiones "Dios dijo" realizaron "la irrupción en el silencio de la nada" para producir la realidad creada. La Palabra de Dios ("y Dios dijo: hágase...") transformó el "caos" en los albores de la creación en un "cosmos", un ordenado sistema mundial, capaz de sustentar la vida humana.
El prólogo del Evangelio de Juan expresa bellamente este primer compromiso de la palabra de Dios con el mundo como "creación": "Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe" (Jn 1, 3; cfr. Is 45, 12. ss; Job 38,4; Neh 9,6 etc.). Lo que ha sido llamado a la existencia por la Palabra de Dios era "vida". La Creación nace de la Palabra de Dios que supera la nada y crea vida. La Creación, sin embargo, no es un encuentro fugaz de la Palabra de Dios con el mundo. Creación denota más específicamente un sostenido encuentro de su Palabra con el mundo, que continúa en la existencia, porque Dios continúa a sostenerlo con su Palabra. Dios está siempre comprometido con la creación, obra de sus manos; y es éste el sentido de la creación como cosmos, el que mejor ilustra el poder sustentador de su palabra en la creación. "Cosmos" describe el mundo creado como un ordenado y adornado sistema. Ello connota belleza y bondad, porque hay orden; y esto es en lo que la Palabra de Dios ha transformado el caos en la creación. Así, el caos ante la presencia de y con la Palabra de Dios se convierte en un cosmos.
Por el contrario, el cosmos privado de, y sin la Palabra de Dios se revertirá en caos. La continuada existencia y evolución del cosmos, por lo tanto, se debe al poder creador y transformador de la Palabra de Dios siempre presente en el mundo. Así fue dicho por el profeta: "(Dios) no la creó caótica, sino que para ser habitada la plasmó" (Is 45, 18).
El compromiso de Dios para el mundo, como un sistema creado, es revelado no sólo por el sustento de la Palabra y la permanencia de la creación en el ser; es también dado a conocer por el cumplimiento del designio de Dios en el mundo por medio de su Palabra (Is 55, 10ss). En este sentido, para el mundo sería una situación crítica y arriesgada el hecho de estar sin la Palabra de Dios, ya sea a causa de sus propios pecados (Amós 8, 11) ya sea por la falta de profetas y sacerdotes (Sal 74, 9). Por tanto, los relatos de la creación, nos muestran a Dios que actúa en el mundo como fuente de vida y amante de la vida, estableciendo, de este modo, orden y belleza, y disipando el caos y la confusión; la confusión de roles e identidades conduce al caos.
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